31 de diciembre de 2012

Cantores del Ramo Leonés



Era el primer día de la vacación navideña, pero  madrugó como de costumbre. A mi nieta Elena parecía costarle poco esfuerzo tal cosa, si bien la verdad era que, o saltaba de la cama al primer impulso de sus once añitos, o después ya la costaba.

Leonesa de nacimiento, vivía con sus padres en Cataluña, una Comunidad que por voluntad popular caminaba hacia nación, según decían sus políticos.  Pero las costumbres leonesas que nosotros, sus abuelos, la contábamos desde pequeñita, más el complemento perfecto que sus padres ponían en familia, mediante una cita anual bien aprovechada en la tierra, allá cuando agosto aún no había empezado a enfriar el rostro de los leoneses, hacía lo demás.

Lo que la llevaba a asimilar, sin menoscabo alguno por las costumbres  de la tierra catalana, las tradiciones leonesas que parecían encantarla.

Aún sin desayunar, apenas eran las ocho de la mañana, se encerró en su dormitorio, y ante la mesa de trabajo y estudio,  emprendió una tarea que se había propuesto. Papel, pegamento, tijeras y pinturas nunca la faltaban. Su destreza en las labores de manualidades era bien conocida, y para la ocasión estaba dispuesta a emplearla, eso sí con prontitud, cuando se ponía a ello le gustaba acabar pronto.

Todo esto lo supimos cuando desde León llegamos a Cataluña dispuestos a pasar juntos las navidades. En esos momentos de concentración familiar, nunca perfecta, pues el vivir nos trae la añoranza de aquéllos que nos han dejado, cualquier detalle más o menos espontáneo, en especial si procede de manos infantiles, tiene un encanto especial que dulcifica y atempera los ánimos. Por ello nos tenía la sorpresa preparada…


La tarde del día anterior había estado acompañando a su madre, ayudándola a rescatar del armario de los “recuerdos”, un árbol leonés que todos los años colocaban por la Navidad. Y como nosotros, los abuelos, también teníamos otro pequeño, de sobremesa, que nunca faltaba a la cita, ella quiso elaborar el complemento que consideró necesario: dos esquemáticos leoneses de papel, que, junto al “Ramo”, venían a cantar su coplillas, de ahí que tuvieran en las manos ante sus abiertos ojos el  pentagrama oportuno.

Cuando nos los entregó, con la naturalidad de quien está conforme con la obra ejecutada y del resultado emotivo de ella, encontramos en el gesto el calor de la navidad que partiendo de cosas sencillas toma el más amplio de los valores. 
Navidad de 2012    







16 de diciembre de 2012

Un relato por Navidad 2012


Un  León para un Reino     


Pongo mi recuerdo y pienso, en la tan entrañable como emblemática figura del león. Ese felino que, los leoneses de cada época, hemos sabido colocar en nuestras enseñas, hasta el punto de ir más allá de ser una pieza de blasón. Precisamente aquél que fue intocable y respetado ayer,  y hoy…
                                                 

León pasante, al que con admiración observo en su imagen fija de prudente caminar, cual si de siempre estuviera pidiendo permiso para hacerlo. Levantando  con estudiada pausa su pata, marca un  saludo,  y ha llegado a componer una  figura familiar. En color púrpura, sin descomponer ni un instante su sereno aspecto, lleva implícito un potencial defensivo, y  prendido en el paño de la gran bandera, el pendón leonés, ha ondeado color y símbolo de un reino en expansión.


Puede que los leoneses hayamos tardado en comprender, o acaso lo ignoremos, que allá en lo más hondo de su entraña, podía llevar prendido el dolor de una incomprensión. Algo que le mortificaba.  Si hubiera podido de alguna manera soltar aquella duda, habría quedado liberado de la pesadilla de no ser más que un símbolo cuando le hubiera gustado ser quien nominara a un pueblo: León…es.


Me duele pensar que en sus adentros, silente haya llevado el hondo pesar de que, fieles a unas supuestas raíces, fuéramos raudos a aquel manantial: Al  Legio de la vanidad original romana, para nominar a un reino, a una región… Y prefiriéramos ser legionenses, una vez que hubimos bebido hasta saciarnos, en el permanente chorro de aquella fuente,  la verdad nominal  para  ser leoneses.

Mas, no queda ahí la cosa, en su momento, sin duda un singular momento, le hicimos cambiar la figura de calmoso león pasante, el de medieval prestancia, el que nos ayudó en mil batallas señalando presencia y  posición, y representaba para nuestros reyes el poder de su reinado, y para el territorio que dominaban  el empuje hacia el futuro de un reino, por otra estampa en la que, sin cambiar su esencia, mostrara su faceta más agresiva.


Y así  el gran rey leonés Alfonso IX, modificando su figura  haría más agresiva su silueta, erguido, con las zarpas rasgando el viento, transformado  en un león rampante. Nada que reprochar al rey, pues supo comprender al pueblo,  a nosotros los leones, convocándonos  a sus Cortes para que la voz popular fuera escuchada.


Era 1188, y el león, simplemente, pronto  cambiaría su figura en las enseñas. 

Sabedores sois de  que con esta decisión del rey leonés, en el simbólico león no hay desdoblamiento de personalidad,  es una pose, una actitud, pero sigue encerrando el mismo compromiso para con nosotros, los leoneses.

Y ahora, por la Navidad del 2012, cuando todo parece ser afinidad festejable, me atrevo a formular una sugerencia: que todos le reservemos un lugar en el recuperado árbol de nuestra Navidad leonesa. Y que no bajemos la guardia como Pueblo Leonés, él, nuestro símbolo,  nos asegura fidelidad; nosotros, ahuyentando peligrosos conformismos, sigamos  firmes en nuestro derecho a permanecer siendo leoneses, haciendo honor a su “fiereza” ante los maliciosos embates del ente autonómico que nos trata de abducir.                                                   

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Terminado éste. He podido ver perfectamente integrado el león rampante en un Ramo Leonés de Navidad. Lo publicó “Mayo Historias” como fotografía de Juan Abad. Me ha alegrado enormemente. Nada como una imagen para una explicación.





También recojo unas palabras bellas para la navidad,  que ha publicado “San Miguel de Escalada”: “Que la luz y la paz esté contigo”, a la que me he permitido añadir, sin tratar de modificarla, como complemento: luz en la mirada y paz en el corazón para compartir.





                            FELIZ NAVIDAD 2012,  para todos…