La señora presidenta de la Cortes Autonómicas, (nunca, regionales, como ellos, los autonomistas del ente dicen) que lo es también de la fábrica de elaboración de una supuesta identidad amalgamada castellanoleonesa llamada Fundación Villalar, está buscando colaboración en la ULE para que den pábulo a su plan de identidad comunitaria con un único pueblo, algo imposible en León donde los leoneses, lo expresen o no, nunca se sentirán castellanos e integrados en una comunidad que les fue impuesta.
Señor Rector, doctor Hermida, si la ULE tiene autonomía, como debe ser, no es posible aceptar, ni bajo amenaza de cicatería en el presupuesto, pues éste por ley el que nos pertenezca, ni por imposición de la señora García Cirac, para que favorezca una conciencia de comunidad, cuando ésta nos es adversa, nos margina y nos despersonaliza como leoneses. Que no nos venga a hablar del Estatuto, pues no es otra cosa que la letra que nos ata al ente autonómico.
Días atrás la señora presidenta vino a hablar de viajes literarios y entró como a escondidas para no recibir el abucheo de los leoneses que se manifestaban en contra de la intromisión fundacional, ésa que también preside, desde la que tratan de anular la identidad leonesa.
Su presencia, como Fundación Villalar, y el rechazo popular que obtuvo mostrado in situ, dio lugar a comentarios. Entre ellos un escrito de César Gavela en Diario de León, para mi demasiada cargado de contundencia crítica generalizada al leonesismo.
Esto es lo que me ha llevado a la siguiente reflexión:
El leonesismo del león rampante
Los “activistas” de esos días, los de la “astracanada”, no
soltaban “aullidos anticastellanos”, coreaban, o si se prefiere gritaban a
coro, que, como leoneses, no admitían la castellanización, pues supone la
pérdida de la propia identidad leonesa. Seamos respetuosos. Al parecer éstos
eran representantes de una “ideología que vive momentos fúnebres”. ¡Nunca! el leonesismo social ha sido, y dada
su naturaleza sentimental puede ser, una
ideología. Ni siquiera el movilizado
políticamente es equiparable a ella. Tal sentimiento vivirá mientras haya
leoneses.
Esto es lo que me ha llevado a la siguiente reflexión:
El leonesismo del león rampante
En los primeros días del mes de febrero, en el Club de
Prensa de Diario de León tuvo lugar un Congreso de Literatura de Viajes,
percibido como un acto de connotación
políticoliteraria, pues lo promovía la Fundición Villalar, que, sabido
es, tiene como finalidad primera la creación de una identidad en la forzada
Comunidad hoy llamada Castilla y León,
en sus orígenes Castillaleón.
Recordemos que, para este nada bien
intencionado amancebamiento nominal,
requerían un pueblo único, de ahí el
esfuerzo homogeneizador hacia lo
castellanoleonés. Poco ha importado
que los leoneses mayoritariamente lo rechazáramos, ellos, los
autonomistas autonómicos, han seguido,
los leoneses en ésas están, y los leonesistas así lo manifestamos.
No es fácil comprender el posicionamiento, o manifestación
extrema del señor Gavela hacia el leonesismo.
Alude al social y capitalino, que lo entremezcla con el movimiento reivindicativo sociopolítico, y
el sociocultural. Y lo hace en este medio con un escrito titulado: “Lumpen
leonesismo”, a propósito de la protesta
popular ante el desembarco político de
la Fundación como patrocinadora del
evento citado.
Quienes en la calle, aquellos días, soportando el rigor
climatológico, bandera leonesa en mano mostraban su desagrado, su rechazo,
no al acto en sí, lo que él quiere obviar, sino a la Fundación, siempre dispuesta, y sin limitaciones económicas, cuando se
trata de cumplir sus fines fundacionales de enmascarar lo leonés en lo
comunitario castellanoleonés, y llegado el caso, castellano; algo exasperante, cuando menos, si se tiene
compromiso de “ser leonés”.
Tal postura, o mejor impostura, por tratarse de una
institución autonómica que encubierta por lo cultural, sin sutileza alguna ya, interviene en todo lo
nuestro: social, costumbrista,
tradicional, o sea lo básico, para ponerlo el sello castellanoleonés;
tal como preconizaba el profesor Julio Valdeón,
“sobre los valores sociales y no solo desde aspectos historicistas”, que
también, como enmarañadamente hacen,
añado. Es evidente que tal cosa crea
rechazo popular, y que éste no tiene
otra forma de expresión más expeditiva que, bandera leonesa en mano, corear los
que somos: leoneses, no castellanoleoneses y mucho menos castellanos. Y conste que esto de
reivindicar en público no le resulta fácil al pueblo leonés.
Lo de lumpen
leonesismo, se asemeja a un insulto, aunque para suavizar una posible “no mala
intención”, lo dejemos en una muestra
peyorativa, pero que toca de lleno a
quienes poseedores del sentimiento conocido como leonesismo, marginados sí, pero por el ente autonómico
que lejos de escucharnos como pueblo nos tilda de intransigentes, cuando lo
que en realidad hacemos, es vivir lo leonés y defenderlo con
la garra de nuestro león rampante.
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