3 de agosto de 2014

Parlamentar en Puerta Castillo

Apuntes para mejor comprender los entresijos de la Exposición transitoria:  “León, Cuna de Parlamentarismo” en la Casona de Puerta Castillo,  a los ojos de un leonesista.

Ellos,  los autonomistas del ente que nos tiene atrapados a los leoneses, van a su rollo, a su bola; el alcalde de la capital, fiel y obediente a sus jefes de “filas”, no tiene mejor ocupación que secundarlos. Respecto a lo leonés, cuando es notorio, y chirriaría demasiado silenciarlo, como es el caso ahora de los documentos de las Cortes de 1188, parece haberles entrado a los políticos autonómicos un enfervorizado deseo de salir en los medios para, a modo de desagravio,  pero no exento de injerencia, vender este pasaje histórico leonés  como un empeño autonómico.

Y aquí, a pesar de poder pecar de reiterativo, aunque nunca más que ellos en su empeño de mover lo leonés a su antojo, y como patrimonio que “les corresponde”,  precisamente ahora cuando, como cosa propia la Consejera de Cultura y Turismo, nos suelta lo del “maravilloso legado”, que lo es, pero netamente leonés, y de los leoneses  herederos directos y únicos, no podemos menos que salir cortándola su verborrea cantarina con el párrafo siguiente, que reconocemos haberlo empleado sin demasiado resultado en otras ocasiones:

 El valor de las Cortes de Alfonso IX y sus Decreta, ha sido silenciado, amordazado y trastocado social e históricamente  hasta “ayer”, rebajando  la importancia de aquellas Cortes.  Así  lo han venido haciendo sus antecesores en el cargo, los presidentes de la Cortes autonómicas, las Consejerías correspondientes y desde las Fundaciones satélites.

Algo que hoy resalto como ominoso, dada su actuación, nefasta en el sentido expresado, cerrando puertas a la anotación y puesta en valor, o cual juego al burle y el engaño vendiendo en 1988, octavo centenario, por ejemplo, las asistencia del pueblo a aquéllas, verdadero ensayo de parlamentarismo con el que hoy se les llena la boca autonómica, como algo  ocasional  fruto de que, para sacarles los cuartos, el Rey llamara o dejara entrar a la Magna Curia  a unos vocingleros miembros gremiales del  pueblo. 

Esto no nos es posible olvidarlo. No lo debemos hacer, ni hoy ni mañana, en tanto no rectifiquen, entonen su mea culpa, con la sinceridad y dignidad de quien reconoce su propio error, por omisión,  o por insidia en otro supuesto, y el  de sus antecesores autonomistas del ente verdaderos artífices del ocultismo.

Ese comportamiento sin duda llegó a alcanzar el calificativo de nefando, cuando se propiciaba  disfrazar con subterfugios lingüísticos las Cortes leonesas de 1188, como castellanoleonesas. Sembrar la duda en los escolares, siempre les ha parecido que tenía futuro para sus planes uniformistas y unitaristas, y como los leoneses hemos venido “casi tragando todo”, sin entresacar las “malas hierbas”, pues se han recreado en la vertiente olvidadiza.

El ejecutivo autonómico, que cita la Consejera, y el Ayuntamiento, o tal vez mejor el alcalde, que parece haberle dado por pensar que León capital es cuna y dueño de aquel magno acontecimiento,  se regodean al alimón; una porque así el ente hace que hace, y  otro por que va de “activo recuperador de historia”,   ante el supuesto lustre que  ello supone para León, pensando en pingues beneficios turísticos. La recuperación de la dignidad leonesa de lo propio parece ser secundario.

En base a lo apuntado, el esfuerzo del ente autonómico ha pasado de buscar historicistas en negativo, para ignorar la documentación que ahora se va a exponer, con detalle, o lo que es peor por ocultismo, sin el menor amago de dignidad y vergüenza torera, para sacar a la luz pública y valorar de forma positiva y entusiastas unos documentos que la UNESCO admitió sin dilación.   Ahí si que dieron un espaldarazo a lo leonés, que dejaba el proceder de los dirigentes autonomistas pecando de ignorancia histórica, cuando no de ocultación interesada; de ambos modos  un  cínico proceder político, movilizando a exégetas proclives a defender lo indefendible.

La Consejera sabe que en Junio del año pasado la Unesco inscribió los ‘Decreta’ de León de 1188 en el Registro de la Memoria del Mundo, pero debe ignorar, cómo y de qué modo llegó hasta tan imparcial tribunal mundial la pertinente documentación que les hizo determinar que aquí en el Reino de León, en 1188, nació el parlamentarismo. O lo que es peor, parece usar la metodología de sus antecesores: el silencio de la verdad. Por sus palabras se puede interpretar que  el recurso nació allí por generación espontánea. Tal proceder es igualmente válido para el alcalde.

Es muy grave omitir que hubo un leonés de La Cepeda, sin cuyo empeño y bien hacer, recabando documentación, presentando y apoyando el tema ante la Unesco, hoy seguiríamos con la omertá instalada en torno a las Cortes y los Decreta, de Rey leones Alfonso IX; y el Pueblo Leonés sin ser reconocido como heredero directo de aquéllos que, convocados por el Rey, ensayaban con su asistencia, los primeros rudimentos de parlamentarismo.  Aludo naturalmente a Rogelio Blanco Martínez. Sobre cuyo nombre parece pesar autonómicamente un silencio y olvido cargados de cinismo político, seguido por “nuestros” políticos leoneses, en el Consistorio.

¡Ah!, que le invitarán a la inauguración, para que, al menos,  dé una charla sobre los avatares de la preparación protocolaria de la solicitud, los valorados documentos y la feliz consecución. No esperábamos menos los leoneses. A cada uno su mérito.

Se marcará así el principio de un éxito de exposición, que lo ha de ser para una Región, para un Reino. Si ésta se prolonga con los documentos originales  en Zamora y luego en  Salamanca o viceversa… estaríamos dándonos todos los leoneses, el abrazo fraterno que mucho necesitamos. Claro esto al ente autonómico le escocería tanto, que la zancadilla ya estará puesta de antemano.