7 de octubre de 2013

Por San Froilán otra vez lo verás

O la sencilla movilización de un recuerdo.

Nos presenta Emilio Gancedo, en Diario de León, con frase florida e ingenio  leonés,  muy para la ocasión, a un personaje no menos florido: “Ambrosín”.


 Todos reconocemos en Gancedo a un joven periodista y escritor leonés, muy imbuido en nuestra común cultura leonesa,  que la sabe vivir,  reconocer,  valorar  y se precia de querer preservarla  junto a  todas nuestras cosas leonesas, ésas que el paso del tiempo, autonómico, amenaza con borrar.

 Si bien no es para él mi atención hoy,  no debe el autor tomar por buena aquella frase que dedicó en su libro: “Trece cuentos extraños” , a un supuesto unicornio que se lamentaba:  “Hoy apenas nadie me toma en serio” . Muy lejos tal cosa de la realidad para el periodista.

 Leyendo su artículo recordé que al tal “ Ambrosín”, era un perfecto desconocido para mí, hasta que no hace mucho pude verle por vez primera, y  le pude fotografiar, en la llegada de la Virgen del Camino a la Sobarriba,  y más concretamente formando parte del cortejo romero que  condujo  a la Señora de la Sobarriba hasta el Puente Villarente por el Camino de Santiago, precisamente cuando caminaba junto a los pendones del cortejo, queriendo dejarse ver, aunque sin aspavientos, entre las  gentes de la  tierra.



No aparecía en tal momento tan exóticamente ataviado  como  por San Froilán,  que tan bien ha descrito Emilio, aunque sí portaba su extraño y colorido gorro, una especie de gran casquete  del que colgaban  tiesos tirabuzones de desigual longitud y parejos colores.  El resto de ropa era,  digamos que normal, nada discordante, y útil para una mañana ligeramente fresca.  También atrajo mi atención una gran matraca de madera de confección casera que portaba, pues, la verdad, no me parecía que era un instrumento propicio para la ocasión.

 El domingo día 29 del pasado mes, le volví a encontrar en el arranque de las fiestas de  San Froilán junto a los pendones en la plaza de San Marcos, entonces le pregunté si era de la Sobarriba, si bien cuando le formulaba la pregunta, me di cuenta que ya no sería necesaria su respuesta dado que en el coloreado gorro llevaba escrito: "La Milla del Páramo".

La verdad del personaje la sé ahora, una vez que hube leído la aproximación a su vivir con  la que Emilio nos ha obsequiado. 

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