19 de mayo de 2018

Predicando el empoderamiento desde Podemos


No sólo yo, sino buen número de leoneses, más bien diría leonesistas, por estar, en cierto modo, más comprometidos con nuestra tierra, celebramos la llegada de los “Círculos” de Podemos a nuestro territorio leonés.  Toda vez que una esperanza de cambio y lucha popular por lo leonés se mostraba como anhelo, aunque  ya marchitada por el tiempo.

De modo especial en  la llegada a León capital. Aquí, hasta donde yo sé, y pude participar livianamente, se intentó el acercamiento para comprender la postura que hacia lo leonés, en el ámbito autonómico, dominaba en los Círculos.  Fue decepcionante, ya en origen. No estaba, en sus pretensiones tal postura, la defensora de la Región Leonesa, con derecho a autonomía propia que había que defender o mejor instaurar, en paralelo, claro está, con lograr salir del ente que nos engloba y aniquila. 

No se hablaba más que de empoderar al ciudadano. Así en general. Como si no tuviéramos los leoneses, constreñidos en un ente que no nos respetaba como pueblo, que poner en valor nuestra tierra bien diferencia. ¡Empoderarnos como Región no lo contemplaban!

Para ser más exactos, será bueno destacar que se logró una cierta comprensión en algunos miembros “destacados” en el Círculo capitalino,  bueno, era algo más complejo que no es necesario, desde mi punto de vista, señalar con nombre y momentos.

Hasta llegamos a proponer que se firmara el “Acuerdo por la Identidad Leonesa” que otros partidos habían suscrito en el 2000. Teniendo en cuenta que, una copia de este documento,  consta en los archivos del Procurador del Común, como fedatario. Y se pretendía dar al acto el boato que requería tal adhesión.
Un SI, inicial y sostenido un tiempo, se cerró con un No, decepcionante. 

Estábamos ante un movimiento político que en León, por las apariencias, sus miembros no preconizaban el “ser leonés” diferenciado y con el propio territorio regional. Obsérvese que no hablamos del paso siguiente: leonesismo. Eso era demasiado pedir.

Cuando desembarcaron en las Cortes autonómicas como procuradores, y Pablo Fernández, de León, alcanzó también el grado de “jefe” en el gran círculo autonómico. Se consumaron nuestros temores.

Esto no pude comprenderlo, y mucho menos digerirlo. Así lo he dicho por escrito, y de viva voz, en una o dos ocasiones que tuve posibilidad de hacerlo.  Reconducir su postura roza la imposibilidad. Han tocado poder y esto marca.  Y lo que es peor, parece que se van incardinando en los modos y maneras de la que ellos han venido llamando “casta”. Casta Política.

De modo personal, y fuera de lo netamente leonés, me ha preocupado la deriva que en el “Gran Círculo Nacional” ha habido entre sus miembros, movimientos que van tomando las apariencias al uso partidistas. Todo ello, claro está, porque hubo un tiempo en que simpatizaba “con la causa”. Y  así ahora, al pasar a comentar el asunto Pablo, Irene y el chalé, creo que puedo mostrar una de las razones de la decepción (sin olvidar lo leonés que siempre me preocupará de modo especial).  Veamos:

Las apariencias transforman las percepciones del  observador.

Un chalé, casa de invitados, jardines, piscina y accesorios, no es propiedad nimia, ni tan siquiera de normal patrimonio, más bien salta a la vista como de ampuloso vivir. No hablamos de comodidad, que, de ser necesaria para que el político descanse, tiene que estar también en la expectativa del trabajador, de no ser así ¿con qué tipo de ejemplo predicamos?

Hablamos de políticos  que se dirigen a las masas,  a la sociedad más sufridora para que reaccione y se empodere… ¿pero de qué?  ¿Tal vez para que se sature de ilusiones contemplando las “razones” vivenciales de los  privilegiados?

En tanto haya demasiados trabajadores al límite, el de la subsistencia, un político que se precie de luchar con y para éstos, no puede  manejarse con signos externos de privilegio, pues tal parece que está pasando de referirse a los trabajadores como obreros para tildarlos de “obrerío”, ni cuando están en desempleo,  ni cuando la gran mayoría malviven en el submundo del precariado.

No debe ser la política, para quien la practica, un arte para mejor vivir, en tanto haya sufridores, pues tal parece que la están tomando cual verdadero soporte de su triunfo. Lo malo es que esto parece ser norma generalizada.

Y aquí, en la Región leonesa,  participamos de todo lo nacional, o español si  prefiere decir, pero además tenemos nuestra territorialidad e identidad leonesas en entredicho, sin respeto constitucional, y por ahí debe empezar el empoderamiento que preconizaban en origen  y que su olvido ayuda un poco más en el camino hacia el precariado regional leonés.




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