24 de agosto de 2020

Autonomía Región Leonesa

        



   



                  

                



 Mi frase a modo de entradilla

 Siempre lo he entendido así: La Autonomía de la Región Leonesa tiene un precio que va  aumentando  a   medida de que nuestro amarre autonómico con retazos de Castilla...  dura y ...           








                     David Díez Llamas. Dixit:


El precio de la libertad y la autonomía de la Región de León

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 Libertad sin ira…

Estando de pleno en el mismo sentimiento leonés que rezuma David, nuestro sociólogo de cabecera,  leonesista de gran afianzamiento racional y anímico, me voy a permitir mostrar sobre lo que nos ha dicho “hoy” bajo el epígrafe del  “precio de la de libertad”, algunas consideraciones, reflexiones más bien, haciéndolo desde la mejor idea de libertad  y amistad.  Y no por, sino a propósito de.

Tras manifestar mi creencia  de que ser  leonés,   es algo único, ni mejor ni peor, sí propio e intransferible, y fruto de ello un sentimiento llamado leonesismo,  añado que,  a duras penas es  reconocible con fulgor hoy ese “ser leonés”, en un pueblo en “horas bajas”, que pugna por seguir siendo identificado como tal,  y que, más o menos consciente de ello, sigue un viaje depauperante al que no acierta a poner freno. 

Tenemos libertad para seguir identificándonos como leoneses, SÍ; compromiso popular compartido para ello, en el sentido más lato, pues NO. Fallamos nosotros, el pueblo, y sobre todo ¡los políticos!, que hacen caso omiso del respeto que nos deben, y nos escamotean libertad, en la medida que, sin consulta alguna,  se arrogan nuestra propia capacidad de decidir, que debe ser sagrada e intransferible.

Un pueblo o si prefiere una ciudadanía que se ve obligada de continuo, si no quiere desparecer,  a explicar que  es  “ser leonés”, evidente ha estado, y está,  permitiendo que alguien, dada la propia dejación o simple desmayo de nuestra personalidad, por usurpación de poder, le marque una ruta recortando libertades, y aunque no renunciemos a ellas, especialmente en el plano personal, si no se vindican al unísono, es que falta diálogo y falla la conexión  popular.    

Si nos ceñimos a los  leoneses del territorio provincial por sentir ese gentilicio como vivo  perenne e intocable, por aquello de que soy leonés puesto que soy de León, y no admite engaño ni duda, estamos manteniendo el tipo, haciendo patente que lo leonés  tiene presencia anímica, cultural y vivificable.

Cuestión a parte son las otras dos terceras partes, sin cuantificar, Zamora y Salamanca, que si se sintieron región leonesa,  con deseo de compartir territorio e  identidad, mi percepción de hoy es que  tan sólo un leve movimiento popular mantiene el fuego sagrado del “no me quiero olvidar”.

La triprovincialidad es algo a compartir, desear y conseguir entre  tres como el propio prefijo indica. Es lo que nos queda: La región leonesa,  como  heredera y representante  de lo que fue un Reino.  ¿Hemos  dejado de compartir cultura cuando la historia se empezó escribir en Moderno?, no faltan quienes así lo aseguran. Si desaparece la región, el Reino es papel, es letra,  es historia. En cuya orla podemos aparecer, pero como  algo que fue. ¿Queremos eso?  ¿Estamos dispuestos a tolerarlo? Opino que no. La pregunta final es  ¿qué hacemos para evitarlo?

No hay unidad de pensamiento triprovincial, pero no debemos rasgarnos las vestiduras por ello, todo se recupera, todo se reinicia, cuando las voluntades se aúnan.  Mas, no es esperable el mismo empuje  en cada una de las partes dispuestas a componer un todo. Sin ahogar diferencias, prima el ahuyentar recelos. Alguien ya ha puesto la primera piedra, o mejor la mantiene activa en el ámbito sociocultural, la “reivindicación ciudadana” tiene la palabra.

 “Décadas después de que la Región Leonesa se haya integrado en la Comunidad de Castilla y León el debate permanece. Los leoneses siguen resistiéndose a pesar de todo a perder su libertad e identidad”. Lo afirma David y lo ratificamos en especial los leonesistas, pero no exclusivamente; pues, desde el propio “ser leonés”,    “poder y libertad” para ello existe,  la cuestión es si estamos en condiciones de aplicar, mayoritariamente, ambas cosas.

Desde la historia que otros nos han escrito, siglos atrás, a la que hemos venido añadiendo pasajes de tolerancia, permisividad y silencio de moderno cuño, se siembra confusión, incluso entre los de casa.

“Nuestros políticos”, pues desafortunadamente  lo son en tanto depositamos en ellos la representatividad, nos cierran por mandato partidista caminos de expresión, y osan manejar nuestra “libertad” de ser leoneses. Comunitariamente casi lo logran. La regionalidad leonesa ni la contemplan. No son más coercitivos, en principio porque no pueden, pero usan el truco de decir una cosa y hacer otra, llevando en la misma mano  los conceptos libertad y permisión de expolio.