No sólo yo,
sino buen número de leoneses, más bien diría leonesistas, por estar, en cierto
modo, más comprometidos con nuestra tierra, celebramos la llegada de los “Círculos”
de Podemos a nuestro territorio leonés. Toda vez que una esperanza de cambio y lucha popular
por lo leonés se mostraba como anhelo, aunque ya marchitada por el tiempo.
De modo especial en la llegada a León capital. Aquí, hasta donde
yo sé, y pude participar livianamente, se intentó el acercamiento para
comprender la postura que hacia lo leonés, en el ámbito autonómico, dominaba en
los Círculos. Fue decepcionante, ya en
origen. No estaba, en sus pretensiones tal postura, la defensora de la Región Leonesa, con derecho a
autonomía propia que había que defender o mejor instaurar, en paralelo, claro está, con lograr salir del ente que nos engloba y aniquila.
No se hablaba
más que de empoderar al ciudadano. Así en general. Como si no tuviéramos los
leoneses, constreñidos en un ente que no nos respetaba como pueblo, que poner en
valor nuestra tierra bien diferencia. ¡Empoderarnos como Región no lo contemplaban!
Para ser más
exactos, será bueno destacar que se logró una cierta comprensión en algunos
miembros “destacados” en el Círculo capitalino, bueno, era algo más complejo que no es necesario,
desde mi punto de vista, señalar con nombre y momentos.
Hasta llegamos
a proponer que se firmara el “Acuerdo por la Identidad Leonesa” que otros
partidos habían suscrito en el 2000. Teniendo en cuenta que, una copia de este
documento, consta en los archivos del
Procurador del Común, como fedatario. Y se pretendía dar al acto el boato que requería tal
adhesión.
Un SI, inicial y sostenido un tiempo, se cerró con un No, decepcionante.
Un SI, inicial y sostenido un tiempo, se cerró con un No, decepcionante.
Estábamos ante un movimiento político que en León, por las apariencias, sus
miembros no preconizaban el “ser leonés” diferenciado y con el propio territorio
regional. Obsérvese que no hablamos del paso siguiente: leonesismo. Eso era demasiado pedir.
Cuando desembarcaron en las Cortes autonómicas como procuradores, y
Pablo Fernández, de León, alcanzó también el grado de “jefe” en el gran círculo
autonómico. Se consumaron nuestros temores.
Esto no pude
comprenderlo, y mucho menos digerirlo. Así lo he dicho por escrito, y de viva
voz, en una o dos ocasiones que tuve posibilidad de hacerlo. Reconducir su postura roza la imposibilidad. Han tocado poder y esto marca. Y lo que es peor, parece que se van incardinando en los modos y maneras de la
que ellos han venido llamando “casta”. Casta Política.
De modo
personal, y fuera de lo netamente leonés, me ha preocupado la deriva que en el
“Gran Círculo Nacional” ha habido entre sus miembros, movimientos que van tomando las apariencias
al uso partidistas. Todo ello, claro está, porque hubo un tiempo en que simpatizaba
“con la causa”. Y así ahora, al
pasar a comentar el asunto Pablo, Irene y el chalé, creo que puedo mostrar una de las razones de la decepción (sin olvidar lo leonés que siempre me preocupará de modo especial). Veamos:
Las apariencias transforman las percepciones
del observador.
Un chalé, casa
de invitados, jardines, piscina y accesorios, no es propiedad nimia, ni tan
siquiera de normal patrimonio, más bien salta a la vista como de ampuloso
vivir. No hablamos de comodidad, que, de ser necesaria para que el político descanse,
tiene que estar también en la expectativa del trabajador, de no ser así ¿con
qué tipo de ejemplo predicamos?
Hablamos de
políticos que se dirigen a las masas, a la sociedad más sufridora para que reaccione y se empodere… ¿pero de
qué? ¿Tal vez para que se sature de
ilusiones contemplando las “razones” vivenciales de los privilegiados?
En tanto haya
demasiados trabajadores al límite, el de la subsistencia, un político que se
precie de luchar con y para éstos, no puede
manejarse con signos externos de privilegio, pues tal parece que está
pasando de referirse a los trabajadores como obreros para tildarlos de “obrerío”,
ni cuando están en desempleo, ni cuando la
gran mayoría malviven en el submundo del precariado.
No debe ser la
política, para quien la practica, un arte para mejor vivir, en tanto haya
sufridores, pues tal parece que la están tomando cual verdadero soporte de su
triunfo. Lo malo es que esto parece ser norma generalizada.
Y aquí, en la Región leonesa, participamos de todo lo nacional, o español si prefiere decir, pero además tenemos nuestra
territorialidad e identidad leonesas en entredicho, sin respeto constitucional,
y por ahí debe empezar el empoderamiento que preconizaban en origen y que su olvido ayuda un poco más en el camino hacia el precariado regional leonés.
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