22 de febrero de 2014

"Concienciar" desde la Universidad

"Alentar el sentimiento de Comunidad"


La señora presidenta de la Cortes Autonómicas, (nunca, regionales, como ellos, los autonomistas del ente dicen) que lo es también de la fábrica de elaboración de una supuesta identidad amalgamada castellanoleonesa  llamada Fundación Villalar, está buscando colaboración en la ULE para que den pábulo a su plan de identidad comunitaria con un  único pueblo, algo imposible en León donde los leoneses, lo expresen o no, nunca se sentirán castellanos e integrados en una comunidad que les fue impuesta.

Señor Rector, doctor Hermida, si la ULE tiene autonomía, como debe ser, no es posible aceptar, ni bajo amenaza de cicatería en el presupuesto, pues éste por ley el que nos pertenezca, ni por imposición de la señora García Cirac, para que favorezca una conciencia de comunidad, cuando ésta nos es adversa, nos margina y nos despersonaliza como leoneses.  Que no nos venga a hablar del Estatuto, pues no es otra cosa que la letra que nos ata al ente autonómico.

Días atrás la señora presidenta vino a hablar de viajes literarios y entró como a escondidas para no recibir el abucheo de los leoneses que se manifestaban en contra de la intromisión fundacional, ésa que también preside, desde la que tratan de anular la identidad leonesa.  

Su presencia, como Fundación Villalar, y el rechazo popular que obtuvo mostrado in situ, dio lugar a comentarios. Entre ellos un escrito de César Gavela en Diario de León, para mi demasiada cargado de contundencia crítica generalizada al leonesismo.

Esto es lo que me ha llevado a la siguiente reflexión:

 El leonesismo del león rampante


En los primeros días del mes de febrero, en el Club de Prensa de  Diario de León tuvo lugar  un Congreso de Literatura de Viajes, percibido como un acto de connotación  políticoliteraria, pues lo promovía la Fundición Villalar, que, sabido es, tiene como finalidad primera la creación de una identidad en la forzada Comunidad  hoy llamada Castilla y León, en sus orígenes Castillaleón.  

Recordemos que, para este nada bien intencionado amancebamiento nominal,   requerían un pueblo único, de ahí el  esfuerzo homogeneizador hacia lo  castellanoleonés. Poco ha importado  que los leoneses mayoritariamente lo rechazáramos, ellos, los autonomistas autonómicos, han seguido,  los leoneses en ésas están, y los leonesistas así lo manifestamos.

No es fácil comprender el posicionamiento, o manifestación extrema del señor Gavela hacia el leonesismo.  Alude al social y capitalino, que lo entremezcla con el  movimiento reivindicativo sociopolítico, y el  sociocultural. Y lo hace en este  medio con un escrito titulado: “Lumpen leonesismo”,  a propósito de la protesta popular  ante el desembarco político de la Fundación como patrocinadora del  evento citado.

Quienes en la calle, aquellos días, soportando el rigor climatológico, bandera leonesa en mano mostraban su desagrado,  su rechazo,  no al acto en sí, lo que él quiere obviar, sino a la Fundación,  siempre dispuesta,  y sin limitaciones económicas, cuando se trata de cumplir sus fines fundacionales de enmascarar lo leonés en lo comunitario castellanoleonés, y llegado el caso, castellano;  algo exasperante, cuando menos, si se tiene compromiso de “ser leonés”.

Tal postura, o mejor impostura, por tratarse de una institución autonómica que encubierta por lo cultural,  sin sutileza alguna ya, interviene en todo lo nuestro: social, costumbrista,  tradicional, o sea lo básico, para ponerlo el sello castellanoleonés; tal como preconizaba el profesor Julio Valdeón,  “sobre los valores sociales y no solo desde aspectos historicistas”, que también, como  enmarañadamente hacen, añado.  Es evidente que tal cosa crea rechazo popular, y que  éste no tiene otra forma de expresión más expeditiva que, bandera leonesa en mano, corear los que somos: leoneses,  no  castellanoleoneses y mucho  menos castellanos. Y conste que esto de reivindicar en público no le resulta fácil al pueblo leonés.

 Lo de lumpen leonesismo, se asemeja a un insulto, aunque para suavizar una posible “no mala intención”,  lo dejemos en una muestra peyorativa,  pero que toca de lleno a quienes poseedores del sentimiento conocido como leonesismo,  marginados sí, pero por el ente autonómico que lejos de escucharnos como pueblo nos tilda de intransigentes, cuando lo que  en realidad  hacemos, es vivir lo leonés y defenderlo con la garra de nuestro león rampante.

Los “activistas” de esos días, los de la “astracanada”, no soltaban “aullidos anticastellanos”, coreaban, o si se prefiere gritaban a coro, que, como leoneses, no admitían la castellanización, pues supone la pérdida de la propia identidad leonesa. Seamos respetuosos. Al parecer éstos eran representantes de  una  “ideología que  vive momentos fúnebres”.  ¡Nunca! el leonesismo social ha sido, y dada su naturaleza sentimental puede ser,  una ideología.  Ni siquiera el movilizado políticamente es equiparable a ella. Tal sentimiento vivirá mientras haya leoneses. 


18 de febrero de 2014

Remar con Sendino...


"Me haría ilusión ser el candidato a la Alcaldía de León"...

Aparte de un par de cosas, de amplio espectro, lo demás  de la entrevista va por derroteros municipales capitalinos. ¿Ésa es la vía de UPL?  El municipalismo de la capital, al que por supuesto hay que atender, no es la labor fundamental, formal y decisiva.
Lo de la Formación leonesista es lo autonómico y sobre ello debe pivotar todo lo demás. Pedagogía leonesista, circulante por toda la provincia, equipos bien entrenados acometiéndola, y el líder con visitas, dialogo y estudio de las particularidades de cada lugar, cerrando acontecimientos y la faena hecha se notará... Alternando, si hay fuerzas o es posible, con incursiones amistosas en Zamora y Salamanca... 


La labor pedagógica entre los leoneses, que se ha debido impartir desde UPL,  para ir poniendo en el lugar que le correspondía al sentimiento leonesista, es algo que no se ha sabido o podido realizar, cuando suponía la verdadera fuente de comprensión para todo lo leonés. Los dirigentes de cada etapa han estado obsesionados en el municipalismo capitalino, ensimismados en el interesado ombligo personal o en la zancadilla de turno, más que en una fidelidad a ultranza a los anhelos autonómicos,  en función de la cultura  e historia leonesa que así lo demandaba.

..."vamos a remar en el mismo camino, y sacar este partido adelante"... ha dicho

Remar por remar, señor Sendino… A nadie se le escapa que la intención de bogar con ritmo y al unísono, es buena en sí misma. Y por si hubiera alguna duda ratifico que, al titular así estas letras, estoy mostrando la mejor disposición para entenderle.   Pero los leoneses, o tal vez deberíamos decir mejor los leonesistas entre los que me incluyo, bastante quemados en batallas autonómicas, sin duda debemos preguntarle, ¿qué nave quiere que intentemos mover, “su” UPL? Y en el supuesto caso, es obligado concatenar: ¿qué pretende transportar, junto con el personal y supuesto bagaje  cultural leonés que cada cual pueda aportar?...  O es que  ¿simplemente es éste del que quiere disponer como patrimonio de UPL?

UPL, Sendino, propugna la unión del leonesismo. Personalmente preferiría leer “la unión de leonesistas”. Otra cosa es que me crea que ha hecho movimientos más allá de decirlo en la prensa. Por más que he preguntado, no he conseguido encontrar  a ningún leonesista significado en conversaciones con Sendino.

Lo de dar ejemplo de unidad, y de querer remar en la buena dirección, suena a soflama, la verdad está en ponerlo en ejercicio.   ¿Acaso ha movido un dedo como actual Secretario General para remar codo con codo por León con el señor Callejo? Demos ejemplo, antes de pedir ayuda... 

Mas, nada está perdido en el campo leonesista, tal sentimiento no es de hoy, es de siempre, como tal no es manejable, sí a los portadores de este valor. Los dirigentes de cada etapa, en mayor o menor grado, se han considerado la voz política del  movimiento leonesista  social, un craso error. Para nada han tratado de protegerlo, pero sí han intentado demasiadas veces usarlo a su conveniencia. Dialogo, comprensión, es urgente...






16 de febrero de 2014

Aquella manifestación de Mayo 1984

    Mi intención pasa por refrescar la memoria sobre la gran manifestación del 4 de mayo de 1984, con  apuntes de cómo se gestó, a mis ojos de sencillo observador, y tratando de poner en ello la mayor pulcritud.  

A buen seguro que no están aquí citados todos los personajes intervinientes en el proceso, ruego que no se vea motivo de exclusión alguna, no hay intencionalidad en ello. Si me centro en Óscar García Prieto es porque conozco de primera mano su actuación, siendo además muy representativa.

Casi todo lo que sigue forma parte de unas páginas en gestación, por ello van en tempo de relato. 

    Para cuando Óscar García Prieto, maestro intelectual de leonesistas, incansable y activista, irreductible en sus planteamientos definitorios para nuestra tierra, y desde el día 3 de diciembre de 1983 Secretario Provincial in péctore del PREPAL en León, Morano, que había tomado la bandera leonesa en la mano durante la manifestación del 29 de enero del mismo año, ya la maneja como cosa propia, y  con ella adornado trata de controlar al leonesismo, pues se sentía líder de los movimientos leonesistas social y político.  

   Recordemos que el día 22 de febrero de 1983 había tenido lugar la aprobación del Estatuto de Autonomía castellanoleonesa en el Parlamento de la nación, una vez que fueron desatendidas la enmiendas presentadas por José María Suárez en el Congreso, y por José Calderón Llamas en el Senado.

       Con premura, actuando como mala consejera, pero necesaria para recuperar tiempos perdidos, situaciones cedidas y anuencias imperdonables, se empieza a planear una nueva manifestación reivindicativa. No hay que dejar al pueblo relajarse, que no se adormezcan las voluntades, hay que buscar su participación en algo que sea trascendente a todos los niveles, incluso en el nacional.

       Ahora está Morano en el empeño, y se nueve bien, crea un buen ambiente en la Coalición municipal que lidera; le escuchan, le siguen y todo parece más fácil, más trascendente, y así parece llegar a los ciudadanos como mensaje subliminal en todas y cada una de las posturas que adopta el alcalde. Aunque, en verdad, tampoco se corta un pelo al hablar, en directo,  en contra del ente autonómico, lo que motiva y mucho a los ciudadanos leoneses.

Estamos en abril de 1984, Óscar García Prieto, metido de lleno en su cargo de Secretario provincial del PREPAL en León,  da los primeros pasos para organizar una manifestación, habla con unos y con otros, sugiere y propone, pero también asume otros criterios.

Recordemos que el PREPAL fue fundado por Francisco Iglesias Carreño, en Zamora, año 1980. Su mayor implantación sería en León, capital y provincia. En la puesta en marcha del Partido aquí, en León, estaban: Francisco Iglesias Carreño, Adriano de Paz, Jaime Andrés, Juan Garzo… y Lobato Astorga en una primera etapa de  Secretario provincial. No se obtienen buenos resultados electorales,y hay desavenencias hasta el punto de llegar a crearse dos sectores.  

Fechado el 3 de abril de 1984, Óscar García Prieto,  hace circular un escrito dirigido a los Partidos políticos, Asociaciones, Instituciones, Sindicatos, Entidades…invitándolos a constituir una PLATAFORMA, o Comisión organizadora de una imprescindible manifestación del pueblo leonés, en defensa de sus derechos autonómicos antes de que alcancen mayor grado de amarre castellano.

“Por la separación de Castilla y la defensa de los intereses e identidad leonesa”, ése era su encabezamiento. Y continuaba:

“El PREPAL, ante los múltiples y graves problemas, derivados de la incorporación, por la fuerza, de nuestra provincia a la Comunidad Castellano-Leonesa, estima que es oportuna y conveniente, una vez más, una pública expresión colectiva que manifieste el verdadero sentir del pueblo leonés sin distinción de ideologías…” Enumeraba razones y daños, que nos inflingía el ente autonómico, más que suficientes para montar una rotunda manifestación…  Y firmaba como representante de una supuesta gestora inicial.

Funcionó y bien la demanda, y desde su condición de ilustrado activista del leonesismo social y político hubo de actuar como catalizador en los encuentros previos. Y con su autoridad leonesista a flor de piel, personalmente y como representante del partido regionalista formará parte de La Plataforma Leonesista que se creo como convocante y organizadora de la urgente manifestación. Por supuesto, estaba encabezada por el Ayuntamiento de León, y Morano, un alcalde nada convencional, de apariencia leonesista, movía los hilos y dominaba el cotarro.



Uno de los encuentros preparatorios tuvo lugar en un sitio tan pintoresco como la Cafetería-Restaurante Cerro Alto, cuando no alardeaba, como ahora, de cocina castellana, situado en la cima del Portillo, muy próximo al lugar donde estaba emplazado un Crucero de piedra, en la Sobarriba, cual hito del Camino de Santiago, allí Morano, Barthe, Óscar… debatirían tema tan importante, bien atendidos en lo culinario. 

 A los socialistas leoneses en el Ayuntamiento,  los jerarcas autonómicos de su mismo partido, les controlaban los movimientos. ¡Hay que hacer ruido!, era la consigna, mediante comunicados y declaraciones tendentes a contrarrestar  los augurios de una buena manifestación popular.

De ahí el hincapié que hicieron en una Comisión Municipal Permanente, acerca de Bandos que el Ayuntamiento estaba sacando para  invitar a los leoneses a participar. Los  calificaban de partidistas, y de estar pagados con dinero de todos.  E incluso, llegaban a cuestionar que apareciera el nombre del Ayuntamiento en los pasquines.

En las mesas montadas, en los días previos al acto reivindicativo, para recoger firmas e informar que los leoneses seguían abogando, y no cejarían en el empeño, por la opción autonómica para León. Se llegaron a obtener, bien documentadas, con especificidad del DNI de cada uno, quince mil firmas, según un  primer recuento ejecutado.
 El día fijado sería el 4 de Mayo de 1984,  la hora las 8 de la tarde, y la Glorieta de Guzmán el lugar del encuentro,  desde donde partiría la marcha reivindicativa. Así se podía leer en los carteles que anunciaban el acto: “Por la Autonomía Leonesa” 


Una  bandera de León, ondeando, exhibía  nuestro gran escudo coronado. Era el motivo principal, y luego se indicaba fecha, hora y lugar, y se nos alentaba a ir: ¡Todos a la manifestación! 



 Un joven de Francisco, en el equipo de Morano,                       Óscar García Prieto "hace declaraciones", Morano,
               está en la organización.                                                          al parecer, observa complacido.                                                    


El resultado es por todos conocido. La participación de los leoneses triprovinciales, inmejorable.  Dejando señalado que, sin ninguna duda y por proximidad, el mayor número correspondía a León capital y provincia.




 Se había puesto en marcha la gran verdad que portaba el Pueblo Leonés. Los políticos en los primeros lugares, llevaban consigo, la inconsistencia, la obediencia partidista, la deslealtad, la perfidia... de modo especial los de partidos de implantación nacional. Si bien entonces no lo sabíamos, no tardaríamos en comprobar unas y otras "cualidades" formando un todo en alguno, o aleatoriamente incorporadas en los más. 



Pero nosotros, el pueblo, decayendo por impotencia subsiguiente a los fracasos, vencidos por alguna ideología, víctimas del conformismo, por simple "pasotismo" o tolerancia a sus manejos, tampoco estamos libres de culpa. 


No puedo finalizar, especialmente para los que no conocen mis pareceres leonesistas, sin añadir que Morano nunca fue leonesista, sí que se apoyó dolosamente en quienes gozábamos de este sentimiento, para triunfar en su personalismo… hecho ya historia su nefasto proceder... y el de otros. 

La apatía autonómica actual de los leoneses no es autodefensa personal, es dar vía libre al poder del ente autonómico, ése que habla por nosotros. 






8 de febrero de 2014

Fundación Villalar: Viaje con nosotros…

Un viaje hacia la nada


A través de lo leído, lo que sigue,  más que una pequeña crónica, es, con el grado de opinión,  un divertimento para desahogo y denuncia ante la amenaza que cada día se agranda más hacia lo leonés partiendo de los entresijos de la Fundación Villalar.


 La presidenta de ésta, bueno es decirlo,  atropelladamente, como huida, escamoteando su presencia en la calle, siguiendo una ruta bien estudiada, algo que pude presenciar, pudo entrar en la sala esquivando a los animosos leoneses, que,  contra viento y marea, y nunca dicho con más precisión,  dada la climatología adversa, con banderas leonesas y lemas de dignidad regional leonesa coreados, rechazaban de plano el desembarco “fundacional”.

 La gran aventura de viajar

Si hubiera estado en la mesa redonda del enlace, donde sé que no era mi lugar, por grande, pero sobre todo por mi rechazo a la Fundación Villalar, no me hubiera opuesto a un vuelo tan alto como se nos muestra. Vuelo en miras y en distancia  que abandona el suelo leonés, omitiendo nuestra primera obligación: conocer y dar a conocer lo propio, y luego llevar  en la mochila nuestro mejor bagaje leonés allá donde vayamos.  Lo malo es que estamos dejando que ésta nos la contaminen con el amancebamiento de lo castellanoleonés.

Lo leonés en poco más de dos puntualizaciones que veremos,  y que debió ser el leitmotiv aunque no entrara en los presupuestos de la Fundación, para estar vivo y activo,  apenas si asomó al escenario.

El editor y escritor Joaquín Alegre, puso el punto de mira en  autores  como Luis Mateo Díez, Julio Llamazares, Alfonso García,  aunque no centrado de pleno en cuestiones leonesas, dando preferencia a “visiones viajeras”.  Lo netamente leonés, cuasi silente,  quedó apabullado por los “altos vuelos” viajeros, pues así convenía a los planes de la Fundación autonómica que patrocinaba el Congreso con dinero de todos, incluso el de los leoneses que padecemos el ninguneo institucional.

Un dato positivo. Todavía hay autores leoneses, con prestigio y personalidad que no quieren entrar en el juego autonómico creativo de una forzada personalidad castellanoleonesa que nos destruye como pueblo diferenciado a los leoneses. 
Debo citar aquí con todo merecimiento a Julio Llamazares, que se negó a acudir a un encuentro tan postizo como inconveniente. Loado sea su coherente proceder. 

También es justo liberar a quienes laboralmente cumplían su cometido.

 No he podido leer que J.P. Aparicio hablara claramente de nuestro León, con un ápice de la garra que antaño solía poner en la defensa de lo leonés.

 El problema de León es que somos invisibles para nosotros mismos”, dejó dicho. Choca escucharlo,  pues, los leoneses, hemos viajado de generación en generación con nuestra propia identidad, toda una aventura defensiva ante el poder castellano, que no ha merecido  un mínimo respeto  por  la Fundación Villalar. Una institución autonómica organizadora del Congreso, aquí y ahora,  más por incordio que otra cosa, que se niega a admitir nuestra identidad  diferenciada;  y quienes tienen capacidad y hasta “obligación” de hacerlo,  para corregir desviaciones, se avienen, en una tolerancia inadmisible.

La invisibilidad de los leoneses, que ha señalado como un peligro, y grande,  es algo, añadió,  “que tenemos que arreglar como paso previo”. No sé para qué. 

Querrá decir que no nos vemos, que no nos reconocemos como pueblo, y ahí puede tener razón, y debemos acudir a aquello de “heridas, capturas, pugnas etc.”,  por él escritas,  hablando de una identidad que estamos permitiendo que nos borren, nos anulen;  he ahí la clave del error político de León y de los prohombres que lejos de asesorar, ayudar  y acompañar al pueblo, lo abandonan siguiendo el juego de otros que tratan de amancebarnos.

 No nos engañemos. Comprar voluntades es lo suyo, lo de la Fundación Villalar. Y en tanto haya quien siga mostrándose propicio a su juego estaremos entregándonos en cuerpo a sus manejos o participando en su dañino juego; aunque el espíritu, el de lo leonés, creamos que somos dueños de él, lo cierto es que cada día nos lo secuestran un poco más.



6 de febrero de 2014

Entre el Concejo Abierto y las primarias, en UPL



Uno no puede menos que añorar aquellos primeros compases, cuando, en la incipiente formación política UPL, había un objetivo claro: la Autonomía Leonesa. En esos momentos de sentimental euforia defensiva de lo leonés, propugnada y compartida desde la vehemencia leonesista,  explosiva a veces,  reposada y de base las más,  sin faltar la cerrazón de cero tolerancia a la castellanización,  primaban los valores personales leonesistas para acceder a los puestos significados.


El rodaje en los menesteres reivindicativos  autonómicos, y de oposición a León con Castilla, fue acumulando en animosos leonesistas valores que además de fortalecerles, significándolos, supondrían gran motivo de confianza para quienes, estando dispuestos a colaborar con el incipiente leonesismo político autonómico, veían en ellos a dirigentes con carisma o capacidad de convocatoria popular.  Así esto, sin más, eran llevados a los puestos de relevante importancia en la formación, con la mejor intención de quienes les reconocían,  y, en principio, de los sin más ambages elegidos.


 “Tocar poder”, he ahí una frase que no tardó en oírse en el seno de la formación. Tocar poder para facilitar la labor reivindicativa, era como una condición vital para el desenvolvimiento en política. En principio, nada es malo; pero movido o manipulado puede tomar rumbos no fáciles de controlar, dada la inestable condición humana, perdiendo limpieza en, al menos, dos vertientes: Un mal uso personal de aquél. Y apetencias en advenedizos. Tanto en un preferentista municipalismo capitalino, como en el plano autonómico, con procuradorías mal entendidas o equívocas. En cuanto al regionalismo triprovincial, un Pueblo Leonés sin saber recuperarlo, tan sólo se daban pinceladas en Zamora y más tenues aún en Salamanca.

 Desde aquel romántico leonesismo primigenio vivido y compartido en la formación, por el serpenteante camino fueron quedando leonesistas maltratados o desvinculados por ser molestos. Un incordio vivo para unos y luego para otros, repitiéndose la historia.  Mucho han cambiado las cosas, tanto que, a veces, cuesta mucho seguir reconociendo los originales valores en la formación, que puedan llevar al público votante  a  confiar en la siglas UPL sin recelo alguno, tal como en aquel entonces se hacía. Debo añadir, para no inducir a error, que en especial aludo a  aquellos leoneses que siempre han vibrado ante los valores culturales leoneses y más aún en los leonesistas, militantes o no,  siempre un poco más enamorados de nuestras cosas. 

 Hay una faceta que siempre se  cruzó en el camino de las urnas leonesistas: la cuestión ideológica. Ésta, antepuesta o mal entendida, lleva al votante por otra vereda según qué mano, aun cuando muchos de ellos al depositar su voto miren de reojo y con simpatía  a la urna leonesista que están soslayando.

 El Concejo Abierto, en UPL, que se citaba como tradicional sistema democrático leonés, llegó un momento en que sin marginarlo de facto, se optó por acudir a los más operativos Congresos para seguir con los avatares de la formación. 

 En éstos cabe un cierto dirigismo desde el “aparato”. Esto es, llevar el voto hacia lo que más interese en cada momento.  En el último, el que llevó al señor Sendino a la Secretaría General, pudimos ver como la tirantez entre los “contricantes” a los puestos directivos, ya desde los pasos preparatorios y también en el momento congresual,  eran tales,  que primaba por encima de la visión en conjunto de estar ante un momento clave para volver a los verdaderos valores que se debían de estar transmitiendo a la fiel militancia asistente. Se obviaba la pedagogía leonesista, un verdadero objetivo social.

 Ha anunciado el señor Sendino que quiere tener encuentros con el leonesismo social. La pregunta inmediata es,  ¿para qué?  He oído decir que en la formación se piensa, de cara a las elecciones municipales y sobre todo para las autonómicas, en unas primarias, para elegir candidatos y programa con  el  leonesismo asociativo cultural tomando parte activa. Veremos.

2 de febrero de 2014

En Sevilla. Ofrenda a San Fernando

Nuestros pendones allá donde vayan, todos sabemos que   llevan hacia lo más alto la dignidad de un reino, pero también los valores de cada pueblo que lo conserva y exhibe como algo que le identifica. La suma de todos ellos, es la representación de un Pueblo, el Leonés, con una historia conjunta para un Reino.  

En Sevilla 2014, según reza el cartel, en el que la alta verticalidad de nuestras enseñas comparece junto a la Giralda, nos anuncia una Ofrenda floral a San Fernando.

Esto me provoca cierta inquietud dado que en  el cartel veo el escudo que se inventaron los políticos autonomistas del ente que llaman Castilla y León,  "Casa de Castilla y León"...

En el artículo que propongo a continuación para su lectura, en relación con la etapa histórica de nuestro Reino que se continúa con el rey Fernando III "el santo", se pueden comprender mis reticencias. No al tema religioso, eso va por otro camino, sí a hechos de su reinado, y cómo se aprovechan interesadamente los autonomistas citados, en favor de lo castellanoleonés que tratan de implantar. Lo escribí en noviembre de 2001.

            

  FERNANDO III,  LE LLAMARON “EL SANTO”
  A propósito del VIII Congreso de Estudios Medievales en León, 2001

Se puede escribir  sobre nuestra historia con o sin apasionamiento, y, en ambos supuestos, reflejar lo acontecido primando la verosimilitud, pero particularizando en lo propio.  De igual  manera es posible también bajo los mismos condicionantes, leer o interpretar sus escasas y antiguas páginas, casi siempre cargadas de una retórica repetitiva, intentando acercarlas no sólo a nuestro convencimiento, sino también  al de otros.

Los leoneses parece que siempre hemos adolecido de cierto grado de despreocupación a cerca de lo nuestro, que ha permanecido demasiado tiempo entre tinieblas, y ante la relativa duda en lo relatado, por temor a que se nos tache de interesados, “barremos para afuera”.  Y, frecuentemente, permitimos que otros en la valoración parcial de los mismos hechos “arrimen el ascua a su sardina”.


En este orden de cosas, y como apoyatura eficaz de lo antedicho, traemos aquí lo escrito como preámbulo  por D. Filemón de la Cuesta, en su libro sobre Los Reyes de León, que sigue siendo algo más que sugerente:  “Es necesario escribir la historia de León con criterios leonesistas sin faltar a la verdad y a los hechos...”. Algo que, de manera singular, pone en práctica en todas sus páginas, todo un alegato tratando de rebatir determinadas interpretaciones en clave castellana de Fray Justo Pérez de Urbel. Autor éste que, sin duda, había inclinado descaradamente la balanza de los sucesos históricos siempre a favor de su Castilla.

Ejemplos opuestos hay muchos y variados, pero  ninguno tan importante por su trascendencia, y que sirve como antecedente al tema propuesto,  como el del verdadero valor de la Curia Regia de Alfonso IX en 1188, precisamente cuando acababa de colocar sobre sus sienes la corona del Reino de León, su herencia y su pasión.  Sabido es que a ella fueron convocados ciudadanos –civitatibus- de las distintas capitales del reino, por vez primera con un cierto grado de representatividad, junto a magnates: Nobles y Clérigos. 


     Pues bien, hay quienes “barriendo” con la escoba del academicismo, más brillante hacia sí, que con fulgor leonés, prefieren poner entre dudas que la Curia fuera algo más que una asamblea al uso. Un Palatium Regis, incluso sin el valor incipiente de lo que más tarde empezaríamos a denominar Cortes.  Y que los ciudadanos  asistentes -civitatibus-, apoyándose tal vez en lo de ex singulis,  pudieron ser personajes con poder en las urbes realengas,  de la baja nobleza, o de caballería no noble, lo que viene a suponer que no representaban al pueblo llano que hoy diríamos.  No admitiendo así que éstos, como base social de su momento,  vinieran a completar un parlamento embrionario al que Alfonso IX, cediendo poder,  les había llamado.  
Cortes, como hoy las denominanos,  en las que se elaboraron unos Decretas. Se legisló por tanto, marcando así unos, si se quiere, rudimentos básicos que toda creación requiere. 

Alfonso IX, tuvo un primer hijo, de nombre Fernando, en su matrimonio con Teresa de Portugal;  con él, como heredero, se aseguraba la continuidad del Reino de León, no en balde había ya participado, como preparación, al lado de su padre en tareas oficiales. Su muerte en 1214, a los 22 años de edad,  daría un giro negativo a la idea sucesoria de Alfonso IX y  para los intereses de León cuya pervivencia diferenciada peligraba con ello.

Evidentemente, así empezaría a ser cuando, otro Fernando, - Fernando III el Santo - el “leonés” como se le denominaba en Castilla, educado en Galicia, hijo también de Alfonso IX, pero fruto de un segundo matrimonio, éste con Doña Berenguela, “la castellana”, como se conocía a la heredera del trono de Castilla, llegó a ceñirse la corona de los dos reinos: el de León y el de Castilla, a la  muerte de su padre. Alfonso IX, murió en Sarriá el 24 de septiembre de 1230. 
No fue fácil, las hábiles maniobras de Berenguela para no cumplir el deseo alfonsino, aquél de que sus hijas, Sancha y Dulce, fueran sus directas herederas, resultaron decisivas.


Conviene recordar que Fernando tomó el ordinal de tercero, por alcanzar el trono leonés con el nombre de su abuelo: Fernando II de León. Que el Reino de León era más importante y veterano, por lo tanto debería haber seguido gozando de preferencia protocolaria en la nominación; algo que muy pronto se “olvidó”.   Y que, ante el poder castellano en auge, León empezaría muy pronto a perder hegemonía, y con ello a iniciarse el declive de un pueblo, el Pueblo Leonés,  ya que Fernando III no consta que ratificara, de manera expresa, lo legislado en las Cortes de 1188 donde habían ganado voz parlamentaria los ciudadanos leoneses con su padre, Alfonso IX, así como derechos y libertades estipuladas en claras decretas.

Lo que acabo de exponer, desde mi posición de sencillo dilentante de nuestra historia, procurando no faltar a la verdad, ha sido dar un  favorable lustre interpretativo a lo nuestro, a unos hechos recogidos en letra impresa y asequibles a cualquier lector.  Así continuaré, sin intentar glosar la real figura de este leonés del siglo XIII, puntualizando que empezó siendo rey de una Castilla ascendente, para asumir posteriormente también la corona de “su” León de origen, nominándose, por tanto, rey de León y de Castilla.    Pero, tal cosa, no supuso entonces, ni posteriormente la unión del pueblo castellano y del pueblo leonés  en singular personalidad.

Fernando III, dio oficialidad en su corte al romance castellano hablado y escrito, en indudable detrimento de la lengua leonesa, romance, de enorme peso cultural en el medievo, por lo tanto oficial y del pueblo.  Y tal como se dijo en el Congreso citado, el castellano se consolidó durante su reinado y se empezó a castellanizar el leonés. Ese indudable daño, esa pérdida de un bien y un derecho del pueblo leonés, no tuvieron empacho alguno en presentarlo los medievalistas asistentes como si fuera un don.

Si bien lo más incomprensible fue el intento congresual medievalista de situar al monarca como una bendición, sería por lo de “santo”, cuando en 1230 empezó a llevar la corona de los reinos de León y de Castilla, interpretando que también hubo fusión de ambos pueblos y que, tal cosa,  viene a corroborar lo acertado de la actual  Comunidad Autónoma de Castilla y León.  Innecesaria puntualización, más política que histórica, fuera de lo real, no tanto por  su connotación monárquica, como por lo de estar fuera de la realidad cultural más escrupulosa.