8 de octubre de 2015

Las Cantaderas, a golpe de tradición


Cuando uno o una escribe, no piensa que tarde o temprano, aquello sobre lo que propone como opinión al lector, puede llegar un momento en que se transforme en una trampa. O tal vez diga mejor,  revierta con el refrán de “por la boca muere el pez”, atrapada en el anzuelo de las letras. Más o menos.

En este caso, Margarita Torres, con relación a la Cantaderas,  creo que se ve retratada en una estampa que preparó para otros. Precisamente en un artículo, con soporte historiográfico y el pertinente toque legendario,  titulado: “Leoneses por el mundo: Cantaderas. Su arranque: ¡Que vienen los moros!, era el grito que ponía en boca de las jóvenes del Reino de León. Mas no es esto definitorio, muy interesante la lectura completa que propongo al lector mediante el enlace, la clave está en el final.

El 3.10.2011 vio la luz el escrito citado, a buen seguro que nada la hacía presagiar que estaba colocando un cepo que la iba a atrapar cuatro años más tarde. Precisamente cuando de la mano “derecha” del gran edil, alcalde con apoyos externos, Antonio Silván el castellanoleonés, colocó su nombre en la lista electoral y las urnas ayudaron.

Finalizaba el relato: “Recuérdenlo para las próximas Cantaderas. Tal vez, en honor a la costumbre, bien pudiéramos enviar a tierras lejanas a algún polític@ de casa. A conocer mundo, ya saben: tributo antiguo”. Entre el ayer y el hoy, la condición política es el nexo, la connotación, desconocida, la que ella atribuía a los polític@s de aquel momento, para mandarlos con “viento fresco”.


 Aun cuando nada más fuera como simple peripecia, ahí estaba hoy el lazo, que bien pudiera estar representado en forma de pañuelo, aquél rojo que se cernía airoso a su cuello durante su actuación como síndica… 




                                  










Sin presencia física en los actos del 2015, aquí está mi versión construida a base de “investigación” en los medios leoneses. 


Desde la distancia física y no la anímica, siguiendo las páginas de nuestros periódicos, he tratado de componer mi versión, tal como prometí en mi página anterior, respecto a Las Cantaderas 2015.   La presencia indeseada de la lluvia, inclemente, imprimió otro cariz al acto.

A  casi todos nuestros ediles capitalinos les ha gustado siempre estar en las Cantaderas y en las Cabezadas. Siendo un modo de cumplir con ambas tradiciones no deja de conllevar un gran componente de factor  exhibicionista político.  Un dejarse ver, cuando es en otros menesteres donde especialmente nos gustaría observar su actividad positiva, sin bandolera roja y gualda, no especialmente trajeados, sino arremangados acometiendo los problemas que acucian a nuestra ciudad y sus moradores. Una urbe enquistada.

Una ciudad encajonada, a la sombra de lo que fue, estática en sus lindes físicos y ornamentales, sin saberse vender, pues enmascarado lo histórico, lo moderno va sin criterio de prioridades y rumbos. En nada la ha ayudado el ente al que nos acoplaron sin pudor;  cicatero, envidioso siempre,  mirándonos de reojo, con afán centrípeta, ha acumulado en Valladolid, todo el “poder y la gloria”. Y al alcalde de ésta, que lo fue, el ínclito señor  León de la Riva, cualquier migaja que se trajera a la capital provincial leonesa le parecía un mundo, le molestaba en especial  nuestro aeropuerto, no fuera a ser que despegáramos. A tal cosa, nada tenía que decir, en la pasada legislatura el señor Silván,  seguidor de Herrera y más ”papista que el papa”.

Éste, nuestro regidor actual, castellanoleonés por sus actuaciones autonómicas, iluminando su rostro (ya no es novedad) con todo tipo de sonrisas, presidía el corregimiento en la celebración,  sin controlar a las Cantaderas,  esto era labor de la sotadera,  tampoco le competía, pero quería disfrutar como gran edil, de su primer fasto tradicional.  Y así,   bajo el paraguas y al lado de su edil de cultura municipal Margarita Torres,  la que sabe de historia, de tradiciones, de costumbres, de cálices… y no sé si pretende aprender el oficio político, más el “vice”, parecían componer  un “tridente” consistorial.

Al señor García Prieto, otrora presidente de la Diputación, hoy concejal, pudimos verle en las fotos del día anterior, la fiesta preparatoria, la de cuatro  barrios históricos, la de las doncellas elegidas, con vestimenta inmaculada al uso medieval, bajo la batuta, sencillamente recuperadora leonesa, y no es poco, de Hermenegildo López.


Con  relación al asunto del cáliz de doña Urraca,   donde  la profesora Margarita Torres, ha mostrado su último buen hacer literario, docto,  histórico y de investigación legendaria-documental,  siguiendo la pista para  reflejar en sus páginas cómo en el cuenco de ágata de cáliz de doña Urraca, había bebido Jesucristo en su última cena, fue solfeada por el síndico eclesial. Experta en historia y en historias, anunció éste, que directamente ponía en duda la veracidad del acontecimiento y la versión documental.

Muy osado el Deán,  bien entrenado en estas lides, coloca eso de “espera guapa”, dirigiéndose a la edil que,  pañuelo rojo al cuello,  no sé por qué no eligió claramente nuestro púrpura leonés,  escuchaba con atención;  y  perseverante, o mejor cazurra, diríamos nosotros,  la síndica municipal, supo con ingenio ofrecerle un cáliz de chocolate para que el cabildo catedralicio estuviera a “la altura” del isidoriano.

El Deán, defensor del foro, desliza, deja caer, dubitativo ante la autenticidad de los datos del cáliz, siempre con generosa ironía, interpreto yo. No así otro rival, y en otro orden de cosas, Luis Grau para quien el Grial es un invento novelado medieval, según afirma en un medio leonés. El verdadero valor del cáliz,  el intríseco y el “real,” se lo aportaron Urraca con su linaje y sus joyas,  y un orfebre de su tiempo;   la pieza que en el museo isidoriano se conserva, ahora puesta en especial valor, es algo más que suficiente para atraer al turista; “ofrecerle que va a poder contemplar el Grial, puede alcanzar la condición de timo”, afirma el director del Museo de León.

Nos cuentan las crónicas que hubo momentos de brillantez expositiva, oratoria fina por ambas partes,  en la remojada celebración del Foro u Oferta por  San Froilán 2015. Mi versión es, en parte,  pura intuición, lectura entrelíneas, tomando de aquí y de allá hasta  componer lo antedicho, no sin dejar de prestar la debida atención al detalle fotográfico, definitorio cuando además uno conoce a los personajes.