29 de noviembre de 2016

Vivir el Leonesismo

 Óscar García Prieto, ha muerto...



La voz de un gran leonesista se ha callado para siempre. Pero su labor amplia y fructífera en cuanto pedagógica, quedará entre nosotros como símbolo de buen hacer.


No pretendo elaborar un canto a su persona y ejecutoria leonesista,  que por supuesto sería merecido, tan sólo dejar un agradecido recuerdo a este leonés y leonesista, precisamente   es estas páginas en las que vengo intentando encontrar y encontrarnos en busca de un sentimiento llamado Leonesismo, ése que él supo vivir, defender y ensalzar como pocos. 
Siempre estaba ahí, tanto en lo personal, como cuando uno necesitaba un consejo leonesista. Su actuación sin duda generosa no buscó nunca contrapartidas… Me queda la satisfacción de haberselo dicho en persona, sin falso halago, cuando hubo lugar para ello.


In memorian

Nuestro ¡adiós! más sentido a Óscar García Prieto, leonés y leonesista insigne. Aun cuando escribo este recuerdo a título personal, no he podido menos que iniciarlo con un adiós plural, ya que no dudo que así es, y así deben percibir su hijo y familiares el amplio eco de despedida. 

Mi voz es de amigo, mi dolor de compañero en la gran verdad leonesista, faceta sentimental ésta en la que Óscar fue maestro de leonesistas. Su empeño en defensa de los valores regionales leoneses, fue encomiable, su labor queda indeleble en la página histórica reivindicativa leonesa. 

Vivió y defendió como pocos la identidad leonesa, nuestra lengua, nuestras tradiciones, que supo comunicar por escrito y de viva voz en cuantas ocasiones tuvo oportunidad en el movimiento político y en el social. Y fueron tantas que podemos decir sin error que lo eran de una manera permanente, y hasta el propio Rey don Juan Carlos, hubo de escucharlas, respetuosas pero firmes, en una de sus visitas a nuestra Universidad. No en balde, aun cuando pudiera interpretarse como quedo su saber decir, siempre iba acompañado del valor de la frase precisa y del afianzamiento de la verdad leonesista. 

Un leonesista sin doblez alguno. Descanse en Paz el gran maestro del leonesismo sentimental y reivindicativo..

Este recuerdo fue publicado en Diario de León el 29/11/2016



20 de noviembre de 2016

Maceros y bandera de España

Breves apuntes, mezcla de temor y recuerdos,  desarrollados cuando la lluvia azota la ventana de mi estancia leonesa.

Más de uno de nosotros, los leoneses, se habrá fijado que en las banderas de España cuando aparecen en imágenes en las instituciones, tras la figura de los políticos o autoridades, siempre se ve el escudo de León. Y, dadas nuestras dudas sobre la verdadera apreciación de lo leonés, y relevancia como reino medieval, que no se respeta, hemos pensado que es debido a que no lo pueden evitar. 


Por otra parte en las noticias gráficas, generalmente, el personaje o personajes de turno, suelen ser captados sin tapar esta parte de la bandera que nos atañe. Puede que sencillamente porque se ha dejado  el paño a su caer.

Tal vez por deformación, que nos lleva a estar vigilantes sobre el tratamiento que se da a lo que nos representa, he venido observando un dato algo más que curioso en la ”gorra o gorreta” de los maceros de la Cortes de España, dos en cada momento, que comentaré a pie de imagen. Entre tanto, suspense y breve recuerdo.

En la capital provincial de León, el ayuntamiento tiene el privilegio, cuando se constituye en plena autoridad, de ser precedido, de cuatro maceros. Es el único en España. Dos como primer ayuntamiento constituido de España y otros dos por haber sido sede real. 

Como curiosidad a este respecto recuerdo que hace pocos día saltó a los medios leoneses que desde hacía cierto tiempo tenían dificultades para que salieran los cuatro maceros, y ello  por falta de personas del entorno municipal que se prestaran a tal cometido. 
 
En ” Legio, érase una vez”, un “cuento” en artículos, crónicas, circunstancias y acontecimientos vividos aquí, con inclusión de algún relato corto, que me publicó Lobo Sapiens en 2010, había uno dedicado al tema  de los maceros.



“Un buen candidato para macero”, se titulaba, en el que un jovenzuelo de Santa Ana conocido como Miluco, por azares y conocimientos  de su padre, Micael, un buen adobero de la época, y de modo especial por un albéitar municipal, llega a ser macero, y caberle el honor,  pasados los años,  no sólo de participar, sino de ser elegido para que, en la proclamación del rey, año 1454, impostando la voz reclamara protocolariamente ¡silencio! hasta tres veces, para que el Alférez capitalino, pendón en mano,  proclamara: León y todo su Reino, por el rey don Enrique IV…




Y volviendo a nuestro hoy, y las imágenes que anuncié, podemos observar la colocación del león rampante en el frontal de la gorreta de los maceros de las Cortes, y que  el castillo aparece en los laterales. 











                 









En estas imágnes, históricas,  hagamos   abstracción del dictador








Es de señalar que en el gorro de los maceros leoneses no hay ningún símbolo;  éstos llevan pendiendo del cuello mediante  una cadena,  un  gran medallón con león rampante.  
Y tambien aplicado en ambas mangas nuestro león.





 En los gorros de los maceros de las Cortes, que podemos ver en el parlamento de la nación, de poco para acá se puede observar que el castillo aparece en el frontal, de forma preferente,



No sé si hay intencionalidad aviesa en romper la prevalencia histórica del Reino de Leon,  es despiste del macero, o aparece “la  mano negra”  que siempre creemos ver en lo tocante a nuestras cosas.






Me temo que la suspicacia, ante los avatares leoneses de ayer y más los de hoy, nos haga ver enemigos por todas partes. Mas, estar en guardia siempre es positivo.  Si no veamos:





Habilmente colocada la tela de la Comunidad que nos aferra, destaca el castillo y anula el león.



3 de noviembre de 2016

La llamaban "vía rápida", echando la vista atrás

             En un medio de León dejé dicho:


         En la que fue “Gran Vía” leonesa, en Ordoño II, hoy adoquinada y con tan grandes como insulsas jardineras, el sábado día 25 de abril de 1998 pude ver y escuchar a un grupito de leoneses de Villaobispo de las Regueras, manifestando públicamente su disconformidad con el inapropiado tratamiento dado a los cruces viarios, al mismo nivel, en la “vía rápida” llamada Ronda Este.  Esos cruces tan peligrosos como desfasados en el tiempo y las circunstancias viarias, demuestran bien a las claras la inexactitud de aquel calificativo dado en función de la agilidad del tráfico que con ella se podía conseguir.

        Tenemos lo que nos merecemos. Nuestra abulia, nuestro “pasar”, como ahora se llama a la cómoda postura de hacer, aparentemente, caso omiso de lo que nos rodea, especialmente si ello requiere esfuerzo y presencia física, nos empuja a dejar “enfriar” las cosas, o a esperar  que otros lo hagan.  Lo que no sé muy bien es, si esto nos lo han contagiado nuestros políticos, como no falta quien lo afirme,  y no descabelladamente si tenemos en cuenta su aceptar y callar  partidista, o es a fuer de sentirnos defraudados en las modernas reivindicaciones leonesas. Solidarizarnos con alguien o con alguna idea, no es una de nuestras más espontáneas virtudes.

      El corto número de reclamantes aludido, corrobora, bastante atinadamente, lo último apuntado,  pues, la Ronda Este no es cuestión tan sólo de las  gentes de Villaobispo, lo es de todos los leoneses.  Ese cruce fatal que se cuestiona, supone un atentado a la inteligencia colectiva leonesa,  para saber discernir lo que era medianamente aceptable tiempo atrás y ahora es improcedente y en desuso.  Pero no es éste sólo, hay otros “puntos negros”, como el cruce para Puente Castro, en el Portillo; tratado de solventar posteriormente  con la irreverente solución de intentar meter el tráfico por un puente de servidumbre de fincas, tan estrecho como las calles del barrio.  

El nudo de cruces ante Continente y el Polígono 10, “resuelto” semafóricamente  mediante toda una sinfonía en rojo y verde. O el cruce de Oteruelo, tan protestado, son otros ejemplos claros de  despropósito aceptados.  Y nos afecta a todos, pero que más da,  que reclamen otros.  Parece como si la gran manifestación, la de “León sin Castilla”, en el 84, se hubiera llevado todas nuestras energías reivindicativas ciudadanas, agotando, al propio tiempo, nuestro don solidario.

A pesar de tener prisa, ese sábado citado, me detuve al lado de los reclamantes un cierto tiempo, menos del que el acto merecía, y de ello me acuso. Los niños asistentes, proporcionalmente en buen número, influenciados, tal vez, por lo visto en las películas, daban la nota de disconforme algarabía, auxiliados por un artilugio con bocinas que trompeteaban llamativamente. Menos es nada.  Supe que en el corte de la Ronda, primera fase del acto que nos ocupa,  hubo mayor afluencia de personal.