29 de noviembre de 2015

Momentos Dúviz, otro leonesismo

Cuando ayer pude ver la fotografía  en blanco y negro de otros tiempos, publicada por David Díez Llamas, (siempre en la  vanguardia leonesista) de aquellos momentos leonesistas de gran actividad defensiva, recordé que allá por los noventa,, cuando luchábamos contra el ente, escribí un artículo dedicado a este personaje leonés de la foto...

 Dije entonces:


DÚVIZ,  EN EL RECUERDO DE UN LEONESISTA


No conocí su nom­bre hasta que leí en La Crónica 16 del día 26-9-94 la noticia de su defun­ción y el     correspondiente pane­gírico laudatorio, merecido a todas luces. Era su gracia, que diría el clásico, y aquí se pue­den tomar por buenas las dos acepciones de la palabra, Julio González Dúviz.

La fotografía que de él vi. en el periódico, inmediatamente puso en movimiento el reciclaje memorístico de recuerdos y personajes, pues intuía que éste, aparecería entre ellos. Así fue, la estampa era aún nítida; sobre la fuente de Neptuno en el Jardín de San Francisco, como a un metro del suelo, en el perimetral borde de ella, agi­tando una bandera de León y estimulando con potente voz, que además era perentoria en su demanda, y dirigiéndose a los leoneses de cara a él agol­pados.  Estaba, incansable, aquél sorprenden­te personaje. instándonos a corear «Autonomía para León», «León sin Castilla»... pidiendo autonomía propia y gritando «denuestos», livianos denuestos, contra la Castilla avasalladora del manso político León.

Personalmente, sentía en aquellos momentos un gran agradecimiento hacia ese leo­nés que nos provocaba, una vez tras otra, a continuar coreando consignas en defensa de una autonomía leonesa sin Castilla, al finalizar aquella primera manifestación leonesista que el señor Martín Villa, «creador» de este Ente mixto, llamado Cas­tilla y León, había «sugerido»a la primera autoridad provin­cial, la encaminara por calles anodinas, desde el punto de vis­ta político-reivindicativo, haciéndola finalizar en un «be­llo jardín», pero solitario o con niños y de poca o nula entidad como tribuna social reivindi­catoria.

¿Puede haber cosa más her­mosa para un político leonés de verdad que ver a su pueblo, permitir a su pueblo, pasear su justa reivindicación por el cen­tro de la ciudad? Pero claro, oyendo y viendo manifestarse al pueblo, se corría el riesgo de tener que dejar a un lado las «razones de estado» y dar a esta región lo que histórica y constitucionalmente le corres­pondía y el pueblo le deman­daba, ¡autonomía propia!

Volvamos al personaje de la estampa leonesista. Como mi ardor pro-León y, supongo que el de todos los presentes, nos decía que estaba transcurrien­do la manifestación por los insí­pidos cauces políticos que la «autoridad» deseaba, no con­tagiando, no informando, sos­layando con esta ruta el paso por lugares céntricos donde se hubieran sumado más y más miembros al entender las razo­nes «voceadas», no deseába­mos que el fin de ésta fuera de pobre cosecha y en este «jar­dín de los frailes».

Así que veía en la figura generosa, potente, hábilmente conductora y de «agitador» nato de aquel leonés, para mí anónimo, la tabla de salvación del orgullo leonés, que quería manifestarse perseverantemen­te reivindicativo ahora y para siempre.

Tal vez, siguiendo con nuestro reivindicar, nuestras voces, nuestros gritos, que él buscaba con ahínco, mediante la voz, el gesto y el ondear del «León» de su bandera, empa­pásemos las verdes hojas del romántico jardín, y éstas pudie­ran llevar a lomos del viento leonés el mensaje, el SOS de un pueblo que se negaba a entrar «por decreto» en un Ente indeseado.

No lo supe y todavía hoy lo desconozco, si Dúviz, ahora aunque tarde pue­do decir su nombre, era leo­nesista, simplemente leonés, o un gran artista de la escena popular o un «animador» socio-político-lúdico; tampoco me importa demasiado ese extremo, pero sí decir que guardo un emocionado y agra­decido recuerdo de él, de su ondear de la bandera leonesa, enardecedor, de su requeri­miento coreístico de consignas, que el momento leonés nece­sitaba, exigiendo lo nuestro. Gracias, Julio González Dúviz por tu defensa, contagiosamen­te optimista, de León y lo leo­nés, descansa en paz.

(La Crónica 16 de León 25.10.1994)

1 comentario :

  1. Gracias Máximo si se hace necesario hacer un recordatorio de otros momentos y en él a personas que pusieron lo que tenían en defensa de nuestras tierras y sus libertades. Tu artículo hace honor a todo ello. Un abrazo

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