28 de abril de 2015

Ni son todos los que están…



En las Cabezadas. Tal como popularmente las conocemos, y tienen lugar en estos tiempos que vivimos, los políticos doblan sus cuerpos, algunos en exagerada y gestual postura, ante el Cabildo Isidoriano que les despide. ¿Son ellos mismos o es el pueblo al que representan, el que doblando la cerviz ha de someterse a sus designios?  ¡Designios políticos, quede claro!   Yo no me veo reflejados en ellos,  ni con ellos; pues creo que hay mucho “corregimiento” con potencia,  y poco pueblo en potencia…o en ausencia; si ésta, cual puro sentimiento de ser leonés, pudiera tomar corporeidad. Si bien debo añadir que soy y seguiré siendo amante de las tradiciones leonesas,


Dicho esto, tengo que apuntar que parte de esto surge  después de la lectura  de la Tribuna” de  Máximo Cayón Waldaliso, Cronista oficial de la ciudad de León, que, por afianzada y documentada,  merece todos mis respetos.

No obstante  queriéndome acoger a lo leído sobre la Hermandad de la Sobarriba, en connotación con lo ocurrido el  año 1158, tengo una versión, puede que con halo de leyenda, pero incardinada en la Hermandad en cuanto a su participación en aquella procesión/rogativa del año citado, y los sucesos acaecidos que han ido conformando una tradición.
  
Nada mejor para mostrar mi parecer que traer aquí, en parte, un escrito mío publicado en La Crónica de León en junio de 1999.  Permitiéndome, para esta ocasión, reordenarlo a retazos. Y  que está recogido de pleno en mi libro “La lenta Agonía de la Identidad Leonesa".

El año 1.158, una gran sequía dio origen a la petición de permiso, por parte del Corregimiento capitalino y de la Hermandad de la Sobarriba,  para sacar en rogativa los restos de San Isidoro;  procesión  originaria  del voto anual oferente de cera, cuando,  allá por Trobajo, el Santo hizo tan pesada su carga que era imposible transportar sus reliquias (una leyenda es bien conocida) y como agradecimiento por la lluvia que salvaría los campos sobarribanos, granero y despensa de la urbe legionense.

Debo decir que, en más de una ocasión, he dado mi opinión, creo que cuidada y cuidadosa, sobre el citado origen  del foro u oferta de cera a San Isidoro; modernamente absorbida por los ediles capitalinos, y que por su gestual actuación de doblar la cerviz y hasta la columna, en algunos casos exagerada e innecesaria, ha ido alcanzando la popularidad necesaria para ser conocida y denominada, precisamente por el pueblo, espectador siempre,  “Cabezadas”.

He dicho que se sitúan en primer término los ediles de cada momento consistorial, y añado que los actuales, probablemente basados en la fuerza de los votos, esto es,  haber sido elegidos por el pueblo, se colocan sobre éste,  considerándose actores únicos ante el Cabildo Isidoriano.

El pueblo que siente su pasado, goza mostrándolo, le gusta exhibirlo, comentarlo y vivirlo,  va  colocando en pedestales retazos de su ser y estar. Así que, en piedra y bronce, sus gentes y sus gestas actuarán de recordatorio perpetuo, y siempre generarán una pregunta en el niño y en el visitante, revitalizando la historia, o la parte de ésta que nos es afín.  Por ello no hay más remedio que venir en reconocer que nuestra orfandad, en el sentido expuesto, hasta hace pocos años  rozaba casi  lo absoluto, en tanto los ajenos nos escribían otra historia.





El 25 de Abril de 1999 se inauguró este monumento a las “Cabezadas”, ubicado en la propia plaza de San Isidoro, obra del escultor asturiano José Luís Fernández.  

Sobre el conjunto haré  una breve reflexión crítica, y una puntualización. 



Personalmente entiendo que soporta, otorgado por su autor, demasiado estatismo “escénico” en los dos personajes,masculinos,un representante del Cabildo que recibe un hachón de cera, y el Edil que lo entrega,  quienes, por parte de un periodista y escritor leonés fueron objeto  de “profundo” análisis y jocosa descripción.  Comparto algo de lo dicho por él, así como algún aspecto de lo contestado al respecto por un político del PP,  del que discrepo fundamentalmente cuando da por completo el grupo escultórico.

Creo que falta un tercer personaje, si es que se pretende dar al monumento fidelidad histórica con del momento inicial del ofrecimiento de la cera prometida.  Falta una persona representante de la Sobarriba, comarca proveedora oficial capitalina de sus modestos pero imprescindibles productos al León de la época.

Podía y debía ser, por lo tanto, ese tercer personaje un agricultor de la  Sobarriba. Por merecimiento propio, y reconocimiento expreso de la realidad aquélla, no debió faltar éste en el monumento, sino es que lo pedido y propuesto al autor no fue otra cosa que recordar exclusivamente a los ediles ante el Cabildo, es decir, significar bilateralmente, lo que sin duda empezó siendo a “tres bandas”, y de cuya muy posterior ruptura partirían las hoy llamadas “Cabezadas”.  Así que para completar el título dado a este escrito, y ausente toda fabulación, he de añadir: “ni están  todos los que son”...  en  el monumento.








26 de abril de 2015

De Ignorados a Héroes

Apenas en unas horas, acabamos de pasar sentimentalmente los sometidos leoneses de hoy, del olvido ignominioso autonómico y la defenestración identitaria leonesa ante un monolito, a encumbrar como héroes a  nuestros paisanos que el 24 de Abril de 1808, aclamando al Rey Fernando VII,  se levantaron en armas contra las fuerzas francesas invasoras. Su grito  fue pionero y enardecedor: ¡La patria está en peligro. Fuera el invasor!


Hoy, de haber tenido oportunidad, hubiera lanzado en alta voz: “conciudadanos leoneses que me escucháis, nuestro enemigo, nuestro invasor es otro, y  bien distinto de aquél que hablaba otro idioma. Al actual, que empezó con un solapado plan anexionador, le entendemos bien aun cuando juegue al engaño lingüístico en su afán de confundir lo leonés en lo dominante castellano, manejando el fundido castellanoleonés”. Lo grave es que lo toleramos, pero ¡hasta cuándo!

En otro lugar, Villalar, transformado en campa festiva, allí donde se puso fin el 23 de Abril de 1521 a la revuelta comunera, y rodaron cabezas,  los autonomistas del ente se empeñan en celebrar lo que llaman el Día de la Comunidad. Políticos ensoberbecidos que yendo más allá de la administración política del territorio correspondiente a  seis provincias castellanas, sumaron, y si dijéramos anexionaron quedaría  más atinada la expresión, las tres leonesas. Por cierto la última León y a la fuerza. 
  
Para ellos nada mejor que una degollina como acto festivo, en el que, por otra parte, quieren vernos sometidos  a los leoneses de hoy.

Los componentes de la amalgama política PPPSOEIU, con o sin guiones intermedios, vienen, tratando de hacer devenir en Comunidad, sin unidad de valores sentimentales comunitarios,  lo que no pasa de ser un ente autonómico de forzada constitución política que denominan Castilla y León.   Para ello toman el valor más disgregado, nueve provincias que ni se dan la mano; ignorando de facto que son dos regiones. Al tiempo que, en su papel de creadores, ”hacen nacer” simplistamente un pueblo: castellanoleonés. Tratando de vender unicidad  donde tan sólo hay amplia heterogeneidad.

Pues bien junto al puzle político citado en siglas, emergen al menos dos nuevas fuerzas políticas. De una de ellas, PODEMOS,  y en este mismo medio, ya he hablado, de modo especial citando a su dirigente en  León, Pablo Fernández. Por ello, de la otra, que parece crecer de modo progresivo en todo el territorio español, toca hoy traerla aquí, poniendo un especial énfasis en su dirigente local: Luis Fuentes, en apariencia surgido de la nada política. Aludo a CIUDADANOS.
No sé si me leerá, Luis Fuentes, de ser así, nada mejor, para la toma de posiciones, que contestar a la pregunta: ¿siendo salmantino, se considera leonés, equivocadamente castellano, o en un derroche de compadreo comunitario le agrada  lo castellanoleonés como una opción que interesa asumir, en plan carrera política? ¡Atención!, se puede ser brusco contestando, lo sé, pero razonarlo costará algo más.

De modo concatenado se puede seguir inquiriendo: ¿Reconoce a la Región Leonesa, o es de los que asumen su abolición, inconstitucional, como pretenden hacer desde el poder centralista unificador del ente autonómico? O, ¿Ha dejado de aceptar, como hizo en UPS, que Salamanca es provincia leonesa?

Ciudadanos (C’s) tiene su origen, o pretende ser el mismo Ciutadans nacido en Catalunya y  así nominado en català; un partido liderado por Albert Rivera, al que al expandirse por el suelo español se le  viene citando como la “marca blanca” del PP, senyera aparte. 

En sus orígenes catalanes me recuerda al partido Reformista Democrático, centrado y liberal,  que Miquel Roca i Juntyen, coaligado con otros,  trató de expandir por todo el Estado español en 1984/1986; otros tiempos y otros modos, lo sé. Y fracasó. Hoy los condicionantes son distintos, el desafecto de los ciudadanos a los partidos ya consolidados, da pie a que se pueda empezar a ver a los  emergentes, con discurso más próximo al ciudadano, si bien veremos hasta cuánto real, como una salida de las crisis, económica acuciante y política, que nos invaden.

Al señor Fuentes, en su papel de aspirante a presidente del ente autonómico, en la primera oportunidad que se le presenta, no se le ocurre nada mejor que acudir a Villalar, y ante el monolito elevado en loor de los comuneros, que los autonomistas que nos gobiernan hacen suyo como hito, y nos lo quieren colocar a los leoneses,  para allí decir que “hay que dejar a un lado los «debates identitarios”. Qué pretende, asumir de pleno la supuesta identidad castellanoleonesa con rotundidad ciega, como un hecho cierto, o dejar de lado la leonesa, cultural e histórica, degollándola en Villalar. 

También cuenta ser partidario de una celebración institucional, tal vez tenga añoranza de la que en los momentos previos del ente,  cuando los  PP encorbatados, hacían una celebración suya, distante en kilómetros y en afinidades con la  que se manifestaba en la campa de Villalar, y a sus participantes,  ellos,  con cierto tono despectivo, tildaban de “progres”.

El presidente del ente, Herrera empezó a ir a la campa, casi de madrugada, puede que para demostrar que él también era presidente de los que allí se reunían, hasta llegó a ponerse al cuello un pañuelo lila, que por supuesto nada tiene que ver con el púrpura leonés. 

En la reunión de gerifaltes, tal día 23 de Abril, bien trajeados, apenas soltado el espiche alusivo al día se aprestaban a dar buena cuenta de los variados canapés. Tales espiches llevaron la consideración de “Discurso Institucional”,  con la condición de itinerantes. Cuando llegó el turno de León capital, por cierto el último, pues había temor al leonesismo, recibieron el rechazo popular allá en la plaza de San Marcos, lo que sin duda les llevaría al olvido circulatorio ocasional discursivo.

Es acaso una celebración institucional como la aludida, la que debería existir, según preconiza el hombre de Ciudadanos, Luis Fuentes; quien  parece buscar acomodo en los “cuarteles” del ente para el “Cambio”, ése que dicen pretender en general, y tememos que sería algo así como cambiar para que todo siga igual, ¡pero ellos en el poder!

Entérese bien señor Fuentes, los leoneses sencillamente prendemos seguir pensando como Pueblo, y libres en nuestro propio territorio. Es nuestro intransferible derecho. Y el amancebamiento que usted se propone continuar, es una ignominia intolerable. 


(*) La fotografía de la pancarta y la marcha de exaltación es de RAIGAÑU

20 de abril de 2015

Por Semana Santa en León capital

 Tradición ...y ahora espectáculo

Sé, y así lo pongo como aviso, que cuanto sigue es una apreciación muy personal, una visión mezcla de añoranza y temor a que fracasen nuestro tradicional comportamiento, cuando nuestros papones parecen ir  en pos de una supuesta modernidad, que vienen  imprimiento a los desfiles procesionales, incluso las más sobrias Cofradías de negra túnica.



Decepción y Descendimiento


La distancia no siempre es el olvido, más bien ésta, y del modo más común,  deviene en deseo de reafirmación de lo local y familiar que hubimos de vivir, en tanto la añoranza nos lleva a la idealización de los recuerdos. Vale esta apreciación para contar cómo hacía años que, por cuestión de alejamiento, tan sólo territorial,  de la ciudad de León,  no asistía a la procesión de los Pasos con preferente motivación. Y además en un lugar casi inédito para mí.
  
Estaba fría la silla de madera. Bien es verdad que su colocación a la sombra de la gran casa conocida en su tiempo como del  chupa/chups, era una buena razón. Además, al sol primaveral que en la acera de los pares podía haber seguido calentado el ambiente, una cortina nubosa se había empeñado en ocultarlo. Hablo de la calle Ordoño II, como es fácil deducir, y de las tres filas de sillas colocadas  en ambas manos a pie de calzada.

Estaban así dispuestas para que, en reposo sedente, leoneses y visitantes  pudieran seguir cómodos el desfile procesional  de los Pasos. Era la mañana del Viernes Santo del 2015.  Para alguien como yo, bastante tradicional en casi todas las cosas leonesas, y en especial a la hora de contemplar los desfiles procesionales, romper la costumbre de antaño de seguir en pie su progreso paso a paso,  dificultoso y  recoleto, en las estrechas calles del casco antiguo, me parecía una trasgresión.

Había una doble razón para ello. Estar sentado, cosa que agradecía la edad, pero me resultaba extraño, al convertirme en espectador de algo en lo que siempre me consideré tradicionalmente partícipe y cercano,  desde mi puesto en alguna escueta acera del núcleo capitalino. Creía sentir algo así como si ambas cosas,  postura y actitud, rompieran el molde de la costumbre, y la tradicional procesión de Los Pasos se transformara en un espectáculo.


Ayudaba a ello, mi ubicación en esta gran calle del primer ensanche, que tardó años en recibir la procesión, y la afluencia popular motivada y dispuesta a aplaudir, como de vez en cuando en verdad lo hacía con decisión. Esto sí que me rompía los esquemas. El turista no aplaudiría si no lo iniciaran los propios leoneses del momento. Tan sólo me proponía vivir y contemplar con “pasión” aquella  Cofradía “de siempre”, Dulce Nombre de Jesús. Ahí es nada lo pretendido.

 “La Ronda”, con su lamento sostenido de corneta, el metálico ritmo de la esquila, más el destemplado parche del tambor, marcaba el conciso prólogo de los Pasos: escenas de la Pasión propuestas los leoneses, a los fieles, hoy más bien espectadores. Siendo igual que siempre, me sonaba distinto, puede que fuera la ausencia del reconcentrado sonido, reverberado en las estrechas rúas donde transmitía respeto y pedía concentración. 

Con lentitud, demasiados espaciados entre sí los pasos y muy musicalizado su progresar, pude ver algunos “tronos” demasiado cargados de relato e imágenes, que, siendo alusivas, vienen a restar importancia a la verdadera  secuencia del Gran Drama que sobre cada uno descansa.  La música, dicho sea con todo respeto, sonaba, para mis sobrios oídos leoneses, muy “marchosa”, casi invitaba a los braceros al innecesario “baile” que el espectador aplaudía, y que, a fuer de clásico, considero  totalmente improcedente. Fuera de nuestra tradición,  pero irrefrenable ya.


 Por la tarde, dado que era año impar, y la Cofradía de Minerva y Vera Cruz organizaba la procesión del Santo Entierro, tuve  oportunidad de ver procesionar “El Descendimiento”. Una hermosísima  obra escultórica del gran imaginero Víctor de los Ríos, que en 1945, con ocasión de la preparación de la exposición en el enorme hall del viejo Instituto, hoy Juan del Encina, pude ver,  y  tuve el honor de hablar con el autor. Él nombraba su obra como el “Descendido”.

Rompía don Víctor una tradición leonesa, la de portar los pasos a hombros, al situar su obra en una gran carroza que causó muchas dificultades en el clásico recorrido.



Hoy, y ya a sufridos hombros desde 1989, es digna de ver su mecida marcha, tal como la pude contemplar no sin emoción, cuando languidecía la tarde de Viernes Santo, en tanto ascendía por la “pindia”  calle de Fernández Cadórniga hacia Zapaterías. 

Una justa compensación.   

“BAILAR” LOS PASOS EN LEÓN


Artículo recogido en el Diario de León en 1996, y posteriormente en las páginas de mi libro "La Lenta Agonía de la Identidad Leonesa"
Las procesiones de Semana Santa en León como acto costumbrista religioso,  los inicios modernistas, tras un apunte sobre el ente autonómico y su proceder siempre trasgresor con lo leonés.
Ofrecido aquí parcialmente...





















A  punto  de  finalizar  la  redacción  de  esa  faceta novedosa  o innovadora en nuestros desfiles procesionales, de Semana Santa, aludidos en el título; a ésta, por lo que leo en este periódico el 7-3-96, le ha sido vetado por el PP, en las Cortes autonómicas, el derecho a ser declarada de interés turístico regional (?).


Al parecer no la admiten por falta de forma. Las «formas» las pierden en  el  Ente,  pretendiendo  denominar  lo  comunitariamente  autonómico, como regional; a no ser que, en este caso, se refieran a la Región Leonesa, tanto por parte de grupo proponente, como de este ente autónomo de quien ignoro de dónde ha tomado el poder de inventar territorialidades fundiendo regiones. Esta negativa discriminatoria hay que tomarla como una más, por ello no sorprende, pero sí indigna.



La mano "anhelante" siempre, en el Nazareno de Dulce Nombre de Jesús Nazareno
                                       












    La  Semana  Santa  leonesa,  capitalina,  en  pocos  años ha  pasado de la sobria negritud de hábito y capillo, al capirote amarillo-dorado, a través del morado, blanco, rojo, marrón y verde, en las túnicas de los neo- cofrades, amén de las ampulosas capas, de los que han ido engrosando con su abigarrado colorido el «paponaje».

Dicen  que  se  ha  enriquecido  con  la  aparición  de  tanta  cofradía y de  tantos «hermanos».  ¿No  será  ésta  una  eclosión  de  Hermandades desproporcionada a  la  población  de  León?,  nos  preguntamos  muchos leoneses  que,  con  un toque  de  espiritualidad costumbrista en nuestra sangre leonesa, venimos acudiendo anualmente a presenciar los desfiles procesionales,  en puntos clave de los recorridos históricos.

Y  nos  conocíamos  los  que  presenciábamos  «pasar  los  pasos»,  y conocíamos a  muchos  de  los  que  los  portaban,  braceros  entrenados y entregados, entre  los  que,  lo  digo  con  el  mayor  respeto,  había  más tradición que religiosidad, como por supuesto ocurriría en igual medida entre nosotros, los de la acera, y me temo que así seguirá siendo. 

Sorprendentemente en estos momentos, en los que lo religioso no atraviesa, en nuestra sociedad, por su mejor momento histórico, en cuanto a  número  de fieles  con  verdadero  compromiso  cristiano,  y  cuando  muy buena  parte  de  la juventud  pasa  de  iglesia,  como  pasa  de  tantas  otras cosas, es cuando aparecen más Cofradías.  

Y, además, nuestras mundanas pautas de comportamiento, seamos o  no  cofrades,  dudosamente  corroboran  esa  creencia,  esa  fe,  que  en cualquier acto procesional y en Semana Santa más, se pretende transmitir o compartir; pues precisamente ahora, hay mas desfiles, hasta el punto de no tener espacio viario o de rutas, viéndose obligados a ceder, sobre la marcha, el paso a los que vienen por la derecha que en este caso son los de más edad.   

Llegado  a  este  punto,  y  antes  de  que  me  tilden  de  pertenecer  a alguna facción  «paponal»,  debo  decir  que  no  soy  parte  interesada,  no milito en ninguna cofradía; aunque he de reconocer que, de ser papón, lo sería de los que ahora llaman «negros», simple y llanamente por ser más amante de las tradiciones que de las innovaciones.  

Reconozco que lo del "paponaje" bracero es una asignatura pendiente para mí, y me temo que lo seguirá siendo, aún a pesar que, de jovenzuelo, estuve años, pendiente, junto a algunos amigos, de estos temas procesionales durante la vacación de estas fechas santas. Entonces acudíamos a presenciar, dada nuestra vecindad, y hasta ayudar en trabajos de piche, a la prepariación de los "pasos" en Santa Nonia...





   




  







8 de abril de 2015

¿La historiadora ha dicho sí?

Un Sí histórico para agrandar una sonrisa


Nuestra, por leonesa, Margarita Torres, historiadora en la ULE,  aparece sorpresivamente en política preelectoral, cuasi enrolada en un partido en el que “ni estaba ni la esperábamos”, al menos los leonesitas. Y lo hace justo de la mano de Silván, el del gran registro de muecas risueñas, y continuador del  proceso leonés del trágala autonómico, colaborador necesario para la despersonalización leonesa y sumisión al ente.

Sí, lo sé, lo municipal es, o debería ser, pura gestión.  Pero en la práctica habitual no es tal, más bien (impuro) ejercicio partidista, donde se antepone lo que a la formación política conviene, a los intereses de los ciudadanos. A tal fin hay que estar inmerso en esa disciplina partidista, cada vez más alejada de valores vocacionales;  o, y éste podía ser el caso de la historiadora, ser una figura con relevancia social y profesional útil para adornar una lista electoral.

Así entrará a formar  parte de un equipo “potente”, según manifiesta Silván, (Así de potente, parece querer decirnos en la fotografía) quien, al parecer se coloca como salvador, con aquello de “trabajar por León”. Su cicatería “fomentadora”,  que se ha dejado notar hasta hoy, será enjugada y con grandes letras, junto a un supuesto equipo multidisciplinar, político, urbanista  y  tecnócrata,  cuando anuncie con grandes letras que finalizará obras en curso,  y otras siempre reclamadas en la ciudad,  dándola un tono que nunca han consultado con los ciudadanos, ésos, los votantes escuetos.

Es evidente que el efecto  PODEMOS, que en quince meses ha sembrado temor político, está haciendo variar el mensaje hasta en los llamados grandes partidos PP y PSOE, que no dudan en lanzar mensajes al ciudadano, no de empoderamiento, pero  sí de dudosa  transversalidad, al  tiempo que tratan de comprometer a los suyos para que no les “robe” espacio.   Pero no debemos olvidar que,  dada nuestra cada vez más decreciente  prestancia en la democracia representativa aceptada, se nos considera poco más allá de votantes,  a los que, cuando más, vale con dirigirnos  un mensaje halagador de forma preelectoral.  Vamos hasta que soltamos el voto,  después si te he visto no me acuerdo.

La historiadora puede que, desde el primer momento,  haya recibido palabra de afianzamiento en un área, que pueda estar culturalmente acorde con su formación y dedicación. Hasta puede que  la hayan contado que asumirán como buenos algunos escarceos de índole “leonesista”,  o al menos de marcado sentimiento leonés. Yo no me lo creería.  Cualquier olor leonés es recibido como un tufo en la,  más que sensible,  deformada pituitaria de  los dirigentes del ente autonómico que no tardan en poner en marcha el ventilador de lo castellano. Las Fundaciones que pagamos entre todos  tienen el interruptor siempre a punto.

El PP leonés, dependiente del poder castellano, para no poner en entredicho sus estatus, no va  a permitir ningún tipo de intromisión en las cosas autonómicas, si es que, nuestra celebre historiadora pretende hacer valer derechos históricos leoneses, que en determinadas efemérides saltan a la opinión pública. Nada que pueda ensombrecer al centralista poder autonómico y su afán castellanizador, se tolera. Cada vez que repiten  elecciones y ganan, dan un golpe de tuerca más  al garrote que nos estrangula lo leonés.

En este orden de cosas, vale lo antedicho para ambos grandes partidos, aunque en desigual medida. El intolerante PP, creciendo en ínfulas controladoras, se siente, erróneamente,  autorizado por los votos que provienen  de un derechizado electorado cada vez más tolerante con los manejos autonómicos.  En menor medida el PSOE leonés que, de vez en cuando, larga algún ramalazo, si se quiere leonesista, proveniente de algún bien intencionado miembro natural de León, y aquí ejerciente. 

En este último, a mí personalmente  no me hubiera rechinado la presencia de Margarita Torres, aparentemente, hasta ahora,  más proclive a la socialdemocracia.  Ya sólo queda pendiente dar el  SI a Silván, quien,  sin apearse del estribo autonómico quiere también dirigir los designios municipales capitalinos, y en modo alguno se plantea atender ni un mínimo a la “cuestión leonesa”.

Desconozco qué papel es el reservado en la pieza teatral electoralista al consistorio,  a la historiadora leonesa, que siempre se ha mostrado realista y cuando menos muy respetuosa, en honor a los hechos históricos,  con las cosas leonesas. Causa cierta desilusión  su posible “alistamiento” a un partido ciego y sordo al sentir leonés de los leoneses, escuchando el canto de sirena PPopular y dejándose seducir por el hábil Silván.  Por cadencioso y melódico que la pueda sonar,  no deja de ser menos engañoso que el sufrido por Ulises. Y al parecer ella no se tapona los oídos aunque sea el rancio conservadurismo el que la cante al oído.

Dónde está el respeto de Silván por la identidad leonesa. Actúa como leonés ramplón en el bando castellano, nadando sin mojarse la ropa,  al que parece irle bien la coyuntura autonómica que boicotea todo lo leonés.

Finalmente, por hoy, señalar que nada podría importarnos que nuestra historiadora y escritora, acompañara a una persona de amplia sinceridad como la magistrada Carmena,  de muy buen criterio social. Pero desafortunadamente tal coyuntura no se puede dar en León.

Hay un desconocimiento pleno de la cuestión leonesa en los partidos emergentes. Y estaremos abocados, a que con nuestro voto ayudemos a llevar el sentimiento propio leonés, camino de la nada.