Un leonés bien arraigado en nuestra cultura era Joaquín López-Contreras. Le conocí y convivimos nuestra etapa formativa en el Colegio de los
Agustinos. Después, por rumbos distintos, la relación sería esporádica, pero
siempre afable en los encuentros, no podía ser de otra manera dada su condición
de persona sencillamente cordial y generosa.
No trato de componer con estas
líneas un panegírico, no es este el lugar ni el momento, siempre he dicho que
en vida es cuando de viva voz o en letra impresa, se deben mostrar los afectos, y
si procede, en clave de lisonja, mostrar los mutuos pareceres.
En el borrador de un tercer libro en clave leonesista que estoy elaborando,
le tengo delicado un cariñoso recuerdo, eran momentos en los que se entrelazan
compromisos leoneses vividos a distinto nivel, según en qué ocasión. Pero antes de traer aquí una
pequeña transcripción de éstos, no puedo menos que rescatar, los más destacable
a mi entender, de lo dicho por Emilio
Gancedo en su adiós a este personaje que, en su haber, gozaba de elementos
culturales leoneses suficientes para que el puntilloso periodista de lo
cultural leonés, los haya venido a destacar. DL 10/12/2013
“Una de las personas que con más ahínco trabajó en el León contemporáneo
para hacer avanzar esta tierra, que ocupó puestos de responsabilidad en
instituciones claves para entender la cultura, la sociedad y el mundo económico
leonés…”
Como presidente de la Fundación Sierra Pambley, ésta, dice Gancedo, “recuperó su identidad y desplegó una
actividad socio-cultural de enorme intensidad, uno de cuyos momentos álgidos
fue la creación del museo en el inmueble que le sirve de sede frente a la
Catedral.”
Le califica como “elegante luchador a favor de León”, algo que comparto
plenamente.
Su amigo Antonio Gamoneda, premio Cervantes 2006, en el mismo medio y
página le dedica un emotivo recuerdo con líneas llenas de cariño, componente
máximo de una gran amistad, que no duda en mostrar con docta palabra el gran
literato:
“Cabe que haya seres humanos que son solamente ellos
mismos, que empiezan y terminan en sí mismos. Pero, afortunadamente, hay otros
cuya personalidad, cuyos actos y sentimientos se proyectan en el entorno
viviente, y este entorno les interioriza, les hace suyos, de manera que se
produce una comunicación profunda, una reunión profunda, mejor dicho quizá, que
sobrepasa los límites de la simple cordialidad. Joaquín López-Contreras, casi
sin proponérselo, con sencilla naturalidad, era una de estas personas.”
Un perfecto resumen de unas cualidades no fáciles de encontrar.
En la vertiente de la leonesidad de López-Contreras,
que es la que yo trato de acercar al lector, traigo un pasaje que, en el libro,
parcialmente autobiográfico, más o menos quedará así:
“La convocatoria
de una mesa redonda sobre el tema autonómico, causó en mí un doble interés. Conocer las opiniones de los participantes
era obligado en esos momentos preautonómicos, y, además, porque iba a tener
lugar en salones de los Padres Agustinos. Claro, en el nuevo Colegio en la
carretera de Alfageme, puesto que el otro, al que había asistido como alumno
más de diez años, en el centro de la capital, había sido derribado sin piedad,
en agosto de 1977.
Pero había otra razón que me motivaba, intervenía
también un condiscípulo, Joaquín López-Contreras, cuyo mensaje en el sentido
leonés y autonómico no conocía en detalle, pequeños apuntes sí, de los que venían
adornando su personalidad.
Tuvo lugar el sábado 25 de febrero de 1978. Y el domingo el periódico La Hora Leonesa, servía
la noticia bajo el titular: Animada mesa redonda en torno a nuestra posible
autonomía.
Promovida por la Asociación de Padres de Alumnos, la mesa estuvo moderada por el Padre Agustino
José Gutiérrez Álvarez, catedrático de historia en la Universidad de Madrid.
Intervinieron Cordero del Campillo, Antonio del Valle, Ubaldo Nieto, Roberto
Merino... éste como única voz
discordante en nuestros derechos, pues, según su parecer, ni teníamos región,
ni personalidad, ni identidad, ni…
Y he dejado para el último
lugar a Joaquín López-Conteras, no porque así fuera su intervención, ni en momento de actuación,
ni en importancia sus palabras, simplemente para cerrar este comentario con
algunas de sus ideas que yo suscribiría sin dudar: No le asustaba el término nación,
y consideraba como bueno el de región, aplicados a nuestro León, en función de lo que
fue, hoy es, y que otros quieren hacer olvidar.
Una región compuesta por tres provincias: Zamora, Salamanca y León...” Todo
me complacía enormemente…
Sirva esto como mi modesto
“hasta siempre” al condiscípulo, y, en especial, a un gran leonés culturalmente
comprometido.
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