27 de febrero de 2015

El círculo, ayer y hoy, algo más que un logo

   Reconsiderando:Concejo, UPL. Círculo, PODEMOS


Si  aquí, en León, uno se propusiera encontrar similitudes en  las dos formaciones políticas epigrafiadas,  no podría ir más allá de la hipotética coincidencia: Concejo/Círculo.  Aunque no siempre, los elementos dinámicos de estas reuniones, las personas, en ambos supuestos se dispusieran en círculo para tratar  asuntos que  afectaban al común local antaño, y al general o nacional hoy;  tal figura geométrica, en cuanto a la colocación de los asistentes, así nos lo evoca. Ruego sea considerada tal cosa como pura anécdota, si bien nos sirve  como nexo,  y permite cierta  intención comparativa desde un fundamento tan básico.

Por razón de utilidad puede que, desde sus orígenes, la disposición circular fuera la más adoptada en los concejos abiertos de las aldeas leonesas,  la  poca concurrencia lo permitía y hasta lo aconsejaba, un excelente modo de “verse las caras”  los proponentes y los votantes.

En las reuniones asamblearias de ciudadanos indignados,  en plazas de distintas poblaciones,  a imagen y semejanza de las de Puerta del Sol en Madrid, a partir del 15M, centro y motor  discrepante de los comportamientos de los partidos políticos, surgirían quienes adoptando como emblema el círculo, lo emplearían como la mejor manera de presentar, al menos simbólicamente, los conciliábulos ciudadanos.  

En éstos, o desde ellos,  se trataba  de hacer frente a las realidades sociales y económicas de la nación,  agudizadas por una crisis interminable que azotaba al pueblo, y las élites políticas estaban muy lejos de saber “controlar”, pero sí, bajo la premisa de austeridad, cargarla sobre las espaldas de la débil ciudadanía. 


En UPL, la formación política leonesista, nacida después de diferentes ensayos de otras, siempre opuestas a la integración de la región leonesa en el ente autonómico, hoy llamado Castilla y León, se habló en sus orígenes de la figura del Concejo abierto, donde los militantes tuvieran voz y voto. Es bueno recordar que esas formaciones, cuyos componentes permanecían unidos mediante una argamasa sentimental  llamada leonesismo, hubieron de vestirse con los ropajes de los partidos ideológicos al uso, para poder concurrir a las elecciones en busca de poder controlar especialmente el sistema autonómico que nos afectaba.


Esta condición, la de partido político,  no dejó de hacerse notar en la vertiente directiva, y así la toma de decisiones de todo tipo, empezarían a llegar a la militancia cada vez con mayor asiduidad  ya “cocinadas”.  Los Estatutos estaban para ser modificados a voluntad, los Concejos transformados en Congresos partidistas  y  los estamentos establecidos constituirían  el llamado ”aparato”. 

Sin duda en la pirámide de éste, en la proximidad del punto todo poderoso,  el Secretario General. Si bien no faltaban quienes  eran,  por sus actuaciones directivas, “más papistas que el Papa”, viéndose arropados a su vez por el estamento subyacente ocupado por los corifeos, que a veces ni a eso llegaban, entrando en la condición de palmeros. Y todo ello especialmente con el escandallo de lo político. Lo cual, en verdad, no difería demasiado de los “organigramas” y  “dedocracia”  de los grandes partidos.


Los “militantes” de Podemos, reunidos en células denominadas círculos, donde, dicho de modo sencillo,  poder exponer razones,  tomar decisiones, cual  plebiscito permanente, creían percibir un valor individual ciudadano que alguien asimiló a empoderamiento de dignidad democrática, y  que,  sumado al de los demás componentes, codo con codo,  podía significar  revertir el poder al pueblo. Renovación y aires de esperanza.


Ilusionante percepción por el momento, hasta  que el Gran Círculo, el partido, constituido por los más avispados y dirigido por los más  idóneos “ideólogos”,  a quienes no sería justo tratar de escamotear sus valores para ello,  empezaron a tomar decisiones. Sus planteamientos políticos, éticos, etc., serían asumidos y nutridos electrónicamente por los ciudadanos; “los del codo con codo” y otros esperanzados con la idea de ser y estar. Hoy  tengo dudas razonables de que estos últimos  puedan sentirse empoderados, si es que en algún momento lo pretendieron.

No obstante su aire de renovación democrática ha revolucionado el cotarro, su gran capacidad de convocatoria y  eficacia mediática son palpables; mantener la sinceridad es su obligación para con los ciudadanos esperanzados, sean o no votantes suyos. Y la transparencia, no lo olvidemos.  Para  satisfacción de los “militantes” espero no se les bloquee el debate interno de ideas; pasando a servirles   directrices y estipulaciones precocinadas para, simplemente,  calentar y tomar. 

En León capital, el círculo Claro que Podemos,  en el  que muchos leoneses  pusieron su mejor atención para lo municipal y autonómico,  está encabezado por Pablo Fernández,  quien goza del beneplácito del gran jefe.  De cara a lo leonés, toma posiciones y decisiones para no acercarse al sentimiento leonesista, compartir los castellanoleonés… y no molestar a los castellanos.  Las cortísimas incursiones  verbales  en la asunción de la “cuestión leonesa”, para volver de inmediato a lo castellanoleonés, fueron todo un ejercicio de inconsistencia, alejándose del compromiso con lo sociocultural  que  nos es inherente como Pueblo Leonés.  A los leoneses nos harán descender un escalón más.

UPL, según trayectoria prolongada en el tiempo, prestando poca, o, por lo menos, no la debida atención al “ser leonés”, sin hacer verdadera pedagogía leonesista, incluso con puntuales actuaciones contraproducentes para una mejor percepción del sentimiento, me duele tener que admitirlo, como partido político en el plano autonómico corre el peligro de verse anulado en las próximas urnas, precisamente allí donde al menos testimonialmente ha cumplido; y   su labor era y sigue siendo imprescindible.

No veo en el acuerdo alcanzado, conseguido o adoptado, porque de estos matices tiene la asociación  con Ugal-UPA,   que ofrezca  a los votantes leoneses una mayor apreciación de la fuerza política;  nada que ganar en el plano leonesista para convencimiento del electorado, más allá de alguna papeleta volandera de los fieles al sindicato, y  para la urna autonómica,  pues su dirigente máximo no hace más que decir que él es sindicalista agrario, lo de leonés que pueda y quiera comprender y defender sus valores regionales históricos parece dejarle indiferente. Socios por oportunismo compartido.

En el plano figurativo propuesto,  finalizo: Para convocar a los concejos el modo más leonés de hacerlo era a “campana tañida”.  En  Podemos, la formación política, han dado “la campanada” empoderando, con el favor popular,  a los altos dirigentes, repito, ¡a los dirigentes!,  alcanzando también al de León, que está bastante más que dispuesto a hacerse  castellanoleonés.  Lo malo no es que así se quiera presentar en el ente, lo peor es si no subyace en él ni una brizna del “ser leones”. Y poco importa que,  según dicen algunos que presumen de conocerle, sea capaz de virar el mensaje si la coyuntura sociopolítica se lo aconseja. Lo postizo, sin convicción, no deja de ser un perverso mensaje.

18 de febrero de 2015

Un Ginkgo en el Parque Quevedo

En el parque de Quevedo un Ginkgo nos muestra sus cuatro caras estacionales.

La música de Vivaldi, sus "Cuatro Estaciones", dan valor a las imágenes.

Es,  el que animo a ver a los visitantes, un montaje fotográfico de instantáneas tomadas en su momento, procurando un mismo encuadre, sin buscar espectacularidad, sí definición extrema, cual variante visual de cada etapa anual. 

Estas cuatro fotos fijas sirvan como anuncio: 






















 


















Este es el vídeo:

9 de febrero de 2015

¿Quién se empodera?


Desde hace un tiempo, he venido haciendo un seguimiento de PODEMOS, digamos mediático como método elemental, por cuanto se trataba de una nueva formación política. Me parecía muy interesante como conjunción popular, el pueblo por el pueblo, de círculos ciudadanos que me recordaban nuestro Concejos, modelo de participación vecinal democrática. Muy útiles para la vida comunal.

En los Círculos, como forma participativa ciudadana, disconforme con la trayectoria política (plural) de España, a la clase política dirigente se empezó a denominarla “la casta”, o para ser más exacto a otorgarla así un cierto tufillo peyorativo. Se cuestionada su proceder, a la par que se hablaba de poner un especial empeño en frenarla. Pero a todos por igual, sin matices.

En los círculos más entrenados  llegó a primar un valor específico, o las voces a sonar más conjuntadas, la gran diversidad se posicionaba por tonos de voz: Círculo Sectorial Estatal, Empleados Públicos, Claro que Podemos (Pablo Iglesias), Círculo de Enfermeras…

Y empezaron a tomar posiciones,  o si se prefiere a liderarlos, mujeres y hombres, ciudadanos, cuyos nombre son ya conocidos, y que surgieron primero como candidatos y luego por haber sido elegidos en las “urnas”.  Y empezaron desde sus puestos a lanzar su voz,  pues ciudadanos interesados en ello emitieron su parecer en forma de voto electrónico.  Y ahí tenemos a PODEMOS, con el líder supremo Pablo Iglesias, como estadio nacional, con personas que accedieron al CC, al mando central,  desde distintos lugares. Muy esquemático pero creo que suficiente, a modo de entradilla.

En León, capital y provincia, no faltaron quienes de forma decidida se incorporaron al movimiento Podemos, y eso llevaron como mérito en su haber; pero sin tener en cuenta lo que debió significar, ya en origen, su representatividad como miembros de un pueblo, Pueblo Leonés, maltratado  políticamente desde los inicios autonómicos, tanto en lo social como en lo económico, sin olvidar el intento de anulación identitaria. ¿Acaso el sentimiento del “ser leonés”, no ha formado nunca parte de su motivación?   ¿O es que ni una brizna del sentimiento leonesista  les ha alcanzado?, ése que está fuertemente arraigado en los leoneses, como es natu ral dado el origen. ¿O no conocen la leonesidad?,  la que “imprime carácter”.

Si su respuesta era no a estas últimas dudas, mal empezábamos.  Tal como se ha podido comprobar, unilateralmente, de forma insensible, no han sabido  captar el sentir leonés, nada de cuanto ha sucedido aquí negativamente, fácilmente de asimilar leyendo y escuchando, lo han querido plantear en CC de Madrid, en el que  “tenemos” los leoneses un representante generalista, ciudadano global al parecer, o de amplio espectro, que deja diluir su origen y sentimiento de pertenencia al terruño, sin abrazar al ciudadano más próximo, para enlazarse supuestamente con el extraño.
 
La frase empoderarse (el ciudadano) vale para todos menos para los leoneses, que han de ser condenados a la despersonalización diluida en la castellanidad, o como apéndice de ella. 

Y en ésas estamos cuando se anuncian los procesos municipal y autonómico. Si no se sienten leoneses, o no les importa ser castellanoleoneses por imposición política, su encaje en el ente que promociona esto, puede ser perfecto con visión autonomista castellana, pero eso sí, pasaran a engrosar la lista de los  que pretenden sojuzgar al pueblo leonés. Así lo proclamamos ¡luego existimos!
 
Pablo y Sofía, en las elecciones internas de Podemos, Municipales y Autonómicas que se avecinan, figuran en los primeros puestos, de modo que la aceptación de lo castellanoleonés está asegurada. Otro daño a  lo leonés se cierne sobre nosotros. Si no han sabido, o querido escuchar a sus conciudadanos hoy, están situándose en el lugar idóneo para  no escucharlos mañana;  pero eso sí, llegado el momento, con gran osadía,  nos pedirán el voto.

Ninguno de los tres candidatos a una supuesta Secretaría General de Castilla y León, en los comicios internos, ha hecho la más mínima alusión a esta Comunidad como impuesta, cuando, precisamente, desde el más alto estamento nacional en su día, ocupado por el muy bien “encastado” político Martín Villa, se forzó la misma.


Pablo, el de León,  bien arraigado en Podemos, al lado de su tocayo, el gran líder, parte como favorito; se pone como meta en las elecciones autonómicas venideras echar al PP,  lo que viene a sonarnos como un “quítate tú que me pongo yo”, todo un programa de intenciones. La “casta” ignora a los leoneses con identidad diferenciada, y ellos, los Podemos de León intentan sentenciarlo sempiternum.

“Reconstruir y Reconquistar” ha dicho Pablo Fernández, tal como si fuera a asumir el papel de nuestros monarcas “reconquistadores y repobladores”; y  reconstruir lo podemos asimilar a repoblar, lo que bajo su ingrato planteamiento sería: ¡Ea!, todos castellanoleoneses.

El salmantino,  Fernando Gil, también quiere reconquistar, en su caso derechos ciudadanos, tirando de “sensatez y sentido común” y “de respeto a la libertades”. Ignoro si dentro de su condición de salmantino incluye el más general o “global” de leonés; y lo de libertad es para otros, los que nos quieren fagocitar; la nuestra, la de los leoneses, es tolerar amortización u olvido, lo podemos deducir de la consideración final en su “programa”: Acabar con la situación tan negativa en la que se encuentra el Pueblo CASTELLANO-LEONÉS. El guión parece que diferencia, pero el singular de pueblo unifica.  Progre, para “acabar con la situación negativa”, ¿cuál,  la de los ciudadanos a los que el ente no es capaz de fusionar? ¿O la de los leoneses en particular malmetiéndoles en una identidad autonómica?  Ambiguo, cuando coloca el guión. Y conservador para mantener un solo Pueblo, no importa que sea impuesto. Toca todos los palos, como se puede ver, ¡menos salvar lo leonés!

José Alberto Rodríguez es vallisoletano, estoy casi seguro que, como castellano, no encajará para sí la condición impuesta por el ente, ésa de castellanoleonés; pero que, en todo caso, sí  la dedicará a los de León como enlace y amarre. Cosa curiosa  habla de reflejar en su candidatura, “la diversidad de la Comunidad con presencia de todas las provincias, y los candidatos como representantes del ámbito rural en cada una de ellas”. ¿Una transversalidad castellanoleonesa señor Rodríguez, sin matices, a la pata la llana?

Pablo, el de León, intentará conseguir, bien avalado por el estamento central y  una vez ratificada su candidatura interna,  que Podemos sea en Castilla y León “la bandera de cambio de este país para iniciar una regeneración democrática”. Algo así como que  la “cuartelada” bajo la que el ente se asienta, con él o ellos  sea manejada cual símbolo nacional, la etérea Castilla, nominación con la que más de uno ha pretendido largos lustros representar a España.


Así las cosas, aparte de que los leoneses somos nada más que moneda de cambio, o nos tratan como la falsa moneda, fácilmente se llega a una conclusión: son éstos, los nuevos asimilados a políticos,  ¡quienes buscan empoderarse!