2 de marzo de 2014

De la plegaria en piedra, al rutilante canto del cristal histórico

Desde que Pinto Maestro elaborara unos versos para León, en los que dedicaba una parte a la Pulchra Leonina, musicalizados por Odón Alonso para conformar un  Himno a León, con distintas fases: marcha, imperioso, cadencioso y exultante, bajo mi sencilla percepción, nada ha enervado tanto a nuestro “ser leonés”. Sirva lo antedicho a modo de prefacio, sin interés comparativo con lo que sigue, pero unidos por el sutil hilo de lo leonés.

Leer por primera vez que Pedro G. Trapiello iba a estrenar una obra compleja, una ópera que finalizó en oratorio, me sorprendió, pero  pronto, cuando escuché y leí que lo clasificaban como profano, la idea me pareció más acorde con su personalidad leonesa y de escritor, a veces demasiado contundente y expresivo, costumbrista y con expresiones de agudo ingenio de problemático decir.  El texto que elaboró dedicado a la Catedral leonesa, sería el libreto sobre el que trabajaría otro leonés, que yo no había oído citar hasta ese momento, para qué faltar a la verdad, y de ello me acuso.

 Igor Escudero es su nombre, quien compondría la partitura, brillante y sugestiva, se ha dicho, que nuestra Catedral necesitaba, acorde con la letra de Trapiello para que resultara una obra apetecible para que músicos sensibles y voces líricas, pudieran cantar y  contar la historia de la Pulchra desde las piedras de las termas romanas, como basamento firme, hasta el gótico vaporoso que disfrutamos y podemos contemplar interiormente a la luz finamente coloreada de sus hermosos vitrales. 

En el capítulo de voces y música, entran otros, leoneses y leonesas, como nuestro gran tenor Ignacio Encinas, que, según se dijo, supo acoger generosamente el protagonismo que se requería. En la misma línea Marta Arce prometió poner su voz cultivada de soprano, ya prestigiada, en busca del mejor de los resultados. Pedro Baruque, bajo. Y la mezzosoprano Conchi Moyano, leonesa de Zamora. 
El Coro Ángel Barja, por todos los leoneses conocido, junto a la orquesta Ciudad de León, Odón Alonso, con sus respectivos directores, ensayarían apresurados para dar  cumplimiento a todo cuanto de preceptivo tienen este tipo de obras.
El lugar para darla a conocer, al parecer por fallarles el de la propia Catedral, como recinto sonoro para acoger su propio canto,  acudieron al Auditorio Ciudad de León,  perfecto en cuanto a audición y comodidad para todos. La fecha supongo que hubo de adaptarse a cuestiones de agendas y programaciones. Justo el día que las “marzas” leonesas, recuperadas por la Asociación Aguzo, se empezaban a dejar oír.
Así llegó el esperado día del estreno, 1 de Marzo de 2014,  para una Catedral de Cristal, ésa que siempre  hemos visto rutilante en su transparencia, y que hoy los leoneses nos dispusimos a disfrutar en hermosas sonoridades descrita; y a fe que lo conseguimos los que llenamos el Auditorio y pudimos  escuchar absortos el emotivo oratorio.

Los versos de Trapiello de viva voz y de bajo bien dicente desgranados, pusieron en nuestro ánimo antes de cada uno de los cuatro tiempos, la predisposición necesaria para el disfrute sincero de lo que siendo culturalmente leonés, y netamente nuestro, como tal  se debe proyectar al mundo. 
Quede el comentario crítico para plumas autorizadas, yo como leonés debo dejar dicho que engrandeció mi sentimiento la palabra, y templó mi ánimo la música bien construida.   De ahí mi agradecimiento a todos los que con su actuación dieron cuerpo y vida a la idea de Trapiello, que Igor plasmó en partituras para que los músicos de la Orquesta de nuestra Ciudad, más  las grandes voces líricas, ya citadas, contribuyeran al mejor de los logros:  resaltar lo leonés, nunca mejor simbolizado que en nuestra Catedral, magna y eterna.

Nosotros, el pueblo leonés, también participamos, nuestra presencia y aplauso contribuyó a ello como espectadores, pero en la obra teníamos voz, no podía ser de otra manera, Trapiello nos la otorgó,  y el disciplinado  Coro Ángel Barja, nos representó de forma brillante.
Consideración final.  Escuchado el oratorio, y valorado el lujo que ha supuesto para nuestro actual León, vivo, aunque perdido en los entresijos del ente autonómico por imposición política, no me extra que negaran todo tipo de ayuda, a través de la Fundación Siglo autonómica, a una obra tan leonesa que marca otro tempo reivindicativo.  Eso les molesta, y seriamente, pues frena sus apetencias autonómicas uniformadoras.
 La “Catedral de Cristal”  un gran logro, para la proyección de lo leonés en el mundo. Y aquí queda el final  de Trapiello, "¿no éramos todos León?" al que respondo: ¡Sí!, aunque desde Fundaciones autonómicas nos quieran borrar, nuestro empuje cultural e histórico no se lo permite.

             




1 comentario :

  1. Bonita descripción que inspira envidia a los que no pudimos estar
    Mi más sincera enhorabuena a los impulsores de cultura y, sobre todo, la leonesa

    ResponderEliminar