Creo que el lector no verá fuera de tiempo la presente página. Pues el tema aun siendo puntual, por San Froilán, más que informativo es reflexivo, de ahí que hoy, conseguida la composición fotográfica junto a secuencias dinámicas, hasta componer un vídeo, el enlace va incluido para formar un todo. Gracias.
IZANDO EL PENDÓN
El azul
otoñal del cielo en la capital leonesa
se mostraba remiso a dejarse ver en la mañana
en la que se estrenaban las Fiestas de San Froilán 2013. Un viento, suave y fresco, poniendo su
mejor deseo en alegrar la luminosidad del día, arrastraba por momentos las
nubes creando unos azulados espacios que, alternando en formas y momentos,
animaban a los leoneses que nos íbamos concentrando en la plaza, allí donde San
Marcos nos mostraba su impertérrito plateresco, iluminado a ráfagas por el sol.
¡Se alejaba por momentos la amenaza de lluvia!
No todos
éramos espectadores, la gran mayoría eran actores dinámicos, cada vez más voluntariosos, y dispuestos a mostrar
y
hacer vibrar a los leoneses, al compás de lo tradicional, que siendo de cada lugar, de cada pueblo, el
pendón con su magnificencia vertical, es enseña y orgullo de cada cual, y de todos.
La faceta
sentimental, el afianzar lo leonés, lo tradicional, lo de siempre, lo que nos
identifica, mediante la espontaneidad que ponen los actores, es algo que debía
comparecerse con la sensibilidad en los
espectadores, si es que, de alguna manera,
queremos dejar de serlo, para
vivir como propio lo que aquéllos nos
quieren mostrar, y que es historia.
No digo que esto sea la tónica dominante en
ambos, espectadores y actores, ojalá lo fuera, pero cada cual en su faceta
deben estar dispuesto a compartir, a comprenderse, que es creer y hacer ver el
“ser leonés” como una cualidad camino
del sentimiento de un pueblo: el Pueblo Leonés.
Por ello
invito a los leoneses que prueben algún año a pasear en la plaza de San Marcos,
en esa mañana festiva leonesa, por San Froilán, y lo hagan con detenimiento
entre el paisanaje puramente leonés, sus convecinos provinciales, sin
interferir más allá de lo cortés y participativo, cuando afanosos se emplean bien
concentrados en el meticuloso montaje en las varas los cada vez más cuidados paños.
Estos momentos
de metódica preparación, son el paso previo a la gran manifestación de destreza que lleva
aparejado el manejo de la gran bandera, ¡el pendón de su pueblo!, puede que sin
pensar los actores, que, manejando con lógico orgullo la enseña de su propia
localidad, más allá de lo físico y material,
uniéndose para la exhibición a las de los otros pueblos, toma lo
simbólico un más amplio ámbito, el provincial. Y aún más, me atrevo a decir que
el multicolor ondear de las adamascadas telas, refuerza lo regional leonés, a
poco empeño que pongamos en que no pierdan tal rango.
Pude observar
esa mañana, en tanto me movía entre los “actores”, a un niño que acompañaba a su padre sin
perder ni el más mínimo gesto de la actuación paterna en la preparación del
pendón que habría de portar luego.
No importa el pueblo, ni el nombre de los dos personajes citados, que formaban parte de un animoso grupo de seis
personas, sino la muestra de lo que supone la transmisión de los valores
tradicionales, pues en tanto el adulto hacía su trabajo hablaba al niño sobre
la labor realizada.
Aprovechando
la masiva concentración de personas implicadas en tan festiva concentración,
otros leoneses comprometidos en la
defensa del patrimonio comunal leonés,
el Concejo, las Juntas Vecinales en peligro, se movían de aquí para allá
repartiendo octavillas informativas
llamando a la ciudadanía a que tomaran conciencia de la necesidad de
oponerse al expolio de los bienes
comunales.
También se entregaban
pegatinas, solicitando que las llevaran adheridas sobre sus ropas los
pendoneros, entendiendo que éstos, como representantes de sus pueblos en lo
tradicional, cooperarían también así en
la defensa de las JJVV. Pues bien, había quienes rechazaban, no sólo la idea de llevar pegada la reivindicación,
sino, y tal vez por obtusa incomprensión, ser partícipes de la acción de
defender el patrimonio en peligro. ¿Qué
nefasta lección aprendería el jovenzuelo aquél, ante tal negativa a
defender el patrimonio comunal leonés?
Año tras año
se va perdiendo la oportunidad de practicar y compartir el que debía ser un
momento clave: iniciar el desfile, interpretando
el himno a León, a golpe de tambor y dulzaina, pero sin practicar el izado de los pendones al unísono.
¿Se imagina el
lector la plasticidad del momento: los pendones apoyado en el suelo el extremo
de la vara, el de sujeción, en
tanto mástil y tela, en plano inclinado, son sustentados a distinta altura por el equipo
correspondiente, tal como exige un primer tiempo del alzado, antes
de efectuarlo total y conjuntamente, los más de
250 pendones, cuando el “rataplán” del tambor inicie el himno? Por
supuesto sin buscar rigurosidad militar,
sí compenetración y complicidad. Se añadiría así vistosidad a los ojos del espectador foráneo, y,
además, gran emotividad en los leoneses
participantes, que se iría incrementando
de año en año, si el ayuntamiento capitalino lo cuidara o procurara que otros
lo hicieran.
Creo interesante que se vea el vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=tKdgLm62Ndw
Creo interesante que se vea el vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=tKdgLm62Ndw
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