Cuando ayer pude ver la fotografía en blanco y negro de otros tiempos, publicada por David Díez Llamas, (siempre en la vanguardia leonesista) de aquellos momentos leonesistas de gran actividad defensiva, recordé que allá por los noventa,, cuando luchábamos contra el ente, escribí un artículo dedicado a este personaje leonés de la foto...
Dije entonces:
DÚVIZ, EN
EL RECUERDO DE UN LEONESISTA
No conocí su nombre hasta que
leí en La Crónica 16 del día 26-9-94 la noticia de su defunción y el correspondiente panegírico laudatorio,
merecido a todas luces. Era su gracia, que diría el clásico, y aquí se pueden
tomar por buenas las dos acepciones de la palabra, Julio González Dúviz.
La fotografía que de él vi. en
el periódico, inmediatamente puso en movimiento el reciclaje memorístico de
recuerdos y personajes, pues intuía que éste, aparecería entre ellos. Así fue,
la estampa era aún nítida; sobre la fuente de Neptuno en el Jardín de San
Francisco, como a un metro del suelo, en el perimetral borde de ella, agitando
una bandera de León y estimulando con potente voz, que además era perentoria en
su demanda, y dirigiéndose a los leoneses de cara a él agolpados. Estaba, incansable, aquél sorprendente
personaje. instándonos a corear «Autonomía para León», «León sin Castilla»...
pidiendo autonomía propia y gritando «denuestos», livianos denuestos, contra la
Castilla avasalladora del manso político León.
Personalmente, sentía en
aquellos momentos un gran agradecimiento hacia ese leonés que nos provocaba,
una vez tras otra, a continuar coreando consignas en defensa de una autonomía
leonesa sin Castilla, al finalizar aquella primera manifestación leonesista que
el señor Martín Villa, «creador» de este Ente mixto, llamado Castilla y León,
había «sugerido»a la primera autoridad provincial, la encaminara por calles
anodinas, desde el punto de vista político-reivindicativo, haciéndola
finalizar en un «bello jardín», pero solitario o con niños y de poca o nula
entidad como tribuna social reivindicatoria.
¿Puede haber cosa más hermosa
para un político leonés de verdad que ver a su pueblo, permitir a su pueblo,
pasear su justa reivindicación por el centro de la ciudad? Pero claro, oyendo
y viendo manifestarse al pueblo, se corría el riesgo de tener que dejar a un lado las «razones de estado»
y dar a esta región lo que histórica y constitucionalmente le correspondía y
el pueblo le demandaba, ¡autonomía propia!
Volvamos al personaje de la
estampa leonesista. Como mi ardor pro-León y, supongo que el de todos los
presentes, nos decía que estaba transcurriendo la manifestación por los insípidos
cauces políticos que la «autoridad» deseaba, no contagiando, no informando,
soslayando con esta ruta el paso por lugares céntricos donde se hubieran
sumado más y más miembros al entender las razones «voceadas», no deseábamos
que el fin de ésta fuera de pobre cosecha y en este «jardín de los frailes».
Así que veía en la figura
generosa, potente, hábilmente conductora y de «agitador» nato de aquel leonés,
para mí anónimo, la tabla de salvación del orgullo leonés, que quería
manifestarse perseverantemente reivindicativo ahora y para siempre.
Tal vez, siguiendo con nuestro
reivindicar, nuestras voces, nuestros gritos, que él buscaba con ahínco,
mediante la voz, el gesto y el ondear del «León» de su bandera, empapásemos
las verdes hojas del romántico jardín, y éstas pudieran llevar a lomos del
viento leonés el mensaje, el SOS de un pueblo que se negaba a entrar «por
decreto» en un Ente indeseado.
No lo supe y todavía hoy lo
desconozco, si Dúviz, ahora aunque tarde puedo decir su nombre, era leonesista,
simplemente leonés, o un gran artista de la escena popular o un «animador»
socio-político-lúdico; tampoco me importa demasiado ese extremo, pero sí decir
que guardo un emocionado y agradecido recuerdo de él, de su ondear de la
bandera leonesa, enardecedor, de su requerimiento coreístico de consignas, que
el momento leonés necesitaba, exigiendo lo nuestro. Gracias, Julio González
Dúviz por tu defensa, contagiosamente optimista, de León y lo leonés,
descansa en paz.
(La Crónica 16 de León
25.10.1994)
Gracias Máximo si se hace necesario hacer un recordatorio de otros momentos y en él a personas que pusieron lo que tenían en defensa de nuestras tierras y sus libertades. Tu artículo hace honor a todo ello. Un abrazo
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