27 de abril de 2018

Pendones y agua confundidos


Nada más verla, la fotografía aquí traída, me causó una fuerte impresión. Encuadraba una belleza sorprendente, pendones y agua confundidos, que  el objetivo de la cámara siempre presta de Antonio Barreñada supo captar pocos día atrás, cuando  las calles de la capital acogieron un desfile  que  se pretendía encajar en el juego costumbrista del sentir leonés.

La promoción tenía indicios de duda, dada la fecha, el día y la situación autonómica leonesa. Eh ahí otra vertiente a contemplar, de la que surgen unos ripios estructurados cual lamento, por un País al que le cuesta despertar de un letargo peligroso. Veamos: 

                 

Detener el agua y el tiempo

La vara vertical de cada chorro,
los arabescos del agua frenada en su ascensión,
o en apunte de caída,
perdido su carácter de  incolora
viene, en su inocencia, a remedar el aura mágica de los pendones concejiles

Altos y bien visibles
tradición y orgullo secular,
desbordante  ilusión  
ya sea en  individualidad altiva
o  cuando, conjuntados,  toman  talante  de  magna representación
verdadero  soplo vital de un reino en remembranza.  

Pero, si con nuestros colores dejamos pintar otra efeméride
poco haremos envolviendo  en el paño concejil
anhelos siempre nuestros,  
en tanto otros, taimados,  tratan de robarnos el  sentir.

Hasta los  más genuinos damascos  se pueden contaminar
si el maleficio  de  lo extraño, de lo impuesto,
vendido con  astucia
no es más que el continente edulcorado
del meollo foráneo al que nos atan.

Mas, no es posible parar la historia,
ni siquiera el pueblo al que se la escriben
por ello mucho me temo  León, ¡ay mi León!,  
que estás dejando manejar tus glorias, las  de un reino que nos borran…
¡¡¡Reino de León!!!

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