19 de octubre de 2020

Un león cualquiera NO.

 Nuestro amigo Barreñada ha sabido captar en perspectiva real,  el rey sobre pedestal y el símbolo de un pueblo  (aquí en León son indisociables animal y simbología) nuestro león en el sumidero...






Publicado en ileon.com

El León y el sumidero

Impotencia, tirando de altivez, puede.  Orgullo…  y lo que hay que tener, seguro.  Lo malo es que esto último, la parte reproductora del “León” se quedará de por vida en el sumidero de la ciudad, allá por donde las aguas se llevan los residuos. Y esto duele y huele.  Antes de continuar debo dejar dicho que no conozco al artista o artistas, ejecutores de la obra: “el león y el sumidero”, me permito titularla sin menosprecio alguno, ni entro a valorar su capacitación creadora artesanal o artística, pero sí  lo hago interpretando lo que me sugiere, en cuanto al manejo de lo simbólico, del mensaje que a su obra hayan pretendido incorporar, que aquí no sólo no lo veo en positivo, molesta su abatida imagen,  y a mí me duele.



Hablo, pues,  y escribo, sobre su obra, que tal como la veo e interpreto, siendo leonés, no  la “entiendo como aceptable”. ¿Por qué un animal leo?  ¿A quién representa?    Nuestro símbolo no puede surgir de las cloacas, ni aun tirando, el animal,  de orgullo gastando unas supuestas últimas fuerzas. Y nosotros de comprensión interpretativa. Sugiere que alguien lo había humillado previamente, que alguien  trató de evacuarlo de mala manera. Voluntario nunca hubiera ido cloaca a bajo, no se alimenta de basura, ¡caza!  

En  nada ayuda a nuestro ánimo interpretativo, por más enfadada que parezca su melenuda testa, o en lo gestual de sus mandíbulas poderosas, y mucho menos alivian su patas delanteras, sus garras bien unguladas y temibles antaño, que, para la ocasión, bastante hacen con intentar mantenerlo en dignidad enhiesta.  Parece estar acodado, para sostenerse en el suelo, mostrador, de la vida leonesa.

Su orgullo, no lo veo representado en el supuesto rugido que pueda salir de sus fauces.   Sinceramente esto me acongoja como leonés. Nuestro “león”, blasón y símbolo, en su “pasar”  lo es de un  territorio, un pueblo,  o rampante de una ciudad, en este caso en la que aparece, sí, sí, una vez retirada una tapa de alcantarilla, para mostrárnoslo en un intento de “salida perenne”... sin posibilidad de hacerlo, y esto puede resultar hiriente.

Sacarlo de las cloacas por imprescindibles que éstas sean, y lo son, no va con la condición del león, León y lo leonés, no es buena solución, es un animal  que así puede dejar de “matarnos de amor”, confundir nuestra entrañable verdad leonesa,  y sí tender a nuestra desmoralización. Su impotencia no puede ser nuestro “mañana” digno.  ¿Estoy magnificando la obra? Puede. Mas esto no es consuelo. 

Lo confieso, no he visto tal obra más que en fotos, pero las hay en abundancia, mi razón es estar lejos de nuestra tierra, pero en la imagen que en este medio he podido contemplar, en el supuesto rugir de sus fauces, éstas, más que amenazantes, las veo como arrugas dolorosas en el animal, fiereza impotente, sufrimiento, aunque en el intento de erguirse haya un punto de orgullo

Otra cosa es que, Saleal, gestor de nuestras aguas en León capital, agradecido por los contratos firmados, quisiera devolvernos en forma de regalo, algo que no fuera efímero, se pudiera mostrar de continuo, tal como una imagen, una estatua, un ser de fábula. En cuyo caso, si se hubiera abierto un turno de proposiciones, personalmente hubiera optado, por la misma idea, salir de una alcantarilla la devolución generosa, pero en forma, por ejemplo, de un topo gigante, un  fantástico ser subterráneo,  descendiente directo de aquél, que, nocturnamente, se afanaba en destruir la obra que los canteros hacían cada día para elevar a los cielos la Catedral, nuestra Pulchra Leonina.  Sé que es más fácil criticar, aunque sea en positivo,  que crear. A la vista de las cosas, de los acontecimientos, resulta hasta fácil elucubrar. Ante la obra en estudio, no he podido menos que mostrar mi discrepante parecer. 

6 de octubre de 2020

Luis García Zurdo

 

La bonhomía una excelente cualidad en un artista de callado hacer, el tiempo ha elevado a encomiable el mérito su obra. Pero que no se ha ido sin elogios, en vida, que es cuando proceden, ni reconocimientos artísticos y humanos...alguno recibió, pero costó.


En septiembre de 2001 dije en un escrito a él dedicado en La Crónica de León:

 

ZURDO,  LEONÉS Y ARTISTA

Con Luis García Zurdo, se pone claramente de manifiesto la dificultad que entraña “ser profeta en la propia tierra”.

Desde mi posición de sencillo lector, eso sí consumidor preferencial de aquello que se relaciona con nuestra cotidianeidad leonesa, no me inquieta decir que, a pesar de ello, en el tema vidrieras de nuestra Catedral, hasta ahora lo único que tengo claro es que la Junta Autonómica con su protagonismo centralizador, se destaca como la máxima responsable.  Por supuesto no del deterioro de aquéllas, claro está, sino porque el programa de actuación protocolaria en la conservación de tan delicados vitrales leoneses, o no funciona, es más político que técnico, o ¿no existe?



El Taller de Reparaciones, y ¡Estudio!, está cerrado. Si Zurdo, máxima autoridad leonesa en la materia, ha venido informando, y mantiene lo dicho sobre el gravísimo estado de muchos vitrales, ha de saberse quién ha tomado la decisión de olvidarlo dando el cerrojazo económico en tan laudable como imprescindible obra e idea restauradora. Si la continuidad del ejemplar taller, a pie de obra, en la propia Catedral, depende de los presupuestos del ente, en éstos ha de contemplarse la dotación anual pertinente para ello.  O,  ¿eluden políticamente la continuidad mensual y apuestan por habilitarlo sólo en “pudiembre”?, esto es, en el mes que se “pueda”.

 Patrimonio, así en abstracto es como lo nominan, al parecer es la institución u organismo autonómico que debe saber y velar comunitariamente por lo patrimonial artístico y monumental de los leoneses y de los castellanos.  Ignoro quiénes son los componentes, políticos y técnicos, su número y sus funciones; mediáticamente hasta ahora nadie les ha citado por sus nombres y cargos. Mas, por qué no ir a lo racional: demandemos competencias y presupuesto, en León no sólo estaríamos dispuesto a afrontar el reto, sino que nos haría recobrar la autoestima, hoy por los suelos.

García Zurdo, director in pectore del taller de restauración, sin remuneración alguna; intitulándose, con su conocida sobriedad y sencillez, asesor, ha manifestado que nunca ha cobrado dinero por esa función. Y está corroborado. Eso no le exime de responsabilidad, y él lo sabe y cumple, de ahí su “cabreo” cuando no se le escucha. Es evidente, señores políticos patrimoniales, que si decidió en su día asumir tal responsabilidad y fue aceptada, todo cuanto él proponga dentro de la línea artística y técnica, aunque sea bajo mínimos, dentro de un programa estudiado y asumido ha de ser respetado por ustedes:  Patrimonio.

García Zurdo, ni clérigo ni político, pintor y artista vidriero, paisano leonés, metido por vocación profesional a redentor de lo nuestro, denunció que el cierre del Taller de Restauración y Conservación era una ignominia, pues goza de cualificación internacional; además, “parar” a sus expertos profesionales supone un peligro real para nuestras vidrieras, que necesitan restauración continua y sin pérdida de ritmo, señalando  a la Junta como culpable, por lo de los dineros y el olvido.

D. Luís Aznar, delegado en León de la Junta, cabeza visible y presidente de la Comisión Territorial de Patrimonio, no tardó en contestar al señor García Zurdo.  Para mí, ciudadano de a pie, fue más bien una réplica que  una aclaración informativa como la que merecemos los leoneses,  y en ella, lo dicen los medios, acusaba al Maestro Vidrierista de ser el culpable, “ya que hasta ahora las prioridades de intervención las ha marcado Luis García Zurdo”, dijo. No es así, Zurdo lo ha dicho y abandona herido.  Y, me pregunto ¿acaso no será que temen en el poder que León se consolide y pase a ser el referente autonómico en la materia? 

En el tema intercurrente: vidrieras prestadas para una exposición. Con polémica entre Cabildo y Patrimonio, ha pillado en medio, o cuando menos salpicado al artista Zurdo. El contrapunto lo ha puesto el director del Museo de la Catedral, D. Máximo Gómez  Rascón,  al manifestar  que esto “ no es más que el principio...”.  El que sabe, sabe...  el no informado es el pueblo.