18 de diciembre de 2015

El espíritu leonés por Navidad


Nadie como Chema Vicente, para saber captar el sentimiento leonés, en sus fotos, dibujos y composiciones, como podemos observar en ésta.

Con ella quiero expresar mis mejores deseos de Navidad al lector, por supuesto sin limitaciones, pero permítaseme que lo haga de modo especial, como señal de agradecimiento a  cuant@s, más o menos ocasionalmente, leen mis páginas.

El contenido que sigue, como casi siempre, va adornado de un toque reivindicatico.





No faltan quienes afirman que toda Navidad tiene su espíritu. Si éste viene a ser algo así como amor y concordia, y en su defecto respeto y buenas intenciones entre los humanos en cada lugar y con más amplia proyección si se desea, aplaudo a tal espíritu y hasta lo invoco, aunque no sea más duradero que las propias fiestas. Pero, leoneses, nosotros, herederos de un pasado medieval bien luchado, un Reino que ensayó el parlamentarismo, un pueblo que tomó y defendió libertades, tenemos nuestro propio espíritu. Si bien para nuestro desdoro estamos permitiendo que otros nos lo traten de arrebatar, no su esencia pero sí  su nominación.  

Dicen, aunque en voz baja, saliéndose del estilo publicitario que alimenta la fábrica germinal de identidades denominada Villalar, tan inútil como costosa, que,  vigilante  allí en los archivos del instinto centralista, entre documentos que lejos de esclarecer lo leonés lo emborronan, fluye irreductible por doquier,  el etéreo aliento, cual lengua de fuego de un reino, un genuino espectro que bien pudiera identificarse con el espíritu del “ser leonés”, hábil y escurridizo, siempre por apresar.  Las cadenas no son para él, si acaso para amarrar al fantasma identitario imaginario que el ente alimenta.

Nuestro espíritu, siempre activo, se esconde y camufla para evitar su incorporación,  como  levadura imprescindible,  a la probeta política de las vanidades creadoras, donde, letra a letra gentilicias,   tratan de componer una identidad para “su” comunidad. Y su real presencia, esfuerzo baldío, en modo alguno queda encarcelado en el puzle de letras del ente castellanoleonés, tan negado como simple, un vulgar amancebamiento inane.




Apresarle no es tarea fácil,  en el nuevo bunker de una Fundación con sueños de grandeza, su hormigonado recinto resulta insuficiente; cualquier leonés que allí acuda, cual rara avis,  a las dependencias oficiales, nada puede encontrar en la gran instalación del  costoso cero más absoluto, no lo puede percibir, pues va con él, es su don.  No así los asalariados exégetas, los creadores de historietas de una falsa realidad, de tergiversadores de pasajes históricos, insultantes nominaciones y personajes deformados con rasgos que tienden  al menosprecio de lo leonés, pues son los que siente en su entorno el defensivo soplo del espíritu al que con miles de artimañas tratan de dominar plasmado en letras, pero sin alma, que es patrimonio de un pueblo, Pueblo Leonés, que no se vende.

En nuestros lares, intangible como buen espíritu, no lo es de temporada como el de la Navidad, que por supuesto no rechaza, ni trata de humillar, comparte y acompaña para la ocasión. Perenne está simbolizado en todo lo leonés, historia, cultura, tradiciones... especialmente vigilante en:


Lábaro leonés que nunca se humilla, Pendón flamante donde los haya,  que desde sus legendarios paños lanza al aire que le hace ondear, las esencias más puras leonesas.

Enhiesto, cuando, bien sujeto por el esforzado pendonista, se consigue la verticalidad orgullosa que la tradición demanda en el Reino de León, es su territorio, hasta alcanzar e inundar el ánima del pueblo.

Ofrenda incuestionada, inalienable por propia, insustituible.


Noble presencia, leal, generosa, que las cuatro letras mayúsculas custodian.

Sí, ya sé, falta un acento, pero nuestro espíritu leonés va más allá de un simple tilde, especialmente en la Navidad, cuando nos congratulamos de la sutil presencia   que  no resulta difícil identificar dando aliento a nuestro más genuino Ramo Leonés. Ahí sí que goza de predicamento, moviéndose entre  los adornos, prestando al conjunto su esencia, como verdadero fermento. No busca la ampulosidad  del Ramo, ni la calidad de los adornos, pues cuanto más sencillos, más costumbristas, más se nutren del “ser leonés” que todos los leoneses llevamos dentro,  enclaustrado en el individualismo que se ha de vencer, si queremos dar fe de él, para mostrarlo y compartirlo.

Leonesas, Leoneses, a todos os deseo



¡¡¡Feliz Navidad 2015!!!