24 de enero de 2018

Un martes para el agravio

Sí,  porque el des…sed, de ida y vuelta,  se  perdió por el camino.
¡Qué solo está el pueblo leonés! ¡Qué olvidado! La visita del presidente Rajoy nos dejó marcada la evidencia, ésa  que nos resistimos a admitir.

Podemos catalogar el  martes 23 de enero 2018 como de negro  abandono a nuestra suerte, marcando un poco más el camino del olvido.  Las miguitas de pan de historia y tradiciones, que generosas asociaciones culturales van dejando por una senda demasiado oscura hacia una anhelada área de recuperación, los insaciables epulones políticos que nos gobiernan, las desprecian. Lejos, muy lejos están,  de las “hierbas del sabio” que Calderón nos dejó en jugosa rima.

En la distancia, porque físicamente así lo estoy,  desde la mañana del propio día, allí en el ámbito nacional de televisiones y radios, puse mi atención en ver y escuchar que se decía de la visita del presidente Rajoy, ese señor que tanto quiere a León, dice. 

Fue tan corta la información que pasó desapercibida en lo tocante al desagravio. Tan sólo le sirvió a él para enlazar con un mensaje lanzado a Puigdemón (su obsesión, tapadera y sobrenoticia a la vez) señalando a los Decreta, (cosa fácil de hacer, aunque se yerre) para hablarle de “sometimiento a la ley que ya recogía el derecho democrático de los leoneses de hace más de mil años”. (Respecto a esto, algo diré…)


No se ha disculpado, simplemente se ha situado en el centro del Claustro de San Isidoro, para en magnifica soledad central,  como podemos ver, marcar distancia. 


A su derecha demasiado respetuosamente apartados, como fieles escuderos, los señores Herrera y Silván. Y a la izquierda,  quienes, sospecho,  venían a representar al pueblo,  aunque desconozco el tipo de invitación cursado. Aprecio que están demasiado circunspecto, en tanto él  trataba de justificar de forma presencial y cuatro palabras alusivas a su gran despiste, cuando no indolente decir en Inglaterra, el pernicioso tijeretazo a la historia que allí nos propinó, y aquí ¡no se ha lavado!


Entre pueblo y el presidente demasiada distancia, así queda marcada en la foto. El  divorcio de ideas se comprobará pronto.

Pero los leoneses activos, el pueblo, trataron de cantarle otro mensaje, el del daño y el olvido a la región leonesa, y lo tuvieron que hacer ¡fuera del Claustro! La disculpa originaria, si hubiera sido tal, en intención y efectividad, tenía que haberse formulado con el pueblo delante, participando. Nada ha aprendido del mensaje Alfonsino de 1188, convocando al pueblo, situándolo a su lado.  Claro, éste es molesto, cuando además te canta las verdades.


Me niego a admitir como disculpa y menos aún como desagravio las cuatro palabritas que nos ha venido a soltar. Queda claro que de desagravio nada; frio y lejano su proceder muy distante del aura del sentimiento de un hito histórico que debió reconocer, con promesa firme de dar a conocer y con él al Pueblo Leonés.  De su pasada por aquí nada podemos esperar del gobierno actual de la nación. De la autonomía, menos que nada. Y en la conformación ciudadana...mucho hemos de progresar.

Si hablo ahora, de Antonio García Ferreras, paisano nuestro y de sobra conocido,  y del programa “Al Rojo Vivo” de la Sexta, lo hago por que  enlaza  con un reciente pasado autonómico.






         






 En la mañana del martes, en su programa, donde, más allá de las doce treinta, sí colocaron alguna imagen de Rajoy en el Claustro Isidoriano; de palabra hizo  Ferreras una alusión a la Cortes de León, en tanto se dirigía a la también leonesa  Angélica Rubio, periodista, para que interviniera; está empezó a apuntar algo “sobre Cortes democráticas”; la respuesta del director: “bueno, democráticas, democráticas, …sin urnas, no sé yo…” me causó cierto desequilibrio emocional.   Aunque en puridad comprendiera el fondo de su expresión, y en parte pudiera compartirlo, creía ver una asepsia innecesaria, pues  podía llevar a los extraños, o lejanos al tema,  a cierta confusión.

Veamos,  el concepto de democráticas nunca  lo he querido emplear, habría que usar un calzador demasiado sutil para su encaje. Prefiero y he recalcado siempre su  condición de parlamentarias; rudimentarias si se quiere, como todo lo primero o primitivo,  pero rompedor y con futuro lo propuesto en aquel momento por nuestro Rey Alfonso VIII, esto es perfectamente asimilable. 

De ahí que considere como un nuevo error lo apuntado por Rajoy en el Claustro de nuestra pasada historia de iniciación  parlamentaria para el Mundo,  por aquello de su decir: “del derecho democrático de los leoneses de hace más de mil años”. En un desequilibrado enjuague de depuración de su falta inglesa.

Ahora sí estamos en democracia, perfeccionable por supuesto, pero tenemos capacidad de elegir a quienes nos van a gobernar, y más.  Alfonso VIII de León, dio voz al pueblo, lo sentó en sus Curias Regias, para que opinara y  le “aconsejaran”, ahí queda el dato. ¡Y no es menor! Y forma ya parte de la memoria del Mundo, gracias a la UNESCO.

Respecto a Ferreras, como recuerdo anecdótico, pero tocante al tema autonómico que nos afecta, propongo al lector un pasaje, para que cada cual, lo interprete  libremente.

Corrían tiempos  de su entronque de director en la Cadena Ser, en Valladolid, ya centro del poder autonómico; entonces yo, coordinador de Pro Identidad Leonesa, cuando estábamos peleando con el ente por el empleo cuidadoso de la terminología que nos afectaba negativamente: región por comunidad, castellanoleonés, el olvido de la Y entre León y Castilla etc…. le dirigí una carta pidiéndole que pusiera especial empeño en que no se nos lesionara de palabra. No pude constatar si tomó intención de llevarlo a cabo, lo que sí puedo decir es que no nos dio respuesta escrita a la petición.
 
Hasta aquí mi punto de vista sobre el acontecimiento Rajoy. Una crónica desde la distancia, por lo visto y leído, y lo interpretado a través del magnífico reportaje fotográfico de Chema Vicente, que, aun por esperada en sus propios términos, no nos deja otra cosa que el lamento inicial.  Eso sí merecedor de una moraleja o estado de situación popular. Mi percepción:

No tenemos capital político entre nosotros y con nosotros, el pueblo, que nos defienda, ponga en valor lo leonés, y haga que se nos escuche. Los cuatro principales partidos políticos, hoy casi al 25% cada uno en expectativa de voto nacional, no se identifican con la Región Leonesa. Se necesita urgente que el asociacionismo social y cultural UNIDO, se empodere, tal y como ha de hacer el leonesismo activo, para que este fortalecimiento seamos capaces de transmitirlo a la única voz política leonesista, hoy por hoy en ejercicio institucional, me refiero a UPL, como opción más rápida. 

No descarto otra formación nueva o revitalizada capaz de ilusionar, convencer y luego vencer. Para esto último ahí debemos estar nosotros, el pueblo, en ambos supuestos nuestro voto democrático manda. O tan sólo nos quedará el lamento.

                                                                                 

10 de enero de 2018

Del humanista el encomio justo

Allá desde donde el ábside de la Pulchra, hoy y siempre,  es puro lujo contemplar, en la plazuela de Puerta Obispo ha estado la vieja casa donde vivió un personaje leonés contemporáneo, pensador y sacerdote, no sé  si este orden es el más exacto o merecido, pero así lo  haré para recordarle; aludo naturalmente a don Antonio González de Lama.

No puedo decir, así, a vuelapluma del momento, otra cosa que fue grande la impresión que me causó su grave decir, en una charla que en el Colegio de los Agustinos de León, tuve oportunidad de escucharle.  Creo que atino al datar la ocasión en la década de los cuarenta, 1945,  del pasado siglo. No fue corta pero sí única. ¡Lástima!

Sorprendente resultaba  su presencia física; su vestimenta talar de sencillo clérigo le situaba en aquellos momentos de fulgor eclesial católico, cuando bajo palio se acogía al poder establecido manu militari, destacaba su manifiesta sencillez de hombre de letras, dispuesto a dar a conocer su pensamiento crítico; si bien para llegara a conocer esto, fue necesario el paso del tiempo.

Con  modulada voz,  grave,  ronca podríamos decir, pronto llegó a captar  la atención silenciosa del alumnado allí presente.  Ésa fue mi percepción entonces. Desde allí, un substantivo (hoy sin b intercalada), me ha rondado: ditirambo. Creo que usó la palabra, en un momento dado, para aludir a la exagerada exaltación, fuera en prosa o en bella rima, incluso para el amigo. Un nimio recuerdo, si bien de él se derivaría más.

Hoy al leer la noticia de que ante la casa donde vivió, bien recuperada, colocaban una placa como recuerdo, se removió el dato en mi memoria, así como otras connotaciones más cercanas que  he de reflejar, tendentes a componer una  modesta página  sobre el poeta, escritor y leonés. Espero que parezca algo más que un coger adicional  la noticia por las “hojas” de una interesada vertiente leonesita.


En realidad, la obra es un atril de hierro y bronce, que han calificado de eclesiástico, supongo que por las formas. El plano levemente inclinado, donde se apoyaría un hipotético libro, soporta un medallón, que había sido la primera placa colocada en la fachada de la vivienda, un  cuasi medio relieve del rostro del homenajeado con una inscripción acerca de la casa del humanista, liberal y estudioso de la poesía, que vienen a componer el todo. 

La noticia iba acompañada en los medios leoneses por la correspondiente fotografía donde se podía apreciar, presentes para la inauguración oficial, al señor Silván, el regidor; Margarita Torres, edil de cultura; Uriarte el artífice y una sobrina de homenajeado, Camino Rubio.  En este punto, el familiar, y de  mi corto periplo por UPL, debo dejar señalado  que conocí a un personaje, sobrino del homenajeado, no demasiado locuaz, y fumador como su tío,  al que ocasionalmente escuché hablar de la biblioteca del sacerdote, durante alguna de las charlas que en la sede de Ordoño II se “entamaban” en los atardeceres, cuando todo era fulgor leonesista. No sé si el grado familiar le permitía acceder plenamente a aquélla, incluso a algunos cuadernos manuscritos, o poemas sueltos,  que el autor se había  negado a publicar.

Si bien  nadie  había citado connotaciones leonesistas en don Antonio, y en aquel ambiente era lo que primaba, seguro que acompañando a Fr. Luis G. Alonso Getino, O.P. que hablaba por aquel entonces de una cruzada leonesista, la de una Biblioteca leonesa, para poner en valor la Región, González de Lama no podía, a su manera, estar alejado del esfuerzo.
  
Desde la perspectiva leonesista,  puede que don Antonio, sensu estricto, a fuer de leonés, y en orden a los sentimientos, de haber vivido los momentos autonómicos que soportamos, hubiera objetado aunque nada más fuera por el canto de los garcilasistas a Castilla, no per se, sino dados los  comportamientos poéticos que él criticaba a tal movimiento. Y ello, además, a tenor de cómo le vimos enfrascado en los ismos que, según llegó a escribir,  venían provocando “desustanciación” en la poesía, y de ahí su oposición, por ejemplo, al citado garcilasismo.


No solo fue promotor, con otros, de la revista de poesía Espadaña, por cierto la habían presentado pocas fechas antes de la charla que tanto me enganchó, sino también impulsor continuo de ella. Por cierto, unas páginas que García Nora, cofundador, en más de una ocasión tildó de anómalas, como una supuesta disidencia política, confrontada con el garcilasismo y la poesía de posguerra en “Juventud Creadora”, 1943, revista dirigida al inicio por García Nieto.
Conseguir imprimir cada número de Espadaña suponía todo un triunfo, labor en la que Crémer puso también su mejor empeño; faltaban medios y sobraban obstáculos. De su muerte, el 2 de febrero de 1969, Victoriano, el poeta, recogió su despedida en versos de dolor y reconocimiento;  como muestra: cuando se iniciaba la mañana…en silencio…sin llantos…se dejó morir…  Dejaba una labor bien hecha.

La cultura y la literatura leonesas en la década de los 40 ganaron con su magisterio. Su labor leonesa  organizando y dirigiendo la Biblioteca “Gumersindo Azcárate”  no se pueden olvidar, ni  como fuente de irradiación crítica y formativa, ni como concentración de saberes. Su posición de bibliotecario de la Fundación Sierra Pambley quedó muy bien definida, salvaguardando lo intocable y poniendo al día el resto.

Ahora unos apuntes colaterales actuales connotados informativamente, de lleno unos, parcialmente otros, vendrán a justificar un poco más mi postura respecto a su recuerdo en el  León actual.  Tanto Silván como Margarita Torres, he de recocer que vienen siendo objeto de algunos escritos mios, críticos casi siempre, nunca peyorativos en lo personal, sí dada su faceta de políticos en ejercicio municipal. En esta circunstancia el tono hoy es discretamente laudatorio. El Concurso González de Lama de poesía, de patrocinio municipal,   sostenido en el tiempo, es un magnífico aval.

Juan Carlos Uriarte, escultor, también fue objeto de mi crítica ocasional, por otra obra anterior, no en sí, que no se trataba  de quitarla mérito, pues hizo lo que le propusieron desde el consistorio, me refiero a la que realizó en la Plaza de las Cortes leonesa para recordar, ésa es la expresión justa, recordar,  las Cortes de 1188. Un hito que requería más, mucho más.


     Piezas para un puzle, que ni con el apoyo de la UNESCO, conseguimos que encajen, más allás de lo simbólico,         con la  rotundidad que la efeméride del parlamentarismo requiere....

Precisamente otra concejala de Cultura, Inés Prada, había prometido un merecido monumento a tal efeméride, en 1988, que, retrasándose, vino a desembocar en 2007 en el “recuerdo” citado.

 En relación a Don Antonio,  un año antes, 2006, entre los promotores de una Asociación inscrita como Amigos de Antonio González de Lama, encontramos a  la citada edil,  quien, para mantener viva la figura del sacerdote, propuso la elaboración de una estatua, de la que hasta se realizó un boceto.  Merecida, por supuesto,  pero en “lista de espera”, como tantas cosas de León y de lo leonés.