20 de abril de 2017

Legio y legionense...

       
Lo que va a leer, el visitante de esta página, es un extracto de lo publicado por mí en La Crónica de León, el día 28 de junio de 1995, como contestación a Marcos Martínez que en el mismo medio el día 24/5/95, escribió: Leones, Leoneses y Leonesistas.         
             


                 Ser de León. Ser leonés. Cuestión de matiz.
                       Y, a partir de ahí, Leonesismo.

  Lo mismo que es falso lo de: “todo er mundo es güeno”; también lo es, que todos los nacidos aquí, seamos buenos, buenos leoneses se entiende. Para puntualizar esto, me permito señalar con total modestia, la sutil diferencia que encuentro entre ser de León y ser leonés. 
         
        En ambos supuestos el origen de la persona, el nacimiento, ha sido en esta región o si se prefiere en nuestra provincia leonesa, pero a partir de ahí, alcanzarán matices diferenciadores, que  trataré de explicar.

         Ser de León. Nacer y vivir aquí es la escueta y sencilla realidad que nos otorga tal condición. Si todo queda reducido a eso, lo leonés no ha calado en nosotros, conviviremos en esta tierra, llevaremos su nombre, pero no nos impregnaremos de su esencia, no alcanzaremos por tanto, la plena integración.

 Ser leonés. Es algo más, implica un conocimiento de los valores autóctonos, verdaderos marcadores de nuestra idiosincrasia, que nos empuja a identificarnos con nuestro pasado, -historia, costumbres y tradiciones -  lo que supone una actitud de compromiso con todo lo nuestro, lo leonés, que como cosa propia defenderemos. 
      
          Dando un paso adelante, podemos decir que, ese ser leonés, nos puede poner en el camino de un más alto valor si cabe, cual es, el estado de conciencia llamado LEONESISMO. 
          
            Nuestra Territorialidad y Personalidad leonesas, entendida la primera como un bien heredado, y la segunda como un valor innato, ambas incuestionables, han de ser defendidas por los leonesistas, en todo momento y sin ningún paliativo. 
         
           En modo alguno es fácil ser leonesista; así que por el hecho de “querer” a León, no se alcanza ese compromiso; simplemente es una condición, loable en si misma, pero insuficiente. Lo que de verdad otorga el  sentimental “carné” de leonesista es el hecho de ser leonés, y el compromiso que con ello se adquiere hacia nuestra tierra. 


Se dijo, en su momento, que yo entregaba carnés de leonesista. Queriendo el lector no interpretar el entrecomillado metafórico...



16 de abril de 2017

Domingo de Resurrección 2017, un relato

Movilizando recuerdos familiares por Semana Santa Leonesa...         

        ¡Surrexit!

          ¡Aleluya!...
        Con el desayuno le habían servido el rumor: Hoy podía ser el día del traslado. El dato, sin duda cargado de buenas intenciones, aun siendo emocionante, no le impidió dar la cabezada acostumbrada tras el sencillo refrigerio. Hasta que, brotando en la distancia, como en un ondulado eco propiciado por la estrechez de las calles, empezaran a llegar hasta él a lomos del viento leonés: el destemplado redoble de tambores, entremezclado con agudos lamentos de cornetas.

Era Domingo de Resurrección, la Procesión de Jesús Resucitado anunciaba así sonoramente su llegada a la plaza de la Catedral, que él, como espectador imaginativo,  yaciente en una cama de la Obra Hospitalaria y conectado por vena a pequeñas máquinas que parpadeaban cifras sin cesar, trataba de escuchar y quería comprender. 

De pronto, le sobresaltó el batir de las alas de una paloma, perfectamente perceptible en la quietud del hospital, que vino a romper bruscamente el hechizo de la música.

No sin dificultad giro la cabeza, y pudo posar la vista en la tenuemente soleada ventana. El suave contraluz aureolaba la blancura del ave, ágilmente  posada sobre el negro antepecho de hierro forjado del balcón. Estaba tan inquieta, como agitados sus propios pensamientos.

Sin duda, La Hermandad de Jesús Divino Obrero,  habría realizado ya la escenificación procesional del Encuentro de la Madre Dolorosa. Momento cumbre cuando, al pie de ambos pasos, el cofrade lector de ese pasaje evangélico anuncia: ¡Cristo ha resucitado!, y con emocionado ¡Aleluya!, dan suelta a las palomas portadoras de la buena nueva. El enérgico plaf, plaf de sus alas para remontar el vuelo, a modo de gozoso aplauso, satura de emotividad la plaza.

Quizás sea una de aquéllas, y portadora simbólicamente de un particular mensaje de esperanza... ¡Ojalá!, se dijo.  Hacía tiempo que por su ánimo circulaban con dificultad los buenos hálitos.  Necesitaba un vital y preciado trasplante. Nada menos que  un corazón nuevo que le hiciera renacer, ¡resucitar!, tal como la coincidente fecha parecía corroborar.

El sol leonés que, sin duda, había bañado de luz y fulgor el Encuentro del Hijo resucitado y la Madre en Soledad,  al atravesar las inmensas vidrieras catedralicias, no tardaría en aportar, con generosidad, el calor y el cromático esplendor que el acto religioso demandaba. Mentalmente  alcanzó el luminoso crucero, allí donde debería  latir el corazón del gran templo, y virtualmente escuchó... Con los párpados entornados,  permaneció inmóvil en el lecho, deseando percibir los rítmicos latidos que el suyo requería. Y pudo disfrutar de un reconfortante acompasamiento cordial.

Al pronto abrió los ojos a la dura realidad, y miró a la ventana, la paloma ya no estaba allí… ¿Habría sido una ilusión?

Las  limitaciones que aquel mal invalidante le venían causando, habían generado en él,  cual vía de escape, una gran afición al diseño artístico. El ordenador sería a partir de entonces su mejor amigo y aliado.  Aunque siempre le supusiera un inicial esfuerzo físico, no pareció tal aquella tarde de Noviembre de 1998. Sentía un ánimo especial,  y se propuso crear un cartel para la Semana Santa de 1999. Precisamente la Catedral y un Cristo crucificado serían sus componentes.


 Unos discretos golpes en la puerta, interrumpieron sus recuerdos. Una enfermera, de risueño semblante, vino a traerle la gran noticia: “Pronto le iban a trasladar a un Centro de Transplantes”.  ¡Su nombre figuraba ya en lista de espera!

Ya, ni el lamento del metal abriendo brecha, ni el golpeteo redoblante de los  parches, centrarían de pleno su atención. ¡Se le acababa de abrir de par en par la anhelada puerta hacia la esperanza!, y el deseo de atravesar cuanto antes su dintel era obsesión.

¡Surréxit!...
Curiosamente, cuando los papones de Jesús Divino Obrero, despojados de capirotes y capillos, cual signo de alegría, en reorganizada procesión se alejaban más y más de la catedral,  y los sones musicales se iban atenuando, él, en ambulancia medicalizada,  estaba a punto de emprender el deseado viaje hacia la  resurrección que el trasplante le supondría. 

 El Cartel, diseñado con tanto esfuerzo, permanecería para siempre en el insensible disco duro de su ordenador personal…


7 de abril de 2017

Los Decreta y la Junta Autonómica

Procede de salida hacer una importante reflexión y una pregunta  Ahora cuando el ente autonómico habla de mostrar al alumnado, en los textos escolares  de forma curricular, lo de ”León Cuna de Parlamentarismo”.  Algo que hasta ahora, cuando la autoridad de la UNESCO ya lo ha elevado a la categoría de Patrimonio del Mundo, el proceder de la Junta estaba en las antípodas. De modo que no nos debemos dejar engañar, cuando han empezado a soltarlo, no va más allá de ser con la boca pequeña, como cosa que está de moda y que por eso se repite. 

Hasta aquí la consideración. Sigue la pregunta:

¿Cómo vamos a creer ahora en la buena intención de la Junta autonómica que dejó pasar el octavo centenario (1188/1988) sin mover un dedo para poner tal hito en valor, en verdadero valor,  sin reticencias perniciosas; pues, incluso se buscaron  exégetas para que, desde un enfoque de minusvaloración, se difuminara el acontecer histórico?


Todo cuanto se hace en esta Comunidad, forzada comunidad hay que destacar, no puede llevar implícito una revalorización de lo leonés, y mucho menos algo que haga sombra  al acontecer castellano tanto de ayer como de hoy. Esto es palpable.

El alcalde de la capital de la provincia de León, el señor Silván, cuando se ha presentado como aspirante a jefe del PP en la Comunidad, incluso en León, en la ciudadanía las voces que se elevaron no eran de apoyo, más bien de recriminación por no haberse significado en la defensa de lo leonés, tanto, social como económico, en su proceder como Consejero.

Ahora sí, conseguido el  reconocimiento del pasaje histórico que citamos, quiere lucirse como defensor de tal acontecer. Para ello dirige al Presidente de la Generalitat catalana, una carta censurando la intentona de apropiación de la primacía parlamentaria. Creemos ver oportunismo con nada de desgaste, y  posible ensalzamiento de su figura política comunitaria.

Señor Silván, una vez que el toro ha pasado, las posturas no son otra cosa que gestos para la galería. Pues, este pasaje histórico leonés de 1188  que la UNESCO, reconoce a través de  los documentos aportados, huelga decir que éstos ahí estaban,  y ni usted ni nadie del ente autonómico supieron ponerlos en valor,  o peor, por interesado silencio callaron. Los leoneses, poco o nada enterados, actuamos con la pasividad de quien, o se considera poseedor del grado de leonesidad suficiente que le hace intocable, tiene interiorizada  la renuncia a seguir luchando, o espera que las aguas vuelvan a su cauce por pura justicia histórica y ahora constitucional.


 Tampoco han querido en el ente autonómico hacer la más mínima alusión al leonés que en su haber tendrá para siempre el carácter de promotor,  en el año 2012, de la solicitud ante la UNESCO,  convenientemente acreditada, manejando la documentación que en el ente silenciaban.   Hablamos del intelectual leonés D. Rogelio Blanco Martínez.

Quien, a mayor abundamiento, conviene destacar, hubo de hacer un profundo y bien dirigido seguimiento del proceso, hasta culminar en 2013 asentado el dato en la Memoria Histórica del Mundo. ¡Una labor encomiable, por lo tanto!



Hasta entonces perniciosamente venían dejando transcurrir el tiempo sin escribir  ni una línea en los papeles autonómicos, motu proprio, para ver si pasaba la bola. Ahora, señor Silván, entiéndalo bien, no censuro la defensa hecha por carta; estupendo, pero no sólo no borra su actuación anterior desfavorable para lo leonés, sino que destaca aún más la indolencia permisiva para silenciar lo leonés en la Comunidad que usted defiende, aunque nos margine.

Castilla fue entonces a rebufo, y esto lo toleran mal. Ahora nos toca esperar a ver el tratamiento que dan en los textos escolares al dato, al hito histórico Leonés, o mejor aún del Reino de León.