8 de febrero de 2014

Fundación Villalar: Viaje con nosotros…

Un viaje hacia la nada


A través de lo leído, lo que sigue,  más que una pequeña crónica, es, con el grado de opinión,  un divertimento para desahogo y denuncia ante la amenaza que cada día se agranda más hacia lo leonés partiendo de los entresijos de la Fundación Villalar.


 La presidenta de ésta, bueno es decirlo,  atropelladamente, como huida, escamoteando su presencia en la calle, siguiendo una ruta bien estudiada, algo que pude presenciar, pudo entrar en la sala esquivando a los animosos leoneses, que,  contra viento y marea, y nunca dicho con más precisión,  dada la climatología adversa, con banderas leonesas y lemas de dignidad regional leonesa coreados, rechazaban de plano el desembarco “fundacional”.

 La gran aventura de viajar

Si hubiera estado en la mesa redonda del enlace, donde sé que no era mi lugar, por grande, pero sobre todo por mi rechazo a la Fundación Villalar, no me hubiera opuesto a un vuelo tan alto como se nos muestra. Vuelo en miras y en distancia  que abandona el suelo leonés, omitiendo nuestra primera obligación: conocer y dar a conocer lo propio, y luego llevar  en la mochila nuestro mejor bagaje leonés allá donde vayamos.  Lo malo es que estamos dejando que ésta nos la contaminen con el amancebamiento de lo castellanoleonés.

Lo leonés en poco más de dos puntualizaciones que veremos,  y que debió ser el leitmotiv aunque no entrara en los presupuestos de la Fundación, para estar vivo y activo,  apenas si asomó al escenario.

El editor y escritor Joaquín Alegre, puso el punto de mira en  autores  como Luis Mateo Díez, Julio Llamazares, Alfonso García,  aunque no centrado de pleno en cuestiones leonesas, dando preferencia a “visiones viajeras”.  Lo netamente leonés, cuasi silente,  quedó apabullado por los “altos vuelos” viajeros, pues así convenía a los planes de la Fundación autonómica que patrocinaba el Congreso con dinero de todos, incluso el de los leoneses que padecemos el ninguneo institucional.

Un dato positivo. Todavía hay autores leoneses, con prestigio y personalidad que no quieren entrar en el juego autonómico creativo de una forzada personalidad castellanoleonesa que nos destruye como pueblo diferenciado a los leoneses. 
Debo citar aquí con todo merecimiento a Julio Llamazares, que se negó a acudir a un encuentro tan postizo como inconveniente. Loado sea su coherente proceder. 

También es justo liberar a quienes laboralmente cumplían su cometido.

 No he podido leer que J.P. Aparicio hablara claramente de nuestro León, con un ápice de la garra que antaño solía poner en la defensa de lo leonés.

 El problema de León es que somos invisibles para nosotros mismos”, dejó dicho. Choca escucharlo,  pues, los leoneses, hemos viajado de generación en generación con nuestra propia identidad, toda una aventura defensiva ante el poder castellano, que no ha merecido  un mínimo respeto  por  la Fundación Villalar. Una institución autonómica organizadora del Congreso, aquí y ahora,  más por incordio que otra cosa, que se niega a admitir nuestra identidad  diferenciada;  y quienes tienen capacidad y hasta “obligación” de hacerlo,  para corregir desviaciones, se avienen, en una tolerancia inadmisible.

La invisibilidad de los leoneses, que ha señalado como un peligro, y grande,  es algo, añadió,  “que tenemos que arreglar como paso previo”. No sé para qué. 

Querrá decir que no nos vemos, que no nos reconocemos como pueblo, y ahí puede tener razón, y debemos acudir a aquello de “heridas, capturas, pugnas etc.”,  por él escritas,  hablando de una identidad que estamos permitiendo que nos borren, nos anulen;  he ahí la clave del error político de León y de los prohombres que lejos de asesorar, ayudar  y acompañar al pueblo, lo abandonan siguiendo el juego de otros que tratan de amancebarnos.

 No nos engañemos. Comprar voluntades es lo suyo, lo de la Fundación Villalar. Y en tanto haya quien siga mostrándose propicio a su juego estaremos entregándonos en cuerpo a sus manejos o participando en su dañino juego; aunque el espíritu, el de lo leonés, creamos que somos dueños de él, lo cierto es que cada día nos lo secuestran un poco más.



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