Las manecillas del reloj del tiempo avanzan inexorables. A los
leoneses, y con razón, de modo especial nos deben preocupar las autonómicas.
Nadie debe pasar por alto que estamos perdiendo punch
socioeconómico regional leonés, tanto en el cómputo triprovincial, como por
unidad provincial. Sufrimos una amplia sangría de habitantes y medios, sumidos en
el ente autonómico al que nos adscribieron contra la voluntad popular.
En el más importante medio moderno de difusión, si así se puede
entender, aludo a internet, los leoneses, todos los que así nos consideramos,
vagamos por este medio, más o menos
activos, reforzándonos diariamente con críticas al ente autonómico,
proponiendo, o diciendo hay que… cuando la realidad más pasmosa nos dice que los triprovincialmente leoneses, en gran proporción siguen en un insulso pasar que adormece nuestra personalidad leonesa.
Este atolondramiento nos aboca a dos equívocos. Uno hacia fuera, interpretable
como señal de transigencia cuando no de aceptación del estatus autonómico que
vivimos con la facción castellana; lo que explotan los dirigentes autonomistas.
Y otro, la propia interiorización de
que el “ser leonés”, a fuer de innato,
ahí está a salvo. Esto último, a mi criterio, en el mejor de los supuestos, pues no faltan quienes ni tienen clara su
personalidad leonesa, ni indagan, ni están demasiado proclives a vivir la
leonesidad.
Cómo llegar a éstos, los indecisos o los despreocupados, es pregunta
clave que vengo formulándome, y he llegado a lanzar en este medio en muchas
ocasiones, siempre sin alcanzar un debate con positividad constructiva o indagadora.
Nos perdemos, con demasiadas variantes, por las ramas; o con posturas de firmeza extrema. No faltando
la indiferencia, aún más preocupante.
El citado pasar, dejar ir hacia la indiferencia lo que para la personalidad leonesa supone la
superposición castellana, siempre preconizada desde el ente autonómico; que de
no cortarlo en las urnas, no tardaremos en ser lo que los autonomistas que nos
dirigen se proponen, sumiéndonos en lo
castellano, o castellanoleonés no menos dañino.
Tengo el convencimiento, a tenor de lo expuesto, que los leoneses
somos nuestro principal enemigo. No fácil de asumir, pero que, con total
naturalidad, hemos de admitir para ir en busca de la reacción
subsiguiente.
El voto ideologizado, suma
de colores o manos, que mayoritariamente
se deposita en las urnas, es, de forma aplastante, más numeroso que el
colocado en las urnas políticas leonesistas. Que hay que romper esa inercia votante, es
condición indispensable que hemos de asumir. En
cómo revertirla en favor de las opciones
leonesistas, las existentes o alguna nueva, ha de ser prioritario, ¡pero
ya!
Movernos políticamente con autoridad en las Cortes autonómicas, con el mayor número de procuradores que nos den firmeza, es paso previo para hacernos valer como Región Leonesa, en convivencia transitoria, y salir del ente usando los medios constitucionales que nos asisten.
¿A qué esperamos los leoneses? ¿Acaso a que se cumpla el más clamoroso de los
augurios? Entrar en otro cuatrienio de aún mayor decaimiento es un suicidio identitario
regional leonés.
* Tema en preparación. Las tres Diputaciones
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