
Derribar lo bello y consolidado
No comprendí en su momento por qué se derribaba un hermoso templo como a la vista estaba era el antiguo Santuario de la Virgen del Camino.

Su "piqueta" dineraria sin pudor y sin tener en cuenta que el que se iba a derribar era muy querido por los leoneses, aquél de atrio porticado, de piedra de sillería, que había acogido generoso a los peregrinos en camino y visitantes de la Madre Dolorosa del Camino.


Y ha sido este tema, el de la Virgen María ascendiendo al cielo, el que sorprendió a los sencillos leoneses que esperaban, al menos, la advocación de siempre conocida y venerada, y que él soslayó para ejecutar el citado grupo que resultaba más a propósito para su estilo de figuras rectilíneas, que, para muchos de nosotros, resultaba sorprendente y desacorde con la Virgen y el Hijo muerto en sus brazos, nuestra Patrona.
Para finalizar ese recuerdo me permito colocar el principio de un oración que hace años escribí:
Escucha hoy, ¡Señora!, Madre Doliente del Camino, la voz de este pueblo que estando bajo tu amorosa protección no ha sabido, cual hijo pródigo, acudir a ti Patrona de la Región de León, a contarte sus penas autonómicas.
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