19 de septiembre de 2016

Reconocer y reconocerse, a propósito de un libro










Se me ha caído un referente leonesista (*)


Un referente humano y cultural leonés, añado como pista, antes de anunciar que, con todo respeto aludo al escritor leonés Juan Pero Aparicio, premio Guernica 1.979, Nadal en 1988 etc., bien conocido y mejor valorado como tal, y antaño activo defensor mediante la palabra de la identidad leonesa, y en conjunto de todo leonés.

 “La reivindicación leonesa de León”, primero, y comprendida después en “Ensayo sobre las pugnas, heridas, capturas, expolios y desolaciones del Viejo Reino” es de lo mejor que se ha escrito con el corazón sobre lo leonés, los leoneses y nuestra identidad maltratada. Fue mi libro “de cabecera”, lo reconozco, y el de muchos leoneses según referencias.

A Juan Pedro Aparicio le recuerdo junto a José María Merino, en la carpa ”arerostato” afianzada al suelo del Hispánico, precisamente durante la preparación festiva de una manifestación reivindicativa de autonomía leonesa, para el día siguiente, sábado, 18 de marzo de 1978. Ambos, implicados en lo leonés en aquellos momentos, pusieron el lustre literario al acto, para movilizar los ánimos populares; conviene añadir, desde el rigor de la verdad.

Con motivo de su andadura y obra, junto a José María Merino,  preparando “Los Caminos del Esla”, a su paso por Gradefes, conocería el libro de mi tío Aurelio Calvo, El Monasterio de Gradefes, que sería bien referenciado después en sus páginas. Tuve oportunidad de conversar con él cuando ya había sido presentado el libro en  1981, su palabra  me pareció que tenía el don de atrapar al oyente.
El Octavo centenario de las Cortes de 1188 del Rey Leonés Alfonso IX,  supuso para los historiadores a cargo del ente, motivo anticipado de trabajo para deslucir la efeméride leonesa. Les acompañaron los políticos autonomistas  que decidieron hablar del VIII Centenario de las Cortes de Castilla y León. Así la programación “conmemorativa” empezó en Burgos  el año 1986, que ya eran ganas de incordiar a los leoneses; esto dio pie a Juan Pedro para escribir un artículo entre irónico y mordaz, dejando clara la usurpación de un capítulo histórico netamente leonés. 

La afinidad leonesista que había venido percibiendo, me llevaría a pedir su colaboración cuando, coordinando la Asociación pro Identidad Leonesa, necesité de él en plena efervescencia del leonesismo, precisamente para el pulido literario de un Manifiesto pidiendo libertad autonómica para los leoneses. ¡Referéndum Ya! Un Manifiesto para el que la Asociación obtendría junto a su firma la de muchos prohombres de León, casi todos en la diáspora, lo que venía a significar un valor añadido. Era abril de 1986 y el ente autonómico se aprestaba a celebrar “su fiesta”. 

Cuando fue elegido Comisario para la conmemoración del 1.100  aniversario del nacimiento del Reino de León, le felicité sinceramente, esperaba bastante de él. Ya en ese momento me habló del documental que tenía en mente: “León, Cuna del parlamentarismo”. Yo a mi vez le propuse algunas cosas, entre ellas hacer unas etapas del Camino de Santiago con los pendones leoneses,  un filandón en cada final de etapa, y todo grabarlo en vídeo. Pronto comprendí que quien distribuía el juego era la autonómica Fundación Siglo. Me retiré, pues no estaba dispuesto a colaborar con el ente autonómico; el de los oropeles, ése que habla por nosotros, y lo toleramos, aunque nos someta a la “quita” permanente de nuestros valores.

 Juan Pedro Aparicio va a recibir el premio de Castilla y León de las letras, 2012. Sin  duda intelectualmente merecido, y no sin fricción con el “ser leonés”. La noticia me provocó un gran vacío, un silencio interior, algo así como  orfandad leonesista. ¡Qué bien juegan sus bazas las cabezas pensantes del ente!  Hay que ver su habilidad midiendo  tiempos y oportunidad para vender lo leonés como castellanoleonés, su verdadero juego. Algo así como la conducción de los leoneses hacia la abstracción, o a la tolerancia, por impotencia casi siempre, del ente al que nos adscribieron.

Tiene Juan Pedro a su favor, en el  sentido de la abstracción citada,  haber sido el último literato leonés en caer en las garras del halcón castellano, tal como ha calificado Joaquín Cuevas al ente autonómico.  En este punto puedo valorar, aunque me cuesta, lo que significa el galardón como escaparate, una buena oportunidad para llegar a más lectores, algo que todo autor persigue;  aunque sí me gustaría que él, antaño vigilante de nuestro patrimonio,  ahora,  aunque  sea fugazmente, perciba la oculta dosis de veneno que para lo leonés supone el entramado autonómico, aunque vaya de generoso entregando galardones.

Creo que, con su gesto de aceptación, la sombra de la duda se va a extender como agobiante manto sobre el leonesismo sociocultural, llegando a pesar sobre lo leonés tanto o más que aquella losa que él, con gran precisión dijo en su día, ha supuesto, y añado yo, sigue suponiendo para León, Región y Reino, la absorbente Castilla.


No me ha sido fácil escribir esto, y hasta he dudado en darlo a conocer pues denota aparente ingenuidad, que en verdad siempre ha sido esperanza de triunfo para lo leonés. La reivindicación leonesa de lo leonés, por emplear una de sus frases,  es la hermosa tarea en la que todos somos necesarios, si bien hay algunos que pueden alcanzar la condición de indispensables.  Doy pues a conocer estas líneas, esperando que  el lector leonés no vaya más allá de lo que significan: la muestra de una honda decepción, muy personal, pero prolongable por afinidad, al menos, a la gran familia leonesista.  

(*) Publicado en Diario de León 22/04/ 2013    







18 de septiembre de 2016

Juan Pedro Aparicio, en la brecha leonesa

El día “después"... el de la presentación del libro de Aparicio "Nuestro desamor a España", me hubiera gustado encontrar, de modo especial en los medios escritos, comentarios sobre el acto y lo aportado por el autor en tan excelente marco como suponía el Palacio del Conde Luna; más aún el grado de repercusión alcanzado en los leoneses asistentes. Pero sobre todo si se habría una brecha leonesista de comprensión, y “reconquista” de valores perdidos. ¡Dice tanto en el libro!
Tengo la impresión de que los acontecimientos, en especial los literarios, se miden por las vísperas, esto es, por el anuncio, expresión de contenido y si acaso entrevista previa con el convocante.  Después parece que la ocasión deja de ser noticia a comentar, e incluso pocas veces  se cubre mediáticamente.

Desde que el tema autonómico empezó a afectar a León de modo negativo, en aquellas etapas en las que mi deporte favorito era recortar y conservar escritos a ello dedicado, me agradó de modo especial leer a Juan Pedro Aparicio. 

Tenía una idea tan clara y tan leonesista  en su palabra,  cuando nuestra identidad leonesa le apasionaba y nos hacía recapacitar, que me empujó a comprender lo cierto de mi postura sentimental leonesa; para, con el transcurso del tiempo, empezar a valorarla como leonesista. 

Evidentemente el germen lo había recibido con anterioridad, me refiero al de “ser leonés”,  cultivado  a lo largo de los años, aunque no pusiera un perceptible empeño en ello durante los  primeros compases y juegos de niñez, para que luego, secuencialmente, pasar  a explorar el tema mediante comprensiones de alegre juventud y el asentamiento  juicioso posterior, hasta que hubo llegado a tomar cuerpo a modo de estado de conciencia. 

La Identidad Leonesa  ha sido “de siempre” mi preferente campo de actuación.

A Juan Pedro Aparicio tuve oportunidad de conocerlo personalmente, junto a José María Merino, cuando, involucrados  en comprender el nacimiento, o los nacimientos del Esla  y su principal curso provincial leonés, en Gradefes  se interesaron por el libro “El Monasterio de Gradefes”, escrito por mi tío Aurelio Calvo.

Como leyenda, como historia de nuestro más genuino río, por aquello de Astura en origen,  y ser el que denominó a nuestros antepasados los Astures o viceversa, pronto pudimos leer y valorar su  obra “Los Caminos del Esla”.

Cuando aceptó la medalla de oro autonómica de Castilla y León de las Letras en 2012, sufrí un especial desencanto, que intenté dejar recogido en un artículo que me publicó Diario de León, cuyo enlace propongo al lector, pues en él quedó perfectamente reflejada mi opinión al respecto:

Por supuesto mi discrepancia no era en cuanto al merecimiento del galardón, sin duda bien alcanzado, sino debido a ser patrocinador el ente autonómico, bien orquestado por políticos, herederos y continuistas del solapamiento de lo leonés. No obstante a veces me ha asaltado la duda si pude confundir un supuesto pragmatismo circunstancial con una claudicación inoportuna.

Todo lo llevado a cabo en el ente autonómico mediante Fundaciones e historicistas de conveniencia para sus planes, hoy a la vista del ensayo presentado hablaríamos de la Castispaña tal como nos muestra el autor leonés.

Mi ausencia de León, y con ella la imposibilidad de asistir al acto citado, a fin de escuchar de viva voz al autor leonés cómo señalaba o desmenuzaba algunos pasajes del libro, la connotación leonesa y española, la Castilla aupada y el Reino de León que otros han venido silenciado, me llevó a dirigirle un correo mostrando que la ausencia al acto tenía su origen en la distancia física, no en la anímica.
No albergaba duda en cuanto a recibir respuesta por el mismo medio, a pesar de haber sido discrepante con él en determinados momentos; y como así fue, me agrada dejar constancia de ello