De modo personal, y llevado por un ansia tradicional leonesa,
centrado para la ocasión en la capital provincial, y como uno más de lo
legionenses, me gustaba presenciar los desfiles procesionales, cuando las
“negras” Cofradías llevaban a cabo sus procesiones.
Por supuesto no formaba
parte de “los atajadores” que describía y presentaba Victoriano Cremer, como
aquéllos que llevados de extraña pasión veían la correspondiente procesión en
un lugar primero y luego en cuantos más mejor, para ello con paso apresurado por
calles libres iban en busca de más y si era posible mejor, en cuanto a
emplazamiento. Pero siempre la misma.
Eran momentos y días de ayunos y abstinencias generalizadas,
difíciles de saltar familiarmente. Esa era la verdadera vertiente, la de
connotación religiosa, que llevaba a la feligresía a ver y participar con gran
respeto en los cortejos procesionales. Presencia física en las aceras, “papón
de acera”, como observador de los “pasos” llevado por un punto de emoción ante el esfuerzo
de los hermanos cofrades, nuestros papones, verdadera tradición, meciendo las
andas que a retazos iban desgranando el Gran Drama. La Pasión de Jesucristo se
narraba en imágenes en las calles.
El pueblo, cuanto más llano, más trataba de comprender, y con su
recogimiento ponía en valor la oración interna, pues generalmente no salía de
sus labios.La iglesia católica había sacado de los monasterios las
procesiones claustrales a la calle. Los creyentes ayudaban y compartían, y así vestidos de hábitos negros sencillos, empezaron
a soporta a hombros las andas, especies de parihuelas de cierta robustez, con
las figuras de la Pasión.
Hacía bastantes años, muchos, que no veía salir la procesión de
los Pasos. De modo que el año 2014, junto a mi nieto, fuimos a Santa Nonia, al
alba. Para él la primera vez, para mí era renovar los recuerdos, desde el
lamento del metal de la corneta, el marcado tintineo del bronce de la campana
manual, y cerrando el ciclo el rataplán del destemplado tambor. Era la
Ronda, que rompía la marcha. Y durante la noche había alertado a los “hermanitos
de Jesús”.
A las siete y media de la mañana, buena parte de los Pasos estaban
ya en disposición de marcha junto al jardín de San Francisco. Antaño esta
procesión era más sencilla, en andas, nada de tronos ampulosos, como ahora, bandas
musicales y seguro que en número proporcional de cofrades, y la veía
literalmente salir, pues así lo hacía, del interior de la iglesia de Santa
Nonia.
Pegados al Hospicio, en la acera estábamos los madrugadores
leoneses, frente a la puerta, mezclados con lo papones que también esperaban
turno.
Ambos, nieto y abuelo, nos
dedicamos a tomar fotografías y cortos vídeos de la marcha procesional. Con
este material compuse una “película”, un vídeo que hoy por razones técnicas no
puedo ofrecer al lector. Es un recuerdo al derribado Hospicio Cuadrillero, que
en estas dos capturas podemos apreciar.
Cuatro años después, en 2018, y estando en León, no salí a ver ni ésa ni ninguna procesión. El tiempo no animaba. Pero tuve oportunidad, y la aproveché, de ver el "Encuentro" por televisión; una emisora local, antes Televisión de León, andando el tiempo en demasiada connotación con lo autonómico para mi gusto y sufrimiento leonesista, se aprestaba a ofrecérnosla.
En
la Plaza Mayor, se habían instalado gradas y sillas para mejor colocación del
público, espectadores, que aplaudirían ostensiblemente ante la puja generosa y
musicalizada de los pasos. Forasteros, en gran número, que habían pagado su
entrada, (asiento) y se aprestaban a ver y oír, aunque el frío ambiente
primaveral, con todos los datos invernales marcados, no animaban demasiado.
Con
todo respeto hacia los técnicos, operadores de cámara etc. no tengo más remedio
que dejar apuntado que a pesar del anuncio del uso de una cámara cenital como
novedad, la retransmisión no resultó mejor que otras de años anteriores. Puede
que mis expectativas venidas de lejos, también contribuyeran a cierta
decepción.
El
alcalde, entrevistado al final, fue significando que el encuentro cada año era otro, no uno más, en positivo por supuesto, los
pasos también, pero variaban los arreglos florales, el comportamiento de los
papones… y, sin recordar el tiempo verbal empleado, citó el “bailado” de los pasos, un punto de
chasco dentro de mi severa y tradicional forma de querer ver y presenciar estas
procesiones. Me resultó molesto.
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