Nadie como Chema Vicente, para saber captar el sentimiento leonés, en sus fotos, dibujos y composiciones, como podemos observar en ésta.
Con ella quiero expresar mis mejores deseos de Navidad al lector, por supuesto sin limitaciones, pero permítaseme que lo haga de modo especial, como señal de agradecimiento a cuant@s, más o menos ocasionalmente, leen mis páginas.
El contenido que sigue, como casi siempre, va adornado de un toque reivindicatico.
No faltan quienes afirman que toda Navidad tiene su espíritu. Si éste viene a ser algo así como amor y concordia, y en su defecto respeto y buenas intenciones entre los humanos en cada lugar y con más amplia proyección si se desea, aplaudo a tal espíritu y hasta lo invoco, aunque no sea más duradero que las propias fiestas. Pero, leoneses, nosotros, herederos de un pasado medieval bien luchado, un Reino que ensayó el parlamentarismo, un pueblo que tomó y defendió libertades, tenemos nuestro propio espíritu. Si bien para nuestro desdoro estamos permitiendo que otros nos lo traten de arrebatar, no su esencia pero sí su nominación.
Dicen, aunque en voz baja, saliéndose del estilo
publicitario que alimenta la fábrica germinal de identidades denominada Villalar,
tan inútil como costosa, que, vigilante allí en los archivos del instinto centralista,
entre documentos que lejos de esclarecer lo leonés lo emborronan, fluye irreductible
por doquier, el etéreo aliento, cual
lengua de fuego de un reino, un genuino espectro que bien pudiera identificarse
con el espíritu del “ser leonés”, hábil y escurridizo, siempre por apresar. Las cadenas no son para él, si acaso para amarrar
al fantasma identitario imaginario que el ente alimenta.
Nuestro espíritu, siempre activo, se esconde y
camufla para evitar su incorporación,
como levadura imprescindible, a la probeta política de las vanidades
creadoras, donde, letra a letra gentilicias,
tratan de componer una identidad para “su” comunidad. Y su real
presencia, esfuerzo baldío, en modo alguno queda encarcelado en el puzle de
letras del ente castellanoleonés, tan negado como simple, un vulgar
amancebamiento inane.
Apresarle no es tarea fácil, en el nuevo bunker de una Fundación con
sueños de grandeza, su hormigonado recinto resulta insuficiente; cualquier
leonés que allí acuda, cual rara avis, a
las dependencias oficiales, nada puede encontrar en la gran instalación del costoso cero más absoluto, no lo puede
percibir, pues va con él, es su don. No
así los asalariados exégetas, los creadores de historietas de una falsa
realidad, de tergiversadores de pasajes históricos, insultantes nominaciones y
personajes deformados con rasgos que tienden
al menosprecio de lo leonés, pues son los que siente en su entorno el
defensivo soplo del espíritu al que con miles de artimañas tratan de dominar plasmado en letras, pero sin alma, que es patrimonio de un pueblo, Pueblo
Leonés, que no se vende.
En nuestros lares, intangible como buen espíritu, no
lo es de temporada como el de la Navidad, que por supuesto no rechaza, ni trata
de humillar, comparte y acompaña para la ocasión. Perenne está simbolizado en
todo lo leonés, historia, cultura, tradiciones... especialmente vigilante en:
Lábaro
leonés que nunca se humilla, Pendón flamante donde los haya, que desde sus legendarios paños lanza al aire
que le hace ondear, las esencias más puras leonesas.
Enhiesto,
cuando, bien sujeto por el esforzado pendonista, se consigue la verticalidad
orgullosa que la tradición demanda en el Reino de León, es su territorio, hasta
alcanzar e inundar el ánima del pueblo.
Ofrenda
incuestionada, inalienable por propia, insustituible.
Noble
presencia, leal, generosa, que las cuatro letras mayúsculas custodian.
Sí, ya sé, falta un acento, pero nuestro espíritu
leonés va más allá de un simple tilde, especialmente en la Navidad, cuando nos
congratulamos de la sutil presencia que no resulta
difícil identificar dando aliento a nuestro más genuino Ramo Leonés. Ahí sí que goza
de predicamento, moviéndose entre los
adornos, prestando al conjunto su esencia, como verdadero fermento. No busca la
ampulosidad del Ramo, ni la calidad de
los adornos, pues cuanto más sencillos, más costumbristas, más se nutren del “ser
leonés” que todos los leoneses llevamos dentro, enclaustrado en el individualismo que se ha de
vencer, si queremos dar fe de él, para mostrarlo y compartirlo.
Leonesas, Leoneses, a todos os deseo
¡¡¡Feliz Navidad 2015!!!
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