Lo que pueda suponer la capitalidad gastronómica
para León ciudad, pronto se han
encargado de situarlo como uno más entre los festejos que, celebrándose en el
seno gozoso de la Comunidad, viene a realzarla.
Fitur, el gran escaparate para el reclamo del
turismo, fue el escenario donde la agencia autonómica de noticias, Ical, trató de pintar en letra impresa la estampa de
la entradilla, aprovechando el gran tirón de la visita de los actuales reyes de
España a ese escaparate de lugares y acontecimientos
en España, para consumo local y de foráneos.
¿Intentó conseguir nuestro principal munícipe,
allí presente, una visita de los reyes, a la Cuna del Parlamentarismo? Es bueno preguntarse. Y no sólo para degustar el manjar
homónimo, el del agrado al paladar real, sino al acto histórico y sentimental como la lectura en
abril de los Decreta alfonsinos de 1188, (¡y del pueblo!) que Juan Pedro
Aparicio y Luis Mateo Díez prometieron repetir.
¿Acaso le preocupaba más, y lo intentó, lavar la
cara al error Rajoy?
La relevancia histórica, social, sentimental por localizada en la parte territorial
regional leonesa, no hay forma de que la dejen caminar con definición propia,
han de entrometerse, como mínimo, fuerzas del ente autonómico, siendo su
prioritario ejercicio el solapamiento castellano o la adopción como tal de lo
leonés.
A este respecto desconocemos la respuesta del
regidor leonés al de Huelva, cuando encasilló a León como ciudad castellana. En nuestra flojedad y tolerancia autonómica está
nuestro deterioro permanente regional leonés. Creo que no debe quedar
inexplicada la actuación de nuestro alcalde en tan imprescindible aclaración.
¡Somos todo oídos!
“Castilla y León
apuesta por el tirón de Santa Teresa”. He ahí la interesada noticia
del ente. ¿Sorpresa?,
ninguna, es la metódica: en plena faena leonesa, lanzar cualquier acontecimiento castellano. No se trata de
medir fulgor histórico, cultural o social de aquí o de allá, ni la importancia del acontecimiento en posible liza,
pero es lo que nos toca por nuestra pasividad, bien “conducida” por casi todos nuestros políticos.
Como un aditamento más,
lo de los sabores al paladar es interesante, pero huyamos de la transitoriedad.
Comer, siempre; esto es, alimentarse; pero
para el común, degustar, es una
oportunidad algo caprichosa, y más si viene derivada de la forja de genios
culinarios, que se torna prohibitiva. Tocante a esto, la reflexión de Gancedo, nuestro cuidadoso informador cultural leonés en Diario de León, con el temor latente de
capitalidad del lambronismo, me puso en el recuerdo algo a cuento y sobre el
Barrio Húmedo.
Un pasaje anecdótico que trataré de rescatar de la
memoria en torno a dicho barrio, que por cierto el apelativo viene desde los
años 50. Para la futura nominación del barrio de las Tiendas, o de San Martín, según
nos explicó en Diario de León Miguel Ángel
González. se tomó el de la carroza
festera por San Juan, diseñada y apodada
“Barrio Húmedo” por el artista Carro, ya
fuera motu proprio, mediante deliberaciones
o consenso.
Francisco Umbral en sus escritos sobre las
tabernas leonesas, allá por los 60, de modo fundamental las del entorno a San
Martín, atendiendo a la dimensión social que conllevaban, las dio a conocer, ganando entidad el Barrio
Húmedo. En no menor escala el periodista leonés Manuel Valdés vecino del
barrio, reforzaría la nominación.
Volviendo a la anécdota prometida diré que enlaza con el
barrio y el matiz diferenciador entre zampar y degustar, que por supuesto a
nadie se le escapa.
Durante el desarrollo del programa festivo de San
Juan y San Pedro, de un año que situaré a caballo, sin más precisión, entre los
70 y 80, creo recordar que Magín
Revillo, el de RNE, ante el micrófono en la plaza de las palomas, en un
ejercicio leonés de animación, nos hablaba del Barrio Húmedo cantando sus
excelencias; a su lado un crítico gastronómico, creo que conocido, pero que, ni
entonces identifiqué, ni ahora sé el nombre, sobre tal ubicación gastronómica y
bebedora, dejó caer una frase demoledora: fritanga, olor a fritanga. Nuestro
valedor radiofónico, con suficientes tablas en el medio, capeó con soltura el
desaire. En verdad estábamos en años bien
distintos.
El Concejal de Comercio, Consumo y Fiestas, ha
dicho que “El Húmedo es la cara de León”. Digo yo que no lo veo más allá de un reclamo,
aunque interesante sin duda. Y añadió: “Necesita un retoque, pero es un poco
complicado”. Mal augurio.
Respecto al Parlamentarismo y el Fuero, en el
ánimo casi pasado municipal capitalino, con todo respeto, los
prefiero más cerca de lo cultural y humanista, que del año hojaldrado de euforia municipal gastronómica.