25 de mayo de 2017

"El Bueno" de Guzmán de blanco

En 2017 "la Cultu" está a punto de ascender a mejor categoría. La Región Leonesa todavía permanece estancada en la  agobiante autonomía que nos impusieron...  





           En 1998 dije...     

             Ayer” vi a Guzmán de blanco  
        Ni bien ni mal me pareció la idea, si acaso chocante. Mas, sí me recordó otra ocasión, aquélla en la que, un intrépido leonesista le colocó, poco menos que en la mano, una bandera de León. Momento histórico de euforia reivindicativa.

         “Ayer” vi a Guzmán de blanco
     Una gran camisola de albo color, como la que ha venido siendo parte integrante de uniforme del primer equipo  de fútbol capitalino, la Cultural, cubría con torpeza su robusto y vestido tórax.  El número 12 en rojo destacaba sobre su espalda un tanto encorvada por el peso heroico de sufrido defensor, angustiado por su hijo, momento duro plasmado en bronce.

        “Ayer” vi a Guzmán de blanco
     Sobre su  pecho se podían leer, alterando el inmaculado espacio de la ocasional tela, unos rótulos de propaganda pagada. Es práctica moderna que un “patrón” o patrocinador, al que llaman, o se conoce genéricamente con el barbarismo españolizado de esponsor, implante algo más que su anagrama a cambio de un importante  apoyo económico para el equipo anunciante.
          
Y precisamente ese valor material, el que los rótulos pagados imprimen al uniforme deportivo culturalista de hoy,  me refiero al empresarial del que paga, sea quien sea éste; tan distinto a otro valor, el de abnegación del propio Guzmán,  “ayer”,  y para la circunstancia, más me hubiera agradado su ausencia.  Otra cosa es que asuma lo original de la idea de infundir ánimo a los leoneses, para la ocasión, con la complicidad del “bueno” de Guzmán con camisola.

        No obstante, si me encontrara ante el dilema de tener que elegir una de las dos ocasionales imágenes de Guzmán, ambas ya en el recuerdo gráfico: como culturalista o como leonesista; sin dudar preferiría esta última, por más emotiva para mí, y su mayor afinidad con el comportamiento y leyenda de nuestro “paisano”, estático en su pedestal siempre, pero gestual, recordatorio activo de una actitud difícil y dolorosa. 

      El brazo armado, cubierto hasta el codo por la manga de la camiseta, parecía señalar con más efectividad que nunca hacia la estación, recordándonos el dicho popular de: a quien no le guste León ahí tiene la estación.  Pero desgraciadamente no será solamente ésta, sino que la acompañarán  las vías férreas  - el atenazador dogal férreo –; y   permanecerán inamovibles,  a tenor de las últimas propuestas del consistorio,   para ser señaladas  por la diestra del bravo defensor de Tarifa,  como un oculto  deseo político de cortas miras.

       Y no es cuestión de pasar sobre las vías, o por debajo de ellas, ni aún siquiera para hacer la gran prolongación de Ordoño II que soñó y proyectó Valeriano Campesino, personaje leonés más emprendedor que político, para el que ir cuasi en línea recta hasta el santuario de la Virgen del Camino era un reto electoral en su momento.


      Ni de  intentar comunicar por túnel con los espacios de terrenos hoy muertos, allende los raíles,  buscando recalificaciones.  No.   Hay que suprimir el dogal, así, primero, desaparecerá para siempre el desesperante paso a nivel del Crucero, y,  de “rebote”, el proyectado estadio de fútbol vecino al Pabellón de deportes,  ganará en legitimidad en cuanto espacio adecuado.

 Aunque cosa bien distinta es poder justificar la gran inversión dineraria para la  ejecución material del coliseo, sin el gran equipo que le dé la oportuna réplica deportiva, que goce de clientela suficiente para su sostenimiento y no tenga que seguir buscando la dádiva generosa municipal, del dinero de todos, incluidos los que  no participan o gustan de ese deporte.

 Pero sobre todo, lo notoriamente importante de la pedida supresión de los raíles, es que, de manera efectiva, se integrarían en la capital y sin barreras, los barrios de San Francisco de la Vega, La Sal etc. sus gentes, los sufridos vecinos.  Suponiendo además un gran paso hacia la imprescindible expansión capitalina, si es que ir en busca de una futura ciudad media y moderna es nuestro deseo.  Mas siempre que ésta haya sido pensada con detenimiento y no tratada de ejecutar a golpe de efectividad  o de propaganda o de ambas al alimón,  como se viene haciendo en el “casco”; en muchos casos con la improvisación de “un si sale”, al rebufo de los dineros europeos transitorios.

“Ayer” vi a Guzmán de blanco
Me hizo recordar que aun permanece solo en ese difícil menester de ornar la ciudad.  Años, muchos años ha pasado como digno representante en solitario de esa faceta histórico-ornamental, y la ha cubierto con la dignidad de un defensor de lo propio y  de lo ajeno a él encomendado,  de un defensor impávido; recordándonos que esta última faceta se ha podido trasladar al carácter, más bien frío,  como nuestro propio clima, de los leoneses de hoy.

 Hasta el advenimiento de algunos bustos, ¡menos es nada!,  del P. Isla, Ángel Barja, Magdaleno, por ejemplo, Guzmán supo, si excluimos al mitológico Neptuno, ser uno y solo, para la fotografía de recuerdo.

 “Ayer” vi a Guzmán de blanco 
Fue bonito en tanto duró como ilusión.  Espero no tener que verle de negro luto por asuntos de más calado,  por la intransigencia de unos y la poca fe de otros, “in albis” del propio valor leonés a conservar y defender.



18 de mayo de 2017

Patrimonio arqueológico leonés

Nunca nos ha ido bien a los leoneses en este menester. Nuestro patrimonio arqueológico, que ha venido apareciendo, no especialmente por sorpresa, puesto que más o menos se podían esperar hallazgos en determinados lugares, no ha gozado de  la dedicación presupuestaria pertinente en el régimen pasado. Nada generoso.

Después la Comunidad autonómica a la que nos acoplaron tras la Transición, y toleramos, ha tenido actuaciones poco claras, siempre de dudosa eficacia, tal como si les incomodara todos lo leonés que sonara más que lo castellano.  Lo suyo ha sido, una vez descubierto,  documentar los hallazgos  (decían), después volver a enterrar (con protección, indicaban). Ponerlo en valor ha venido pareciendo un  lujo que, según actúan los dirigentes, no nos merecemos los leoneses.




Hace unos días en Diario de León publicaron un artículo de opinión mío en el que mostraba mí parecer sobre los restos encontrados en el Seminario, junto a la Catedral, romanos y medievales.  Los factotum autonómicos ya decidieron taparlos. ¡Y mira que las catas realizadas prometían! A la parte eclesial “dueña” del patio excavado,  parece irles muy bien esta decisión de tapar. Si luego patrimonializan el Museo de Semana Santa, redondean el tema. Invito a su lectura...    

11 de mayo de 2017

Primera Lectura Pública de los Decreta de 1188

El día 22 de abril de 2017, en la Plaza de San Isidoro de León tuvo lugar la lectura de los Decreta de 1188.


Un acto popular, que quería recordar una lección histórica.


El pueblo leonés medieval alcanzaba una representatividad desconocida. Una lección de comprensión y coordinación con el Rey, que se autolimitaba en sus poderes; la nobleza, y el clero, ambos estamentos ya entrenados en estos menesteres;  y el pueblo, a partir de ese momento  también presente y con voz.

Todos reunidos en la Magna Curia de abril de 1188, legislando, de ahí los Decreta para su implantación en todo el reino, vinieron a componer algo desconocido hasta entonces, el primer parlamento para tomar acuerdos de gobierno, que pronto se escribiría con mayúscula.

Para ocultar el valor innovador y su transcendencia de futuro, no han faltando “historicidas” dedicados a minusvalorar lo acontecido entonces y a silenciar la repercusión futura,  enmascarándola con lo castellano dominante.

Lo malo  es que  hoy los leoneses, autonómicamente,  nos hemos dejado envolver, por obra y gracia de nuestros políticos, en un ente con los castellanos. Los dirigentes políticos autonómicos, han exhibido de origen un especial empeño en considerar lo leonés como propio, ocultando, cuando no borrando todo lo leonés que era destacable, en un claro intento ensombrecedor.

De modo que el sencillo, pero vital acto, el  de la “Primera Lectura de los Decreta de 1188”, en la plaza pública de San Isidoro, con el pueblo como protagonista y sin injerencia políticas, nos mostraba un calado de potencial importancia. Nos recordaba  un pasado que estamos obligados a evocar, dando la verdadera dimensión popular de los derechos, libertades alcanzadas. Un espejo en el que otros debieron mirarse para tomar un similar rumbo.

Como es sabido,  la idea partió de Juan Pedro Aparicio, en compañía de José María Merino. Una feliz iniciativa con todos los predicamentos leonesistas.  No digo más a este respecto e invito a leer mi “Tribuna” en Diario de León,  “Izando el Pendón con los Decreta”.

A partir de fotografías tomadas por Chema Vicente, de modo especial, y de Antonio Barreñada en el meollo de la cuestión desde los prolegómenos, he compuesto un vídeo/montaje. Lo escrito se lee, por ello toma importancia, al menos como enunciado, la letra contenida en los Decreta pronunciados ¡públicamente! por leoneses de hoy.