Posó
la mirada sobre el agrietado lodo. Un paisaje cuarteado, cuyos resquicios se
abrían en irregulares formas sin llegar a dejar ver el fondo que lo sustentaba, pero sí el grosor desigual que el material geológico arrastrado, y detenidas las aguas, se había transformado en sedimento.
Mas todo aquello no tenía que estar allí, cubriendo el valle; la distante mano
política había firmado la ejecución de un embalse que había venido a cercenar
ilusiones y el bienestar duramente alcanzado por el paisanaje. Y hoy, retraídas
las aguas pantanosas por la sequía estacional, se mostraba con la aplanada
aridez que se asemejaba a una ajada piel de esperanzas maltrechas.
Aun cuando sus humedecidos ojos por el
recuerdo venían a contrarrestar, en parte, lo dañino del desértico aspecto, la
visión dolorida de lo que es, queriendo interpretar la imagen de lo que fueron antaño
praderías, se hacía insoportable a sus ojos quemándole en la retina, produciendo un escozor que era sufrimiento interno.
Las
aguas del Yuso, la otra fuente del Esla, que siempre habían pasado bajo los
distintos arcos del robusto puente de Pedrosa del Rey, hoy, descendido el nivel,
ingrato nivel de agua embalsada que llegaba a cubrirlo y ocultarlo en su totalidad,
asomaba tan bello como siempre a los ojos de sus gentes.
Las
aguas embalsadas han cortado, inundado y borrado la Cañada Real oriental leonesa desde Burón a Pedrosa, arrebatando
así el derecho de los rebaños trashumantes
a transitar por ésta y el hermoso puente de piedra que siempre ha identificado
a Pedrosa del Rey, un pueblo al que, además, daba servicio y añadía estampa.
La
nostalgia, movilizada desde el fondo de los recuerdos, era la causante de las
furtivas lágrimas que tiernamente habían humedecido sus ojos, al contemplarlo allí en
el “desierto” de hoy, comparado en los recuerdos con la imagen del ayer, vivo, matizado
por el verde paisaje que alguien se empeñó en cambiar.
(*) A
excepción de la última fotografía, de mi colección, el resto han sido “adquiridas” de
estas páginas, y no recordando el autor, y haber sido las que motivaron el
texto, a éste acompañan, con la salvedad agradecida compartida al no ser mías.
En connotación con el tema, invito al lector a ver el vídeo, sencillo pero emotivo, que de Riaño y pueblos afectados hicimos pocos días antes de la inundación.
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