2 de diciembre de 2013

Juan Crisóstomo Torbado, ¿cobrando en especie?

Foto artística conseguida por Pepe Gracia

“SON LAS OBRAS LAS QUE PERDURAN”

He preferido encabezar estas líneas, nostálgicas pero exultantes, con una frase de un escrito de D. Juan Crisóstomo Torbado, arquitecto y leonés, leída y anotada por entenderla como  valiosa en la exposición que sobre su actividad profesional y restauradora, pudimos contemplar en el Palacio de la Poridad apenas iniciado el año 2001.

Por cierto, un montaje excelente y muy asequible en el futuro Museo de lo leonés o ¿de León capital?, según se decía, quedando en nada lo prometido.  Por lo expuesto, se podía apreciar la encomiable labor, poco o nada divulgada, que este artista, detallista, minucioso y metódico se impuso. Indudablemente nos ha dejado un bellísimo legado, una fructífera obra,  especialmente en nuestra Catedral.

Para que pudiéramos conocer con cierto detalle la figura de J.C. Torbado y su fecunda labor fue necesario que sus familiares, previamente, hubieran donado al Museo Catedralicio algo más que sus recuerdos, y que el Cabildo y el Ayuntamiento de León en el 2001, centenario de la reapertura al culto del primer templo leonés, después de una gran obra de reparación y reconstrucción en la que tomó parte activa Torbado,  se tuviera el genial acuerdo de mostrarnos quién fue y qué hizo, apenas hacía un siglo, nuestro paisano.

Finalizando el siglo XIX, Torbado tuvo oportunidad de contemplar las vidrieras cuando éstas, para su restauración, habían sido bajadas de sus ventanales. A las que pudo soplar, metafóricamente hablando, el polvo de los tiempos que, a modo de pátina dañina, campeaba sobre la historia relatada en tan hermosos cristales y a todo color.  

Aprovechó el momento para su estudio a la par que tomaba, más que apuntes o bocetos, magistrales dibujos rescatando formas y coloridos. 


El proceder artístico

Hoy hemos  podido leer, e interpretar, en Diario de León, que  a Juan Crisóstomo Torbado no le importaba cobrar sus trabajos como arquitecto en la restauración de la Catedral de León tomando algo artístico de valor, tal  como una  tabla del retablo de Nicolás Francés:


Pero no pongamos el énfasis en lo crematístico, había algo más profundo; lo que pasaba a ser de su propiedad, era estudiado a fondo, restaurado, o repetido.

De la exposición citada tomé unas frases de una carta suya que nos puede dar idea de su personalidad artística en la que volcaba su mejor sentimiento leonesista:

 Dicen que me convertí en el paladín del arte glorioso...he ejercido un leonesismo de trabajo inteligente o un inteligente trabajo de leonesismo... que sé yo... Son las obras las que perduran.


















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