Navidad Leonesa
Cultura o Costumbrismo
Cultura o Costumbrismo
Sin duda hubo una cultura leonesa. Aquélla que implicaba
a nuestros antepasados en el acontecer cotidiano. Pero, no es menos cierto que ahora seguimos teniéndola,
con las variantes lógicas de esa vida dinámica trepidante, y en consonancia
con los tiempos de tinte muy especial los autonómicos foráneamente
absorbentes, que siembran incertidumbre en las conexiones
revitalizadoras con nuestro pasado leonés más o menos mediato.
Formando parte de aquella cultura, dentro de su fluir vivencial,
no todo eran trabajos, luchas y compromisos serios; es indudable que, por
necesarios, estaban también los momentos lúdicos, los festivos, muy ligados a
los aconteceres religiosos, siempre mutables como la condición humana.
Con carácter festivo religioso, predominando esta
última condición, encontramos la Navidad ¡todo un mundo de dulces sensaciones! Familiares siempre, que en la actualidad, por aquello de la más fácil intercomunicación, se ve
adornada y hasta marcada por lo dimanante de otras formas de expresión,
de otras culturas. Pero nada se opone a que en rigor digamos que hay una
Navidad leonesa.
El pueblo leonés ha sabido cantar a la Navidad. O tal vez
mejor diríamos, ha vivido la Navidad interpretando canciones sencillamente
populares. En tal menester se ha acompañado de sencillos instrumentos, muchos
de ellos útiles del ajuar diario, lejanos en el uso, pero hoy tratados de
recuperar por grupos folclóricos. No en balde la música y la letra de los
cantares navideños fueron, y gracias a ellos siguen siendo, folclore vivo
leonés.
Relatan y nos evocan sus versos
entonados con marcada leonesidad, sencillas costumbres de antaño que nos
hablan de la fuerza de las tradiciones, con sabor a folclore leonés. Y sabido
es que, en esta faceta de lo cotidiano, se cuenta y se canta una realidad que
se vivía.
Nos han enseñado a cantar nuestros antepasados a ritmo de
villancico, en rondas callejeras con las paradas pertinentes, las peticiones
del conocido como aguinaldo; una costumbre bella y productiva para el
solicitante esa de pedir propinas dinerarias, sin desdeñar las que eran en especie, a golpe de sencillas y a veces
ingenuas canciones, por más que en otras fueran enormemente directas.
El árbol navideño, artificial o no, adornado hasta la saciedad
según los vaivenes de la moda de cada año, ésa que nos lanza a la compra de las variantes
ornamentales, es uno de los más extendidos argumentos globales de la Navidad
que sin duda comparte honor, cuando no desbanca al tradicional Belén o Nacimiento,
ampliamente difundido.
Y, en cuanto a nosotros, en connotación con lo leonés, el árbol amenazaba con sustituir a una pieza leonesa que calificaremos con el mejor de los elogios,
como ornamental, musical y literaria, aunque esto último sea dicho en clave
menor, que denominamos “ramo”;
cuyas esencias más puras han caminado como expresión y cántico popular, no
solamente por Navidad, sino que también para otros acontecimientos festivos,
con la lógica variante de cada caso.
Podríamos decir que el -ramo- es en lo material, en su modalidad más
ampliamente difundida en nuestros lares, un artilugio o soporte de madera
consistente en una base horizontal que sustenta un delgado tronco de madera
coronado por un triángulo del mismo material que lo completa; en este
supuesto tiene el conjunto una cierta reminiscencia esquemática y figurativa
con el árbol llamado abeto. Mas, también se adoptan otras formas, como la
rectangular...
Pero lo descrito, es simplemente el esqueleto, pues para que su
prestancia final alcanzara un especial
sabor, y cumpliera la misión encomendada, había que dotarlo de ornamentos según
el estilo al uso. Los adornos eran privativos de cada lugar, según gustos y
reminiscencias pasadas, pero siempre partiendo de elementales materiales como
telas, encajes, cordones; sin olvidar los productos perecederos como, como frutas, o rosquillas elaboradas
con amor repostero.
Una reflexión final a propósito de la Navidad
Quizá sea la faceta costumbrista humana, la que más aúne a las personas; concatenando ideas, propiciando en cierta manera los entenderes del mundo como si de la tan cacareada “aldea global” se tratara. Pero cuidado, puede no haber un verdadero acercamiento real entre los seres humanos, porque los poderosos no están decididos a compartir, aunque con el puro entre los dedos y una falsa sonrisa a flor de labios, actuando como Epulón, permitan recoger, acaso migajas, de una mesa de variedades y viandas, a los sufridos Lázaros.
Mi rincón leonés. Un pequeño ramo de finales del siglo pasado, con alguna variante actual.
Una reflexión final a propósito de la Navidad
Quizá sea la faceta costumbrista humana, la que más aúne a las personas; concatenando ideas, propiciando en cierta manera los entenderes del mundo como si de la tan cacareada “aldea global” se tratara. Pero cuidado, puede no haber un verdadero acercamiento real entre los seres humanos, porque los poderosos no están decididos a compartir, aunque con el puro entre los dedos y una falsa sonrisa a flor de labios, actuando como Epulón, permitan recoger, acaso migajas, de una mesa de variedades y viandas, a los sufridos Lázaros.
Bienvenidos sean los mejores deseos, aun cuando, y no siempre, sean de corta vigencia...
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