29 de marzo de 2016

La Junta retira su imposición de “sabor”




“Tierra de Sabor” es un invento autonómico para encerrar un poco más en el ente,  y de modo muy especial, a los leoneses y sus propias cosas relacionadas con los  productos de nuestro campo, agricultura  ganadería, en origen, o  ya transformados enrolándolos en  una lista con los castellanos, sin diferenciación, cuando no castellanizados.  
                                       

                                                  








 La actual presidenta de las Cortes autonómicas y de la Fundación Villalar, en fase política anterior de Consejera,  fue la muñidora final del sello. Nunca cayó bien entre los leoneses la sobreimposición de otra marca que no fuera la propia leonesa, pero en esas han andado los políticos llamados leoneses que pasan por todo.  A esto hice alusión en un artículo publicado en Diario de León.

Tan absurda como dañina imposición, llegaba hasta el absurdo de alcanzar como norma a los establecimientos de restauración.  La protesta leonesa, triprovincial, fue manifiesta. ¿Cómo se podía obligar a los restaurantes a incluir forzosamente en sus cartas un determinado número de productos con la marca impuesta? La Junta se ha visto obligada a retirar la obligación de que los menús llevaran “sabor a mí” (a la Junta).   

    La presidenta de las Cortes autonómicas y de la Fundación Villalar, Silvia Clemente, a la que dediqué días atrás un escrito recordando  su obra: la “tortolla” de tierra de pavor, hoy la cito además por su institucional posicionamiento, recordando otro intento con el que pretendía resaltar el 33 aniversario  de Estatuto de autonomía, y sigue, pues se han propuesto retocarle para “mejorar la vida de las personas”.

   Laudable gesto si la señora presidenta, a la que siempre veo en las fotos con rostro inexpresivo de “porcelana”, como tal aparentemente frágil, pero de seria concentración, no sé si espejo del alma, laudable digo, si la intencionalidad hacia las personas que dice moverla, no fuera como suponemos, en el mejor de los casos, continuar en un totum revolutum.

   En una de las mesas redondas, como actividad programada, y diseñada de cara a la exaltación estatutaria, precisamente en la que se recordarán las  ya llevadas a cabo, participó  Joaquín Otero, el que otrora fuera mandamás de UPL, claudicante en la anterior reforma, y, “retirado” de la política,  se dedica a la tarea asesora en el Procurador del común. En aquélla dejó su impronta. ¿Voz ahora para reformar o para reforzar el actual estatus?

   La anulación de las diputaciones, propuestas por ciudadanos  y asumida por el PSOE, les ha venido como anillo al dedo en el momento reformador estatutario, para, en el caso de León regional, contemplar el borrado de las nuestras, entregando un poco más a los leoneses a una letra estatutaria hostil por cuanto nos desconoce como pueblo.

   Sin diferenciación birregional pasaríamos a estar “entortollados” los supuestos perceptores de su dadivosa “mejora de la vida de las personas”. y rematados, por regionalmente innominados,  en la letra de la constitución nacional en vías de ser reformada.
                                
                               

14 de marzo de 2016

Diputaciones y diputados

Unas instituciones provinciales amenazadas en el actual juego político. Suprimirlas, si es por cuestión de economía presupuestaria, como se ha dicho, puede no ser necesario si los actuales políticos en puestos nacionales, autonómicos y provinciales se rebajan los sueldos. De tal modo se podía seguir con ellas atendiendo las necesidades de los ayuntamientos provinciales más desguarnecidos. En cuanto a los políticos, ejercientes en ellas, de sobra sabrán si cumplen con su cometido.    

Respecto a la de León provincia, ni más ni menos representativa que las otras dos de la región leonesa, tiene en su haber el nombre: León; y esto,  encerrados como estamos los leoneses en el ente autonómico que “nos dieron”, y nos olvida como región, tiene su aquél, el de ser o no leoneses  embozados por el ente autonómico.

Allá por el año 1994, un leonés de Zamora presidía la Diputación de León; me refiero naturalmente a Agustín Turiel. A “vuela” pluma y simplemente de pasada digo que su empeño por sacar adelante un aeropuerto en León capital debe ser recordado,  antes de centrar nuestra atención en otras actuaciones.

Cuando se agotaba el año 1994, tres días antes de la Navidad, y diez años después de la Gran Manifestación de mayo del 84,  un acontecimiento revitalizó las esperanzas autonómicas adormecidas en los leoneses. Se iba a producir una votación en la Diputación leonesa, se trataba de una moción que algunos detractores calificaron de patriótico-separatista.

Carlos de Paz, el hombre de UPL en esta institución, de larga trayectoria leonesista, siempre atento, supo aprovechar el momento en el que el socialista Turiel “jugaba” a ser leonesista, puede que por estar cansado de pelear con la Junta autonómica más que nada en temas económicos,  para la presentación de  una moción pidiendo un referéndum en el que los leoneses pudiéramos decidir sobre segregarnos del ente, o seguir.

Los partidos mayoritarios en León, PP y PSOE, no estaban prestando demasiada atención al dato, parecía impensable que UPL  pudiera sacar adelante la moción. Pero no hay enemigo pequeño, ni oportunidad que no deba aprovecharse. El día 22 de diciembre, las abstenciones de todos los diputados provinciales, supongo que, bajo un estado  dubitativo de  conciencia leonesa, a caballo entre lo que su corazón les dictaba y lo que sus jefes ideológicos pedían, con su silencio  (abstención) apoyaron la moción  de UPL. Los votos positivos, uno de Carlos de Paz, naturalmente, el otro de Agustín Turiel, marcaron el triunfo.

Como remedo, aunque primara la arrogancia de Morano, alcalde a la sazón, dando su toque uniprovincial de “solos podemos” a la moción en pro de referéndum, se aprobó en el Consistorio, no importando que los socialistas votaran no, aunque a Turiel sus compañeros le habían prometido la abstención. Sólo él y Francisco Fernández la cumplieron. De ahí que Agustín Turiel abandonara irritado el salón de plenos municipal, felicitando a de Francisco, sintiéndose un buen leonés, y puede que hasta leonesista. Una imagen, elocuente y efectista, recogida en los medios que ha resultado difícil de olvidar a quienes hemos vivido con interés lo leonés.

Francisco Saurina, PP, se abstuvo al igual que Vecín de IU. Otro voto No, fue el de Enrique Gil del PP. Lo dicho encaja dentro de un apunte superficial de cómo se movieron personas e ideas en el “coso” político, en aquella ocasión. 

En el año 2004, nuestro expresidente provincial, de rebote, pudiéramos decir sin menoscabo alguno, pasó a ser diputado nacional por la renuncia y ascenso de una compañera, fue el momento en el lanzó una propuesta para la Diputación que sorprendió a los extraños, a algunos de los propios les alarmó y no digamos a los autonomistas, tan unitaristas como uniformadores.

Proponía don Agustín que León alcanzara el estatus de región. Eso sí, dentro de la autonomía que a pesar de no cuestionarla abiertamente,  discrepaba de su cicatero comportamiento centrifugo. Pero no sólo olvidaba, sino que rechazaba ahora  aquel referéndum de segregación que apoyó según hemos recordado.

Tenía bien estudiados los detalles, tal como manifestó y se pudo comprobar por los datos que fue aportando, en tanto afirmaba que no debía ser difícil conseguir para la institución provincial leonesa el rango de regional: Diputación Regional. Asumiría ésta las competencias de la Delegación Territorial de la Junta autonómica, primera premisa.  De aplaudir la intención, pero chocaba frontalmente con la forzada dependencia a la que nos venía sometiendo el ente autonómico y él lo sabía.

El personal político adscrito a esta entidad jurídico-administrativa leonesa sería: los 14 procuradores autonómicos, que en el ente autonómico por León son, mas los 13 diputados provinciales;  elegidos todos en un novedoso sistema electoral, que previamente se habría diseñar y negociar.

En el ente  los recelos y temores suscitados se aquietaron apenas los suyos, socialista en el poder central,  no tardaron en frenarle pasando la realidad de la propuesta institución a un anecdótica virtualidad que diseñaba para León provincia, y nunca leí  que contemplara la triprovincialidad leonesa.
El Colectivo Ciudadanos Reino de León, a la vista del anuncio de la posible supresión de las diputaciones, propone, con muy buen criterio, algo que, pudiendo contener en cierto modo la propuesta “Turiel”, aúna las tres diputaciones de la Región Leonesa. 
 
Hasta los nombres que apuntan suenan bien: Diputación General del Reino de León, sencillo y directo; o Consejo General del Reino de León, no nuevo, pero con otra entidad. El número de diputados elegidos por sufragio sería de 35. Se centraría en Zamora y las otras dos provincias tendrían su delegación correspondiente.

Entienden que,  como base, bien está apoyarse en el acuerdo de colaboración de las tres diputaciones firmado en diciembre pasado. Claro, de momento, todo dentro de la Comunidad, que si no admite segregaciones de hecho, tampoco va a permitirlas encubiertas. Manejar nuestros recursos regionales leoneses, supondría también contar en el presupuesto comunitario con los recursos dinerarios correspondientes a las tres provincias que serían el Consejo…


Por intentarlo, como transición hacia la propia autonomía, suena bien, al menos como posible forma de salvar nominación y pervivencia regional. Que haya colaboración política no tanto. Y, ¿el Pueblo Leonés está en vigor para pedir lo suyo?, es otra interrogante y no menor. En el movimiento asociativo cultural, leonesista si se quiere, o más general y amplio del “ser leonés”,  pueden están los fundamentos.