8 de abril de 2015

¿La historiadora ha dicho sí?

Un Sí histórico para agrandar una sonrisa


Nuestra, por leonesa, Margarita Torres, historiadora en la ULE,  aparece sorpresivamente en política preelectoral, cuasi enrolada en un partido en el que “ni estaba ni la esperábamos”, al menos los leonesitas. Y lo hace justo de la mano de Silván, el del gran registro de muecas risueñas, y continuador del  proceso leonés del trágala autonómico, colaborador necesario para la despersonalización leonesa y sumisión al ente.

Sí, lo sé, lo municipal es, o debería ser, pura gestión.  Pero en la práctica habitual no es tal, más bien (impuro) ejercicio partidista, donde se antepone lo que a la formación política conviene, a los intereses de los ciudadanos. A tal fin hay que estar inmerso en esa disciplina partidista, cada vez más alejada de valores vocacionales;  o, y éste podía ser el caso de la historiadora, ser una figura con relevancia social y profesional útil para adornar una lista electoral.

Así entrará a formar  parte de un equipo “potente”, según manifiesta Silván, (Así de potente, parece querer decirnos en la fotografía) quien, al parecer se coloca como salvador, con aquello de “trabajar por León”. Su cicatería “fomentadora”,  que se ha dejado notar hasta hoy, será enjugada y con grandes letras, junto a un supuesto equipo multidisciplinar, político, urbanista  y  tecnócrata,  cuando anuncie con grandes letras que finalizará obras en curso,  y otras siempre reclamadas en la ciudad,  dándola un tono que nunca han consultado con los ciudadanos, ésos, los votantes escuetos.

Es evidente que el efecto  PODEMOS, que en quince meses ha sembrado temor político, está haciendo variar el mensaje hasta en los llamados grandes partidos PP y PSOE, que no dudan en lanzar mensajes al ciudadano, no de empoderamiento, pero  sí de dudosa  transversalidad, al  tiempo que tratan de comprometer a los suyos para que no les “robe” espacio.   Pero no debemos olvidar que,  dada nuestra cada vez más decreciente  prestancia en la democracia representativa aceptada, se nos considera poco más allá de votantes,  a los que, cuando más, vale con dirigirnos  un mensaje halagador de forma preelectoral.  Vamos hasta que soltamos el voto,  después si te he visto no me acuerdo.

La historiadora puede que, desde el primer momento,  haya recibido palabra de afianzamiento en un área, que pueda estar culturalmente acorde con su formación y dedicación. Hasta puede que  la hayan contado que asumirán como buenos algunos escarceos de índole “leonesista”,  o al menos de marcado sentimiento leonés. Yo no me lo creería.  Cualquier olor leonés es recibido como un tufo en la,  más que sensible,  deformada pituitaria de  los dirigentes del ente autonómico que no tardan en poner en marcha el ventilador de lo castellano. Las Fundaciones que pagamos entre todos  tienen el interruptor siempre a punto.

El PP leonés, dependiente del poder castellano, para no poner en entredicho sus estatus, no va  a permitir ningún tipo de intromisión en las cosas autonómicas, si es que, nuestra celebre historiadora pretende hacer valer derechos históricos leoneses, que en determinadas efemérides saltan a la opinión pública. Nada que pueda ensombrecer al centralista poder autonómico y su afán castellanizador, se tolera. Cada vez que repiten  elecciones y ganan, dan un golpe de tuerca más  al garrote que nos estrangula lo leonés.

En este orden de cosas, vale lo antedicho para ambos grandes partidos, aunque en desigual medida. El intolerante PP, creciendo en ínfulas controladoras, se siente, erróneamente,  autorizado por los votos que provienen  de un derechizado electorado cada vez más tolerante con los manejos autonómicos.  En menor medida el PSOE leonés que, de vez en cuando, larga algún ramalazo, si se quiere leonesista, proveniente de algún bien intencionado miembro natural de León, y aquí ejerciente. 

En este último, a mí personalmente  no me hubiera rechinado la presencia de Margarita Torres, aparentemente, hasta ahora,  más proclive a la socialdemocracia.  Ya sólo queda pendiente dar el  SI a Silván, quien,  sin apearse del estribo autonómico quiere también dirigir los designios municipales capitalinos, y en modo alguno se plantea atender ni un mínimo a la “cuestión leonesa”.

Desconozco qué papel es el reservado en la pieza teatral electoralista al consistorio,  a la historiadora leonesa, que siempre se ha mostrado realista y cuando menos muy respetuosa, en honor a los hechos históricos,  con las cosas leonesas. Causa cierta desilusión  su posible “alistamiento” a un partido ciego y sordo al sentir leonés de los leoneses, escuchando el canto de sirena PPopular y dejándose seducir por el hábil Silván.  Por cadencioso y melódico que la pueda sonar,  no deja de ser menos engañoso que el sufrido por Ulises. Y al parecer ella no se tapona los oídos aunque sea el rancio conservadurismo el que la cante al oído.

Dónde está el respeto de Silván por la identidad leonesa. Actúa como leonés ramplón en el bando castellano, nadando sin mojarse la ropa,  al que parece irle bien la coyuntura autonómica que boicotea todo lo leonés.

Finalmente, por hoy, señalar que nada podría importarnos que nuestra historiadora y escritora, acompañara a una persona de amplia sinceridad como la magistrada Carmena,  de muy buen criterio social. Pero desafortunadamente tal coyuntura no se puede dar en León.

Hay un desconocimiento pleno de la cuestión leonesa en los partidos emergentes. Y estaremos abocados, a que con nuestro voto ayudemos a llevar el sentimiento propio leonés, camino de la nada.

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