31 de diciembre de 2011

Algo más que buenos deseos para 2012

El Ramo leonés se ha revitalizado. Ahora marquemos el 2012, en el calendario de las ilusiones, como el de la gran eclosión; su progresión en nuestra sociedad se puede hacer imparable. Pongámoslo entre los deseos para el año que entra.  ¡Pero todos!, participando o simplemente reconociéndolo como algo más que un símbolo, sin que esto sea menor,  como una seña de identidad leonesa arraigada en el nutriente perfecto de las tradiciones que antecesores nuestros han sabido preservar y nosotros intentaremos conservar.


Adornándolo con esperanza de futuro para el Pueblo Leonés, y significándonos como miembros sociales y fieles a una cultura propia, superaremos la inducida etapa de confusión identitaria  que nos ha tocado vivir.  Pasamos página... con un deseo:


 Nada mejor que el propósito de colgar en la más visible de sus ramas el:
 “soy leonés”,  que hemos sabido conservar interiorizado y que demasiadas a veces nos cuesta tanto mostrar.
¡Feliz 2012!

21 de diciembre de 2011

UN RELATO POR NAVIDAD

A modo de entradilla:
La lectura de lo escrito con precisión investigadora sobre La Candamia, por Miguel Ángel González González, despertó en mí algunos recuerdos, especialmente lo relativo a  la vertiente del Portillo, a la que he estado largos años vinculado, y que intentaré plasmar, no sin unas imprescindible pinceladas de inventiva para añadir color a un cuentecillo.

Un pastor en la distancia
Evocando su imagen

La figurita del pastor ha sido siempre pieza imprescindible en los belenes, pues con ella, desde niños, parecíamos caminar hacia el portal, no sin mirar de reojo a los más lentos Reyes Magos.
Como paseante habitual de algunos caminos en la Sobarriba, en especial los más próximos a la capital, senderos de tierra removida que el plan de Concentración Parcelaria ejecutó allá por los setenta del 1900, con la alevosía de llevarse por delante setos y sebes vivas, tuve oportunidad de empezar a ver, en la distancia, a un singular pastor conduciendo un generoso rebaños de ovejas.
Así,  a  lo lejos, corto en dimensiones ópticas, para nada desmerecía  de la figura de barro cocido, apenas decorada ya por el uso, que todos los años, solíamos colocar en familia, con especial cuidado, en el propio “nacimiento”.


En vivo, y fiel a su estampa, parecía integrarse en un paisaje abierto de pequeñas lomas, como si nunca se hubiera movido de allí, en aquellos predios de Corbillos, Villavente o Tendal. Tampoco cambiaba su atuendo externo y compostura, o así conservo fotografiada su imagen en la memoria,  con  un imprescindible tabardo, “todo tiempo”. El zurrón colgado en bandolera, de  lanosa piel del ganado que cuidaba. Y el cayado,  verdadero apoyo y arma conducente de sus reses,  que venía a completar los elementales atributos pastoriles.
 Los ladridos de un pequeño y agitado perro, auxiliar valioso, movido,  inquieto y siempre atento a la voz de mando, aportaban “el audio” al clásico cuadro.
Casi en solitario, por aquel entonces, siguiendo un camino de tierra y piedras, que una vez culminado el Portillo iniciaba una suave ascensión hacia los altos de La Candamia, allí donde los altos pinos ponían el color verde perenne a las arcillosas laderas, se llegaba hasta el mirador de Las Lomas. Abajo, a lo lejos, la capital, y la catedral emergiendo sobre los tejados.
La Fuente del Oro León 664075La marcha tenía también otra meta: alcanzar la Fuente del Oro, donde, un trago de agua, especialmente en verano, era el sencillo premio. Eso justificaba el paseo, pero además, al decir del pastor, no estaba exento de unos agradables bienestares internos, junto al influjo de los sentimientos de pertenencia a aquella tierra.
 Apenas una docena de veces pudimos conversar con cierta calma y largura. Intensas por su parte, pues lo suyo era más hablar que escuchar, sobre todo en los temas que parecía dominar. Y jugosas para mí, dada su convincente facundia.
No era pastor por vocación, lo dejó bien claro desde el primer momento. Y se regocijaba al decir: Puede que mi particular forma de ser y comportamiento, me acerque a la condición de pensador, añadiendo: pastoreo ovejas y pensamientos. Rebotado del Seminario de León, aunque esta faceta más que otra cosa la quería soslayar, ahí estaba, le había marcado y aportado un primer punto formativo, lo reconocía.
Su nombre era Teodoro, pero más bien se le conocía como Dorín… no por pequeñez de estatura; era éste un apelativo cariñoso que cuadraba con su afable personalidad e interés por amigarse con todos.
Nunca le vi tan animado como aquella ocasión cuando estuvimos charlando bajo el paraguas generoso de sombra benéfica, aunque no hubiera sol, de un gran mostajal. Un hermoso ejemplar, al borde del pinar, casi lindante al pedregoso camino de las Lomas, apellidado “de la hierba” por el dueño de la finca donde estaba arraigado, un personaje leonés muy conocido, a la sazón presidente de la Diputación.
Apenas separaban al mostajo ochocientos metros del Vértice Geodésico: el Valenciano. Una “mira”, como la denominaban los lugareños, izada en lo más alto del Portillo sobre una blanqueada y cuadrangular base de hormigón. En tono enigmático, de ella nos habló Dorín, en tanto su rebaño, bien cuidado por el perro, parecía sestear tranquilo. Lo hizo con voz tranquila:
“La noche de San Juan es un momento mágico para que acudáis a ese altozano, en especial si está el cielo despejado y se pueden contemplar las estrellas a pleno brillo, en cada rostro de los asistentes apreciareis el fulgor plateado de las emociones que parecen aflorar.”
Cómo sustraerse a tal anuncio. De modo que, poco o nada convencidos, así lo hicimos. Nos resultó relativamente fácil, teníamos la casa familiar muy próxima, ladera abajo caminando por entre espinosas aylagas con dirección al pedregoso camino…”de la hierba”, y pasando por un espacio“insular”, entre cárcavas, conocido por los cazadores como el lebrero. No nos defraudó la experiencia, pero tampoco sentimos el calambre eléctrico de las emociones intensas. 
En esa misma ladera existía un manantial oculto, ornado de una gran junquera receptora de su humedad; una corriente de aguas subálveas que por un antiguo encañado de morillos circuló hacia un caño con pilón que, según rezaba en su frontis, mandó colocar Carlos IV, allá en la subida por carretera al Portillo.
La variante de la Ronda Este, ”una vía rápida” cargada de semáforos, de infeliz memoria para muchos, en especial para los vecinos de Villaobispo, demandó un nuevo emplazamiento para él, y así, maltratado, unos metros más atrás, perdió agua y prestancia. Para entonces el “camino de la hierba”, asfaltado, le empezaron a llamar carretera de Golpejar.
La abuela de Dorín, una mujeruca muy de la época sobarribana aquélla, la de una Hermandad tan operativa como necesaria, gozaba de condiciones de vidente, diríamos hoy. A su muerte, su madre heredó esa magia, y él esperaba atemorizado, repetía una y otra vez, alcanzar ese don, aunque de momento tan sólo ejerciera como zahorí, varas en mano, para detectar la presencia subterránea de agua.
No tuvo mejor lugar para contarnos esa faceta, ni mejor ocasión, que en la proximidad de Villavente, una áspera tarde otoñal, con el viento azotándonos el rostro, del que tratábamos de resguardarnos junto a un teso apellidado el cigoñal, donde hubo un monasterio: el de la Santa Cruz. Este nombre, anunció con buena dosis de orgullo, lo llevaba mi abuela desde la pila del bautismo: María de la Santa Cruz, era su gracia.   

Si yo hubiera tenido capacidad de modelar, con el propio barro de la Sobarriba, sin duda habría elaborado una figura para los belenes, tomando como modelo ese pastor de ovejas y pensamientos, al que admiré. Y nada mejor que haciéndole adoptar la pose del Quijote pensador, el del escultor Víctor de los Ríos, que sentado sobre un pináculo de grandes piedras, cantos rodados procedentes de construcciones megalíticas halladas en Camposagrado, estuvo emplazado, largos años, justo enfrente del caño del Portillo, en terrenos de la Caja de Ahorros de León, hasta que fue trasladado al Campus de Vegaza.
Con relación a esto, la sensación que desde entonces me ha acompañado, es que sin duda habría conseguido para tal figura de pastor, junto a sus ovejas… y pensamientos, un puesto repetido en los nacimientos leoneses, puede que con distintas caras de personajes conocidos, tal como ocurre con el “caganer” catalán, o en menor medida con la castañera madrileña.

Coplillas para cantarle con el Ramo navideño no le hubieran faltado.


16 de diciembre de 2011

Vistamos el Ramo Leonés

Y nada mejor que con el ropaje de la dignidad para quien, formando parte de la identidad cultural de un pueblo, está reforzando su presencia festiva entre nosotros.  
Las tradiciones nos motivan a los leoneses, siempre lo han hecho. En colectividad sabemos vivirlas, incluso disfrutarlas, y no es un dato menor, aun cuando como pueblo conjuntado fallemos demasiado.
La Navidad leonesa, ahora más que nunca,  nos está invitando a dedicar un preferente lugar para él. ¡Lo estamos recobrando con vigor!  Y no estaría de más que, en busca de un puesto imperecedero, nos obliguemos a defender su pureza leonesa, frente a posibles acoplamientos foráneos.
Aboguemos por lo que debe  ser algo más que un adorno.  Tomémoslo como la arbórea representación de las tradiciones de un pueblo, precisamente en la Navidad de los buenos deseos, aunque éstos no duren más allá de la festividad originaria;  pero que, repetitiva, con la constancia del calendario, vuelve y vuelve…
 Cubramos su noble esqueleto de madera  con la vitalidad de lo propio, aunque parezca que el sentimiento se nos cuela por entre los calados hilos de alguna antigua puntilla, que seguro atesora el calor humano de Filandones familiares. No todos, ¡lástima!,  podremos encontrarla con tal cualidad; pero una moderna, a la que generosamente confiemos esos valores, cumplirá su cometido.  
No pueden faltar los humildes complementos de antaño, dulces o golosinas, tan caseras como el propio Nadal. O los frutos secos, fáciles de conservar y siempre a mano, pendientes de  hilos a veces demasiado toscos, pero aprisionados con nudo generoso. Y qué decir del acebo, la hiedra, el laurel…verdes elementos que han de conservar su espacio de adorno vegetal. Lo sintético tiene otro campo, mas no es desdeñable.  
No importa demasiado que a algunos les demos un toque de modernidad, todo se renueva, pero su esencia, su mensaje, el de un pueblo que sabe cantar a su Navidad, debe perdurar con el sencillo encanto de lo que fue, y debe seguir siendo.     
Raigañu
 Y situado por derecho propio en cada hogar leonés, pongamos la limpia mirada, a través del espacio triangular de su estructura, en busca de los recuerdos más queridos. Pues de eso se trata, de recordar lo bueno para compartir,  y eludir lo dañino. 
El Ramu de Nadal, es la más genuina aportación leonesa al complejo mundo de una generalizada festividad. Y ya que estamos instalados en el loable deseo de hacerlo pervivir, cantemos también las jugosas coplillas que siempre lo han acompañado, confiriéndole personalidad bien diferenciada.
¡Feliz Navidad 2011 para todos!

3 de diciembre de 2011

Dos gestos, medalla en mano

El Alcalde de Barcelona, Xavier Trías, se quedó con la medalla en la mano. El motivo importa, y mucho.  María Ruíz Martos,  a quien iba dirigida esa “distinción” de honor otorgada por el consistorio barcelonés, mostrando la discrepancia vecinal con el proceder municipal de efectuar recortes en sanidad, educación… la rechaza, justo  en el propio acto de la imposición.


No ha sido un “desplante”, o una pose para la galería; lo entiendo como pura coherencia con sus comportamientos vecinales reivindicativos. Lo mejor es que lo expresa con firmeza, pero sin ira. Todo un ejemplo.
Con la medalla en la mano y cara de circunstancias, el alcalde de Barcelona, tuvo que encajar el reproche que llevaba  implícita la actitud digna de una de sus convecinas que se niega a recoger un galardón  que, considerado puro teatro muncipal, la molestaba.
Llevando el agua a nuestro molino leonés, y teniendo como ilación  lo de la medalla, recordemos que:
 En 2010, lo que debió ser un feliz aniversario, 1.100 concretamente del nacimiento del Reino de León, la Junta autonómica siempre atenta a solapar actos leoneses con sus actuaciones, obligadas unas, interesadas hacia la negatividad las más, también se sacó de la manga una medalla. En este caso… digamos,  que para  halagar a la jerarquía eclesial de San Isidoro de León, por aquello de que las primeras Cortes parlamentarias de Europa se habían desarrollado el año 1188 en el Claustro de San Isidoro. Un dato que les ha costado admitir públicamente.  Pero “olvidando” a los leoneses de ahora, atrapados en el ente autonómico.  Un pueblo histórico maniatado políticamente, al que no se le reconoce su identidad diferenciada.

El Abad, mostrándola al respetable, se siente satisfecho, no sé si también orgulloso. Con todos los respetos, habidos y por haber, hacia él, decimos que  no nos representaba. Pero allí estuvo, entre los políticos,  para recoger un oropel indeseado por los leoneses. Sobre todo esto dejé recogidas mis apreciaciones en un artículo de opinión en Diario de León:
El entonces alcalde de León, Francisco Fernández, socialistas que a ratos se decía leonesista, y hasta puede que lo fuera, pero discontinuo y según conveniencias, asumió tolerante lo de la medalla al abad,  sin que en su ánimo estuviera decir: En nombre del pueblo de la capital que yo “corrijo”, pregunto: ¿quién está aquí representando al pueblo leonés? Pero el partidismo enmudece y los propios sentimientos desaparecen.

30 de noviembre de 2011

¿Quién dirige la Fundación Villalar?

El nuevo director de la Fundación Villalar, Antonio Calonge, profesor de Derecho Administrativo en la Universidad de Valladolid, que en principio no parece abrirnos una nueva expectativa, está arrancando desde la premisa de que la Comunidad tiene un solo pueblo llamado castellanoleonés. Una falsedad que parte del ente autonómico, y él parece compartir. Y no vale la aleatoria nominación: castellano y leonés, que no funde pero sí confunde, pues, tratándose de una pluralidad gramatical, la vienen empleando dolosamente como si de una singularidad se tratara.
En León, desde hace tiempo, resignadamente estamos tolerando la denominación ésa. Está germinando en nuestros niños, dada la permisividad en la escuelas, sin matices, sin rigor, como dogma y esto causa un daño constante en nuestra propio “ser leonés”.
¿Qué somos los leoneses y los castellanos para el señor Calonge, un solo pueblo? De ser así se acrecienta el error, al partir claramente de una imposición política que la Fundación difunde cual portavoz permanente  del ente que la sufraga. Así que nos permitimos formularle públicamente dos preguntas:
 ¿Por qué se ha de ignorar que los castellanos y los leoneses somos dos pueblos administrados en Comunidad? Y ¿Por qué seguir con el empeño de crear un pueblo desde el poder político?
«Avanzar en el sentimiento de Comunidad», tal como dice, es posible con buena voluntad e ideas limpias, que, por supuesto, se han de transmitir y refrendar en los leoneses y en los castellanos, pero sin la malignidad política de someter a los leoneses que ha primado hasta ahora. Leoneses que no estamos en esta dual comunidad por voluntad propia, sino por «razones» impositivas, que ni él puede desconocer, ni nosotros olvidar.
Y no cuela lo de una «identidad útil», «un regionalismo útil», como califica el empeño unitarista para justificar la Comunidad de Castilla y León. Ambos conceptos nacen de la misma falsedad unitaria. Que por ser postizos no pueden ni tan siquiera facilitar la convivencia ciudadana en comunidad, y mucho menos forjar una sola región.
El ciudadano castellano y leonés, según Delibes, dice el señor Calonge, "se siente vaga e inconscientemente castellano y leonés". Ni lo uno ni lo otro, me permito afirmar con rotundidad, sin ánimo de corregir al fallecido maestro, sino porque no existe identitariamente el castellano y leonés como algo uniforme u homogeneizado. O se es castellano o se es leonés, ambas cosas a la vez no es posible.

La Comunidad, aunque sea por imposición, está compuesta por castellanos y por leoneses; es pues una Comunidad castellano y leonesa, o leonesa y castellana. Pero los ciudadanos llegamos culturalmente a ella diferenciados y así permaneceremos, pues nos significa el sentimiento ancestralmente desarrollado en cada una de las dos territorialidades: leonesa una, castellana otra. ¿Cómo va a ser posible asimilar a una sola identidad, las dos culturalmente desarrolladas en territorios bien distintos y con origen histórico diferenciado?
 La promoción de la identidad castellana y leonesa que se ha venido intentando con gran empeño por sus antecesores en el cargo, ha fracasado por su propia falsedad, y él, si se empecina en ese mismo intento, quemará ilusiones propias y dañará lo verdaderamente sentimental de cada pueblo. El sentimiento de Comunidad es una cosa, y la identidad de los ciudadanos en ella administrados políticamente otra bien distinta, él no puede ni debe ignorarlo.
Dudo de la independencia institucional que dice va a tener; como mucho ésta será “tutelada” políticamente, pues los castellanos que controlan el ente no estarán dispuestos a permitirle alegrías que pongan en solfa “sus logros” unitaristas.

22 de noviembre de 2011

En León lo ideológico puede a lo sentimental

Mi condición de: “pero antes leonesista”, me hace pasar por alto el tema general en las elecciones últimas, 20 N, para poner mi atención en el regionalismo leonés, a tenor del resultado en las urnas leonesas.
El arraigo regionalista en la ciudadanía leonesa, de León, está ahí, pero no es operativo en cuanto a los encuentros plebiscitarios. Sólo los muy fieles a sí mismos, a su ser leonés, o a su compromiso leonesista,  tienen el voto pronto en estos eventos; los más, con la papeleta en la mano  para colocarla en el platillo de una injusta balanza, se decantan por la faceta ideológica que les agrada.
Pero no paran ahí nuestros males, la mayor gravedad la veo en que estamos perdiendo conciencia de pueblo histórico. Todas la batallas pre y autonómicas en las que nos empleamos a fondo, sin resultado positivo más allá de la propia autoestima, hasta caer en el seno de un ente autonómico indeseado, nos han llevado a un grado de estupor que propicia que antepongamos los posibles valores de “la mano ideológica”, a los más inmediatos y propiamente regionales leoneses en busca de su diferenciación y respeto.
Nadie de los que participamos en aquellas escaramuzas reivindicativas, léase manifestaciones, podemos olvidar a algunos personajes políticos que actuaron con negligencia, cuando no insidia, para desviarnos del camino autonómico que constitucionalmente nos pertenecía. Me permito citar a Morano, que jugó con el voto leonesista a su antojo, lanzando soflamas que nos alegraban el oído, en tanto hacía su juego político que será necesario analizar con detenimiento algún día.

Pues bien, este político de hábil especulación demagógica, sin miramientos hacia los ciudadanos leoneses, que ayudó a ponerlos en una cuesta abajo con finalización en las mazmorras del ente autonómico, y no lo supimos ver a tiempo, muchos leoneses no le negaron su voto cuando aparecía en las listas del PP leonés, primero como diputado, y ahora también cuando el partido le ha relegado a las del senado.
Él, instalado en la política, sin la fuerza que tuvo en aquél citado entonces, pasa por lo que le digan sus jefes. Se ha tragado sus rebeldías, se ve desplazado por los ”Pradas y Carrascos” que dominan el cotarro, pero sigue, y hasta tiene votantes leoneses que le mantienen en un puesto en el que ni con lupa se puede ver generado ningún beneficio para lo leonés.  
  El daño que nos causó no le ha pasado factura, los leoneses, parecen haberlo olvidado o desconocerlo; aunque esto último, ni con la mayor condescendencia, sea posible tomarlo como falta leve hacia el sentimiento de leonesidad.

Otro personaje es Luis Aznar,  político que lo fue del  CDS, antaño defensor de lo leonés, crítico con el ente hasta que la coyuntura autonómica le colocó en un puesto de Senador por la Comunidad de Castilla y León en 1989, y en otros cargos de designación política que le cambiaron… entonces empezaron a olvidársele todos sus reproches hacia los que manejaban el ente autonómico, y lo que es peor, el mal que nos causaba la adscripción obligada a una comunidad indeseada.
Ahora apareció, por mandato partidista PP, en las listas del 20 N para el senado, y consiguió como Morano una buena cosecha de votos que solo se explica desde el “masoquismo”  de los leoneses.
Los leoneses tenemos lo que merecemos.
Estamos progresivamente perdiendo conciencia de pueblo histórico, lo que siendo muy grave, además parece llevarnos en las coyunturas electorales, y en función de lo antedicho, a emitir un voto que nos autolesiona en los propios valores.


31 de octubre de 2011

PREJUBILACIÓN O…

Un fondo de verdad he creído percibir siempre en las palabras de Francisco Fernández, cuando se adorna de leonesismo.  Así lo manifiesto,  aun cuando sea por demás escéptico sobre lo que, en general,  nos tratan de comunicar los políticos.  Y en el campo de la leonesidad creo tener una idea aceptablemente crítica, siempre desde un posicionamiento constructivo.
¿Cómo vamos a pedir a un político que deje  aparte la demagogia, que la plena sinceridad fluya en sus palabras,  que haga caso omiso del partidismo que le aprisiona, aunque se empeñe en hacernos ver lo contrario, si éste, el partido,  es algo así como un patrono intransigente, y la demagogia el arma política más común? Se hace necesario leer entre líneas,  e intuir,  más que comprender,  lo que nos cuenta en palabra dicente, o escrita que ahí permanecerá siempre.
Por ello no podíamos dejar sin valorar, en su justa medida, las palabras leonesistas del “hasta ayer” alcalde de León, cuando, dirigiéndose a la Junta autonómica, reclamaba para León la diferenciación que realmente le pertenecía.
Y como, además,  nos iba bien para nuestra maltrecha dignidad de pueblo, pueblo leonés autonómicamente sojuzgado,  aceptábamos  lo dicho cual bien intencionado mensaje de congratulación; menos era nada. 
Así lo recordamos ahora, precisamente en este momento, el del forzado adiós,  condicionado por las circunstancias “laborales” y políticas que no supo calibrar. 
“Abandona” las listas electorales a menos de dos meses de los comicios, marcado por unas cifras económicas de supuesta prejubilación que suenan tan dañinas al oído de los votantes leoneses, que aturden; y la maniobra realizada para llegar a ellas parece que también chirría.
Y ahí salta a los medios, Isabel Carrasco, la ex consejera del ente autonómico, etapa en la que lejos de ayudarnos nos ató aún más al ente a los leoneses; presidenta con mando intransigente de la Diputación, en la que se acondicionó millonariamente un despacho resultón y cobra un sueldo de fábula según se dice, salta a los medios, repito, para acusar al ex alcalde de apañar la decisión de la millonaria prejubilación. Precisamente  ella a quien se la achaca  cobrar en algunos momentos kilometraje como si en coche propio los hiciera y los viajes eran en coche oficial de la institución provincial.
Toma del frasco…

24 de octubre de 2011

Sobre Crémer y su legado


EmilioGancedo, estudioso y comunicador veraz de la Cultura Leonesa, nos habla hoy 23 de octubre de 2011, en Diario de León, de Victoriano Crémer.  A propósito de un galardón literario dice:
Victoriano Crémer dará nombre a un nuevo premio de periodismo leonés
El galardón, del que se ultiman sus detalles, se convocará el próximo 2012
El que fuera decano de los periodistas y los poetas leoneses y españoles, el articulista que siguió publicando incluso después de muerto —dejó una docena de columnas escritas con su vieja Olivetti que, aunque huérfanas, continuaron fieles a su cita con este periódico—, el inolvidable Cronista Oficial de la ciudad, Victoriano Crémer, artesano de la palabra, fallecido en junio de 2009 a los 102 años, dará nombre a un nuevo premio de periodismo que comenzará a convocarse a partir del año que viene…
Muy bien Emilio por tus palabras de recuerdo para Crémer, un encomiable “artesano de la palabra”, un verdadero cronista de los abaratares de nuestra ciudad, manejando el limón y la melaza según conveniencia, y siempre derrochando ingenio en distintos medios hablados y escritos leoneses, en su larga vida de más de 100 años. Durante la etapa franquista nos ilusionó con lo que decía, y aún más con lo que insinuaba iba a decir; que no fue así, pero quedó el anuncio permanenente,  con talento y  talante, hasta el fin,  no nos defraudó con ello.

Foto: Diario de León
















El 14 de mayo 2006  en DL. Emilio dejó dicho: 

En el Ayuntamiento de León, el alcalde, Mario Amilivia; el presidente de la Fundación Carriegos, Santos Llamas; y el propio Cronista Oficial de la ciudad, estamparon ayer su firma en el acta de creación del Aula Literaria Victoriano Crémer, un espacio cultural que ha sustituido al primer proyecto de crear una fundación con su nombre y que tendrá su sede en el chalé de Miguel Pérez, en el número ocho de la avenida Suero de Quiñones. En ella se expondrán los miles de libros, manuscritos y cuadros del periodista del Diario de León y cronista de la ciudad. 

Ignoro el compromiso Ayuntamiento/ Fundación Carriegos, y si se ha hecho público,  en qué términos nació y se desarrolla el acuerdo para conservar el patrimonio cedido a León.  Me gustaría saberlo.
 
En cuanto a lo del galardón periodístico con su nombre, coincido plenamente con Emilio: Un gran acierto.
Crémer seguirá siendo un referente en el mundo periodídtico leonés. Un maestro en el manejo de la palabra escrita, y que, escuchada de viva voz ganaba en ironía y fulgor.
Coincidí con él, muchas veces, en la oficina comercial que el Diario tuvo en la plaza de la Inmaculada. Ambos íbamos a entregar algún escrito; yo un artículo de opinión que podía no ser publicado, y el maestro, dejando un sobre de los de "media cuartilla" con algún genial, por ejemplo, "Crémer contra Crémer. 
Con el correo electrónico se rompió, por mi parte, la ocasión para el cruce aquél de ¡buenos días!, puede que adornado con algo sobre el tiempo, un tema siempre socorrido.  
 
 
 
 
   

8 de octubre de 2011

¡Riaño vive!, en la memoria un pueblo

               El esqueleto del Parador de Riaño, expoliado hasta la extenuación, fue toda una premonición de lo que vendría después.

                 El arte en forma de bien  tratados murales, mostraba al observador, en Riaño,  la ignominia que se cocía en el Gobierno socialista de la nación, se regocijaban en la Autonomía a la que obligatoriamente nos incorporaron, y animaba a unos agricultores próximos regantes en potencia.
           Agricultores a los que, bueno es decirlo, nadie trató de enseñar preventivamente cómo se debía regar con aprovechamiento. Bien es verdad que  tardaron en ver el agua, y tan sólo unos pocos; en tanto otros, posibles beneficiarios en buena parte de las 34.000 hectáreas de la anunciada zona regable leonesa, aún “desesperan”. Pero, un caudal importante de agua, mediante un trasvase con nocturnidad diseñado, es conducido a tierras castellanas.
  
              







      

        Ante la base de la torre de la Iglesia de Riaño, enhiesta en su gran plaza, nos detuvimos para contemplar una singular denuncia que hablaba de amor, y aseguraba: Nos quieren romper el horizonte. Algo así como la esperanza de vivir.  

        














  Un fortalecedor mensaje: Y nada podrá apagar el fuego...
 -Una cruel paradoja, cuando la inundación estaba  tan próxima-
Se podía contemplar junto a un paisaje de verdes montañas, perfiladas bajo un cielo ennegrecido que amenaza acabar con el  esperanzador  rosa de un nuevo alborear. 

Ya no los podríamos contemplar nunca más, ni el agua lo anegaría en vivo, la destrucción, como medio más seguro de desalojar a los riañeses, a mano armada expulsados por los "antidisturbios", sería su verdugo. Requirió máquinas y dinamita; y nosotros, familiarmente visitantes habituales en nuestro paso hacia el valle de Valdeón, tardaríamos muchos años en volver a Posada, tan sólo por no ver la gran masa de agua inundando valles e ilusiones. 

 Nos queda el consuelo de haber participado, junto a los riañeses, en las manifestaciones que en sus calles se generaron. Y aún sentimos el roce suave de los capilotes con los que ocasionalmente nos obsequiaron, que tenían un valor muy distinto al de los que, en algunas húmedas praderías solíamos recoger.

*Las fotografías son propiedad de Máximo Soto Calvo

7 de octubre de 2011

Riaño, un valle objeto de una infamia

Recién acabada la primavera de 1987, con la inexperiencia al hombro en forma de gran cámara de vídeo, poco antes de la  radical destrucción como forma de expulsión del paisanaje, estuvimos en aquellos lugares que unos insensibles políticos habían condenado al ahogo.
La lectura del artículo de Agustín Lasai: Riaño, 25 años de una infamia, me removió lo recuerdos, llevándome a visionar el vídeo aquél, demasiado casero, pero que conserva el valor de un último vistazo y el ¡adiós! captado en el emotivo recorrido que hicimos, precisamente cuando la gran inundación estaba tan próxima.


            “Cual  deforme arácnido vemos la silueta del embalse proyectado para ahogar una hermosa comarca”. 
Así empezamos el vídeo, en la voz de mi nieto Mario, quien, bajo ese fotograma se lamenta a continuación:  ¡Ya nunca podré conocer la hermosa comarca de Riaño!, vivía por entonces en Cataluña.



               
          
                 "Un muro de 100 metros de altura de construcción franquista conserva la tan arriesgada como inútil pintada: DEMOLICION", continúa diciendo.
          La Guardia Civil, cuyo automóvil vemos en el fotograma, vigila.


               En Anciles, el valle que a continuación  de Huelde visitamos,  pudimos leer, en  dos desatendidos letreros: PANTANO NO,  y ANCILES SI, todo un grito de pervivencia...

*Las fotografías son propiedad de Maximo Soto Calvo