29 de mayo de 2018

Los presidentes de las Diputaciones


Reunión de Rabadanes…

Va bien, para la ocasión leonesa, el dicho iniciado. Toda vez que la Diputación provincial de León, actuó de anfitriona de presidentes, el 14 de Mayo,  y resulta que para sostener la ocasión fuimos los leoneses, dado nuestro amarre político  autonómico, los que pusimos la pieza para degustar;   el “cordero” de nuestra permanencia en el ente.

No aludo al manjar de reyes. El invento municipal para la capitalidad gastronómica, que es pasajero y efímero si no se sabe acompañar de un verdadero mensaje que prenda, no, me refiero a nuestra regionalidad leonesa que la esconden nuestros políticos, para no molestar a quienes mandan en el ente autonómico.

Nuestros tres presidentes, como corderos amenazados por el lobo castellano/comunitario, no fueron capaces, no ya solo de levantar la voz leonesa regional, sino de hablar entre ellos haciendo una valoración de la situación triprovincial.  Defraudador, para quienes estamos en la preocupación diaria de unir y reflotar lo leonés.

¿Qué quiere decir tal postura presidencial?  Está claro que de haber en ellos algún atisbo de sentimiento leonés, no ya leonesista que eso para ellos sería demasiado, incluso para el señor Majo, gozaron de un momento idóneo para mostrar diferenciación y particularidades de la región leonesa. ¡Nunca se lo han planteado! Pero eso sí, como  les siguen votando, ocupan un asiento  de gran relevancia provincial y que, con su proceder, afianzan al ente.

Pero atención, si no lo dicen, lo piensan: El sentimiento diferenciado leonés es para los ingenuos…leoneses de a pie.

Frenar la despoblación rural, de modo especial, y crear empleo, fue motivo aparente para tener el encuentro que comentamos. Reunión que no tengo más remedio que colocar como de trámite, subyaciendo un fin primordial para la Junta autonómica, realizarlo en León como prueba de sumisión y de control al que nos tienen sometidos.

Por la Diputación de Salamanca acudió el vicepresidente, Carlos García, ignoro la razón. En su boca unas sencillas ideas, “la despoblación exige posibilidades de empleo…y generar condiciones para ello”.  Contando luego  que había que exigir voz en la estrategia para combatir la despoblación de ambas facetas calamitosas. ¿Qué ha hecho en la institución provincial para estudiar y valorar las causas?  No es capaz de pensar que estar en una centralista comunidad radique la mayor parte de los males.  Por otra parte, a la Junta autonómica que nos controla y manda, ¿qué le exige?

Para la presidenta de Zamora, María Teresa Martín, que incide en la despoblación rural y el desempleo, como todos. Dejó dicho que ha prestado gran atención a la dependencia, “como fuente de empleo”. Tal asistencia es un compromiso social,  una ayuda ineludible para quienes prestan el servicio, pero como nicho de empleo no le veo enjundia. Por otra parte en  la institución que preside parece que han llegado al convencimiento de que el emprendimiento puede ser un buen método apara paliar la falta de empleo en el medio rural. ¡Alusión al tema triprovincial regional leonés, ni pizca!

Para el presidente de la Diputación provincial de León, Juan Martínez Majo,  Castilla y León es una comunidad “eminentemente de medio rural”. Ni un matiz diferenciador, y mira que los hay entre la región triprovincial leonesa y la otra castellana. La sumisión que les domina es terrible. Puso el foco en la pérdida poblacional que ha motivado una situación ciudadana de gran inquietud.  Tampoco ha mostrado detalles, ni por asomo, de lo que afecta a las tres leonesas por separado y en su conjunto.

Majo, si apuntó algo específico de León provincia, tal vez por ser el anfitrión. Colocando como exitosa la marca “Productos de León” y las 500 empresas participantes. Ni una palabra del daño que “Tierra de Sabor”, de “pavor” para los leoneses, de promoción juntera y beneficiosa para el ente, útil para marcar  potencialidad, y  no para los artesanos y empresarios leoneses  que usan su sello.

Nada he podido leer respecto a la desigualdad, de desempleo y despoblación, en cada una de las provincias del ente y la comparativa interprovincial. Ahí es donde deberían haber estado las tres leonesas, haciendo una valoración conjunta triprovincial. Pero qué va, ¡ni la mínima intención!

Hubo más intervinientes como el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Suárez Quiñones, para quien el gobierno autonómico “ha hecho los deberes”. Nadie objetó nada al respecto ¡asumían!

Germán Barrios, presidente del Consejo Económico y Social de la Comunidad, “con gran precisión” dejó dicho que la solución a la despoblación se llama empleo. Y descansó


Conclusión. Se habló de despoblación, largo y tendido, quiero decir que todos, los de “nueve provincias una Comunidad”, (que canta el ente y los de León no lo rebaten)  lo citaron, pero no dijeron ni palabra en cuanto al cómo, ni el grado de implicación. Tan sólo mostraron “buenas intenciones”, lo más fácil.

A tenor de lo contado, la necesidad más imperiosa, nuestro mejor papel, el de los ciudadanos leoneses, no puede ser otro que tratar de desactivar por vía política el dañino estatus autonómico, mediante el voto. Nos han venido ahogando PP y PSOE y ahora para cerrar el círculo asfixiante han llegado PODENOS y CIUDADANOS.

 Hay que empezar a movilizarse ya, de cara a las elecciones locales, teniendo en cuenta que son clave en las Diputaciones. Y por supuesto para las autonómicas, donde, no tener presencia importante  leonesa, leonesista  en las Cortes,  sería un suicidio para el Pueblo Leonés, cuando, dada la posible reforma de la Constitución, será la ocasión óptima en la que defender la inscripción nominal de la Región Leonesa y su derecho autonómico.

¿Qué estamos dispuestos a hacer triprovincialmente para reconducir la situación?




26 de mayo de 2018

Liberación en las urnas



Las manecillas del reloj del tiempo avanzan inexorables. A los leoneses, y con razón, de modo especial nos deben preocupar las autonómicas.

Nadie debe pasar por alto que estamos perdiendo punch socioeconómico regional leonés, tanto en el cómputo triprovincial, como por unidad provincial. Sufrimos una amplia sangría de habitantes y medios, sumidos en el ente autonómico al que nos adscribieron contra la voluntad popular.

En el más importante medio moderno de difusión, si así se puede entender, aludo a internet, los leoneses, todos los que así nos consideramos, vagamos por este medio,  más o menos activos, reforzándonos diariamente con críticas al ente autonómico, proponiendo, o diciendo hay que…   cuando la realidad más pasmosa nos dice que los triprovincialmente leoneses, en gran proporción siguen en un insulso pasar que adormece nuestra personalidad leonesa.

Este atolondramiento nos aboca a dos equívocos. Uno hacia fuera, interpretable como señal de transigencia cuando no de aceptación del estatus autonómico que vivimos con la facción castellana; lo que explotan los dirigentes autonomistas. Y otro, la  propia interiorización de que  el “ser leonés”, a fuer de innato, ahí está a salvo. Esto último, a mi criterio, en el mejor de los supuestos,  pues no faltan quienes ni tienen clara su personalidad leonesa, ni indagan, ni están demasiado proclives a vivir la leonesidad.

Cómo llegar a éstos, los indecisos o los despreocupados, es pregunta clave que vengo formulándome, y he llegado a lanzar en este medio en muchas ocasiones, siempre sin alcanzar un debate con positividad constructiva o indagadora. Nos perdemos,  con  demasiadas variantes,  por las ramas;  o con posturas de firmeza extrema. No faltando la indiferencia, aún más preocupante.

El citado pasar, dejar ir hacia la indiferencia  lo que para la personalidad leonesa supone la superposición castellana, siempre preconizada desde el ente autonómico; que de no cortarlo en las urnas, no tardaremos en ser lo que los autonomistas que nos dirigen se proponen, sumiéndonos  en lo castellano, o castellanoleonés no menos dañino.

Tengo el convencimiento, a tenor de lo expuesto, que los leoneses somos nuestro principal enemigo. No fácil de asumir, pero que, con total naturalidad, hemos de admitir para ir en busca de la reacción subsiguiente. 

 El voto ideologizado, suma de colores o manos,  que mayoritariamente se  deposita en las urnas,  es, de forma aplastante, más numeroso que el colocado en las urnas políticas leonesistas.  Que hay que romper esa inercia votante, es condición indispensable que hemos de asumir. En  cómo revertirla en favor de las opciones  leonesistas, las existentes o alguna nueva, ha de ser prioritario, ¡pero ya!

Movernos políticamente con autoridad en las Cortes autonómicas, con el mayor número de procuradores que nos den firmeza, es paso previo para hacernos valer como Región Leonesa, en convivencia transitoria,  y salir del ente usando los medios constitucionales que nos asisten.  

¿A qué esperamos los leoneses?  ¿Acaso a que se cumpla el más clamoroso de los augurios?  Entrar en otro cuatrienio  de aún mayor decaimiento es un suicidio identitario regional leonés.


* Tema en preparación. Las tres Diputaciones


19 de mayo de 2018

Predicando el empoderamiento desde Podemos


No sólo yo, sino buen número de leoneses, más bien diría leonesistas, por estar, en cierto modo, más comprometidos con nuestra tierra, celebramos la llegada de los “Círculos” de Podemos a nuestro territorio leonés.  Toda vez que una esperanza de cambio y lucha popular por lo leonés se mostraba como anhelo, aunque  ya marchitada por el tiempo.

De modo especial en  la llegada a León capital. Aquí, hasta donde yo sé, y pude participar livianamente, se intentó el acercamiento para comprender la postura que hacia lo leonés, en el ámbito autonómico, dominaba en los Círculos.  Fue decepcionante, ya en origen. No estaba, en sus pretensiones tal postura, la defensora de la Región Leonesa, con derecho a autonomía propia que había que defender o mejor instaurar, en paralelo, claro está, con lograr salir del ente que nos engloba y aniquila. 

No se hablaba más que de empoderar al ciudadano. Así en general. Como si no tuviéramos los leoneses, constreñidos en un ente que no nos respetaba como pueblo, que poner en valor nuestra tierra bien diferencia. ¡Empoderarnos como Región no lo contemplaban!

Para ser más exactos, será bueno destacar que se logró una cierta comprensión en algunos miembros “destacados” en el Círculo capitalino,  bueno, era algo más complejo que no es necesario, desde mi punto de vista, señalar con nombre y momentos.

Hasta llegamos a proponer que se firmara el “Acuerdo por la Identidad Leonesa” que otros partidos habían suscrito en el 2000. Teniendo en cuenta que, una copia de este documento,  consta en los archivos del Procurador del Común, como fedatario. Y se pretendía dar al acto el boato que requería tal adhesión.
Un SI, inicial y sostenido un tiempo, se cerró con un No, decepcionante. 

Estábamos ante un movimiento político que en León, por las apariencias, sus miembros no preconizaban el “ser leonés” diferenciado y con el propio territorio regional. Obsérvese que no hablamos del paso siguiente: leonesismo. Eso era demasiado pedir.

Cuando desembarcaron en las Cortes autonómicas como procuradores, y Pablo Fernández, de León, alcanzó también el grado de “jefe” en el gran círculo autonómico. Se consumaron nuestros temores.

Esto no pude comprenderlo, y mucho menos digerirlo. Así lo he dicho por escrito, y de viva voz, en una o dos ocasiones que tuve posibilidad de hacerlo.  Reconducir su postura roza la imposibilidad. Han tocado poder y esto marca.  Y lo que es peor, parece que se van incardinando en los modos y maneras de la que ellos han venido llamando “casta”. Casta Política.

De modo personal, y fuera de lo netamente leonés, me ha preocupado la deriva que en el “Gran Círculo Nacional” ha habido entre sus miembros, movimientos que van tomando las apariencias al uso partidistas. Todo ello, claro está, porque hubo un tiempo en que simpatizaba “con la causa”. Y  así ahora, al pasar a comentar el asunto Pablo, Irene y el chalé, creo que puedo mostrar una de las razones de la decepción (sin olvidar lo leonés que siempre me preocupará de modo especial).  Veamos:

Las apariencias transforman las percepciones del  observador.

Un chalé, casa de invitados, jardines, piscina y accesorios, no es propiedad nimia, ni tan siquiera de normal patrimonio, más bien salta a la vista como de ampuloso vivir. No hablamos de comodidad, que, de ser necesaria para que el político descanse, tiene que estar también en la expectativa del trabajador, de no ser así ¿con qué tipo de ejemplo predicamos?

Hablamos de políticos  que se dirigen a las masas,  a la sociedad más sufridora para que reaccione y se empodere… ¿pero de qué?  ¿Tal vez para que se sature de ilusiones contemplando las “razones” vivenciales de los  privilegiados?

En tanto haya demasiados trabajadores al límite, el de la subsistencia, un político que se precie de luchar con y para éstos, no puede  manejarse con signos externos de privilegio, pues tal parece que está pasando de referirse a los trabajadores como obreros para tildarlos de “obrerío”, ni cuando están en desempleo,  ni cuando la gran mayoría malviven en el submundo del precariado.

No debe ser la política, para quien la practica, un arte para mejor vivir, en tanto haya sufridores, pues tal parece que la están tomando cual verdadero soporte de su triunfo. Lo malo es que esto parece ser norma generalizada.

Y aquí, en la Región leonesa,  participamos de todo lo nacional, o español si  prefiere decir, pero además tenemos nuestra territorialidad e identidad leonesas en entredicho, sin respeto constitucional, y por ahí debe empezar el empoderamiento que preconizaban en origen  y que su olvido ayuda un poco más en el camino hacia el precariado regional leonés.




15 de mayo de 2018

VIGGO MORTENSEN, UN ASTRO PARA UN PUEBLO

       

                                
                                   ¡Gracias Viggo, por habernos elegido! 

      Estamos tan  poco acostumbrados los leoneses a que se alce una voz en nuestra defensa, o simplemente que, la palabra o las letras transporten esencia de nuestros valores, precisamente en este presente autonómico que nos cercena ilusiones a diario, que el más mínimo de los gestos opuesto a ello, nos causa una extraña sensación de reconcentrada emoción. 

Lo digo con prudencia, antecediendo a unos párrafos que se pueden asemejar a un cántico a la esperanza, o interpretar como una voz lastimera, ante la indefinición de nuestro León, ése que se resiste a un final pautado, repito pautado, políticamente.  ¡Ay!, casi desde nuestra propia casa.

Debo reconocer que Viggo Mortensen me ha sorprendido por un comedimiento gestual y de expresividad oral rigurosa, no como actor, sino como persona. Lo primero sería de escuela y lo segundo es de personalidad. ¿Elementos de juicio para ello?  Pocos, de ahí el riesgo a equivocarme en cuanto al personaje, no en lo referente a esta tierra nuestra que él ha entrado a valorar tan positivamente.  Encajan pues, esas apreciaciones, en lo intuitivo; y a la cortedad de los elementos a valorar, superpongo el emotivo hechizo de lo personal, en connotación con el para mí apasionante tema: León.

La clave inicial de estos apuntes, o el origen, nace  en el escueto pasaje de una televisiva entrevista del actor, siempre breves, por cierto, en ésa TV genérica que alarga hasta lo indecible lo llamado “del corazón”, y acorta con cicatería lo formativo y cultural. Entrevistado  y entrevistador, cruzaron sus miradas, después de ver y escuchar un corte de vídeo en el que el autor Pérez Reverte aludía al personaje de Alatriste con gruesas palabras calificativas, a las que nuestro valedor de moda, Mortensen, tamizó con el exquisito velo de la discreción, deslizando… “se permite decirlo él…” 

Seguí, queriendo comprender al actor, documentándome en algún otro medio escrito y en especial en la edición digital de la institución leonesa: DIARIO DE LEÓN, centenario y leonés, que siempre ha recogido y realzado lo nuestro con fidelidad.  Sagazmente ha sabido atraer, dentro del programa de actos conmemorativos de esa efeméride, a Viggo Mortensen, quien en no demasiadas palabras, y sí en  hechos, tanto ha facilitado que aflore nuestra memoria histórica,  el orgullo de ser y sentirse leonés, y que allende nuestro terruño se nos  pueda conocer  y valorar.

Miguel Ángel Nepomuceno, de quien siempre leí con detenimiento sus críticas precisas sobre acontecimientos musicales, rezumando sensibilidad y encanto pedagógico,  ha lanzado una serie de crónicas sobre el actor, sus conversaciones y hechos, que me han llevado a comprender un poco más… a ambos. Y aquí estoy, tratando de verter en estas líneas una llamada a la esperanza a los leoneses. Y por ello pregunto: ¿Si nos sentimos leoneses, amamos nuestras tradiciones, desde la más elemental de las costumbres propias,  cómo nos podemos dejar arrastrar, con indiferencia colectiva, autonómicamente, difuminados, cuando no borrados?

No he conseguido saber, cómo y por qué Viggo llega a la conclusión del origen leonés del capitán Diego Alatriste. Si el autor de las novelas, Pérez Reverte, no le sitúa como tal, ¿qué le empuja a Viggo a hacerlo?, ¿qué mecanismos deductivos, tan favorables para nosotros, han sido los indiciarios?  En verdad, tampoco me he esforzado demasiado en descubrirlo, prefiero la nebulosa ante el temor al desencanto.

 Viene pues, Viggo, a la tierra de Alatriste, a conocer sus gentes, su comportamiento social, y en especial su forma de hablar; “personas, dice, de carácter escueto, pero de expresión tajante y directa…”.   Pérez Reverte, nombra a Alatriste como un héroe oscuro y ambiguo. He intentando encontrar la correspondencia entre ambos adjetivos, y lo que desgaja Mortensen de la idionsicracia de los leoneses, especialmente de los montañeses: “carácter escueto”, tal vez de ahí lo “oscuro”; pero, lo de “expresión directa y tajante”, no parece corresponderse con la ambigüedad.  
  
La propuesta de Viggo  para intercalar algún leonesismo en lo diálogos, especialmente en boca del capitán, fue rechazada, ¡lástima!; faltó comprensión del dato. Si bien me extraña que, el autor, Pérez Reverte, de haberlo sabido no lo hubiera apoyado, no en balde en mayo de 1999, citando al leonés como lengua, dejó perfectamente dicho que se dejó de hablar (?), pero: “tuvo un enorme peso cultural en la Edad Media”.

Se pone en boca de Viggo una frase, recogida en dos versiones, para mí contradictorias entre sí, y en especial con arreglo a su comportamiento. Veamos. Ambas van escritas entrecomilladas, no sé si como un sic rotundo, o un entrecomillas de aproximado: “Vine a Castilla y León  y me encontré a gusto aquí, en su tierra…” (la del personaje). “Vine a esta tierra, en León me sentí a gusto”. Dudo tanto que Viggo, el que tan bien nos ha presentado Nepomuceno, aludiera al ente autonómico, que, de inmediato, me voy “al eje del mal”: ¿No será, una vez más, que hallamos presta la mano autonómica para el marcaje férreo de todo lo leonés?  ¿Acaso no tenemos  vida propia los leoneses? ¿Hasta cuando ese solapamiento nominal castellano absorbente?       









     

11 de mayo de 2018

Baloncesto Elosúa. Y León...tembló

   Un movido preludio en tempo de relato

            Se despertó sobresaltado, el sillón de orejas  que ante la tele  cobijaba su leve cabezada, le pareció que se había movido; se estaba iniciando la  madrugada del 21 de mayo 1997.

     Efectivamente, no había sido una percepción onírica,  pues de pronto, cuando el reloj  mural marcaba las dos de la madrugada, se repitió el temblor, y, ahora despierto,  pudo perfectamente sentir el retemblar del  suelo, y hasta contemplar el suave vaivén de la lámpara del techo. 

      Pasada la primera impresión, comentó en tono jocoso: “lo de Aranzana no creo que haya sido para tanto”.   Su esposa,  atónita, y hasta dudando  que estuviera en sus cabales , o condicionado por el  susto del seísmo,  le inquirió: “¿De qué hablas?”.   

       Así  tuvo necesidad de contarle la última esperanza truncada:  Hacía pocas horas  que, el probablemente sobrevalorado,  entrenador del Club Baloncesto León,  había cerrado su ciclo leonés a petición propia,  poniendo fin a la zozobra de muchos y buenos aficionados,  que  conservaban aún secretas esperanzas de que reconsiderara su postura.

Creyendo que merecía la pena dedicar a esto último unos recuerdos, bien entrada la tarde del  día siguiente escribió:

 










  ARANZANA  Y  ALGO  MÁS  QUE  UN  CLUB (*)

 Del  Elosua, al S.A.D. Baloncesto  León, hay todo un camino de anhelos,  luchas deportivas y  hasta sentimentales, compartidas y sufridas por un buen número de leoneses, socios y aficionados en general, quienes,  con su presencia física y voces de aliento, empujaban a aquel primerizo y modesto equipo de baloncesto hacia éxitos impensados, casi en exclusiva promovido por el grupo aceitero citado, ¡tan leonés entonces!

   Coincidía, en el tiempo, este surgir deportivo encestador,  con vicisitudes autonómicas vividas y sufridas por los leoneses, en clave reivindicativa;  reflejadas en aquel grito: ¡León sin Castilla es una maravilla!.

     Ese espíritu de rechazo, en cierta manera, se trasladó al Pabellón  -  para algunos  Palacio de los deportes - me refiero a la propuesta, más bien impuesta diríamos mejor,  Comunidad con Castilla.  Allí el flamear de las banderas  leonesas y la sin par colaboración de la Peña el Tambor, siempre estimuladoras,   como si se estuviera poniendo en juego el orgullo de León o de ser leonés,  los aficionados se fundían con las peripecias “canastera” del juego, en un clamor , que ponía alas al quinteto en pista.  Ésta, y no otra,  fue la razón que me empujó a calificar al equipo como “algo más que un club”, al menos en origen.

Curiosamente el joven entrenador  del equipo leonés, a pesar de ser natural de la provincia pucelana, de la Valladolid siempre cuestionada desde León, e indudablemente viceversa, por qué no añadirlo, era estimulado desde las gradas, con el que me permito calificar de calor leonesista. 

Pues bien, Aranzana,  que así se apellidaba el entrenador, como si quisiera hacernos olvidar su procedencia o hubiera un acuerdo tácito entre los espectadores leoneses  para lo mismo,  empezaba a ser profeta en esta rival ciudad leonesa, entre aplausos, éxitos y   sufrimientos. Vocablo éste muy usado por el técnico cuando quería exigir a sus pupilos la entrega a tope, y aguantar la tormenta adversa, cerrando con  el definitivo:  ¡a morir!.

De sus gestos, nunca teatrales,  de sus órdenes, de sus tiempos muertos explicativos de situaciones difíciles y cómo resolverlas,  siempre se esperaba el milagro.  Si bien, por otra parte, tampoco me atrevo a valorar  si era el suyo el mejor hacer en cada ocasión,  entre otras razones por no disponer de referente.  

Lo cierto es que, unos y otros, jugadores, entrenador y aficionados,  iban aprendiendo su rol; el equipo mantenía, casi en progresión, la línea ascendente con el buen hacer sudoroso  de aquéllos, junto a las órdenes de Aranzana y  la  asistencia  popular animadora.  La presencia en el banquillo o en la cancha de algún jugador leonés, y recuerdo de pronto a  Josines, aportaban al equipo una mayor afinidad  con el público.

Aun sin conocer los entresijos del mundo baloncestístico, lo económico/administrativo o el sofisticado mundo de los fichajes especialmente, y sin pretender descubrir nada, me permito opinar que la marcha de Ramón, el gran mánager, serio y profesional,  por circunstancias,  no necesariamente obligatorias de analizar aquí,  pudo haber sido el punto de inflexión en la trayectoria de Aranzana.  Quien,  probablemente, a partir de ese momento empezó a considerar  poner fin a sus tareas en  León, al tiempo que la vena pucelana, lógica y comprensible, le endulzara ese pensamiento, o mejor fomentara la idea Forum. Entonces nuestro equipo se llamaba León Caja España, y el rojo de la equipación se asemejaba al color leonés; atrás quedaba el amarillo orlado de verde aceitunero.

Y dejo así las cosas, en clave de conjetura, sin pensar que sea la mía una visión deformada de los hechos.  Finalizando con una opinión gratuita, pero bien intencionada:   No creo que, Aranzana,  goce en el futuro de la favorable y emocionante acogida, que, por ejemplo, el aplaudido Xavi Fernández tuvo por parte de los agradecidos  aficionados leoneses,  en su primera aparición en esta cancha con el Barcelona;  y ello,  por el ya señalado “handicap”,  dicho con el máximo respeto,  de ser de pucela, máxime si además viene aquí, con el Fórum  Valladolid. 

* escrito y publicado en junio de 1997