17 de febrero de 2017

PODEMOS, conjunto subconjunto

Sin poder confirmarlo, pero creyendo en ello, por qué no, a Flaviano, (una figura importante en nuestros aluches) tal como he oído contar, durante una etapa de trasvase a la actividad deportiva de lucha libre, más bien de exhibición, participó en veladas importantes en Vistalalegre. 

Sobre aquel coso, hoy pabellón multifunción, PODEMOS iba a celebrar un encuentro de importancia vital, de momento para ellos,  al que denominaron “Vistalegre II. ¿León tenía voz?, porque lo nuestro, fuera de los aluches, es ir de perdedores, nos falta iniciativa, empuje, y cuando tratamos de reaccionar ya no han llevado al huerto
.

En la distancia, me parecía una reunión formulada a modo de Congreso, usual en otros partidos, en la que  en cierta manera participé,  aunque no fuera más que por aquello de querer estar vivo como ciudadano, ése que busca empoderarse según promesas de PODEMOS. ¿Vana ilusión?

Resultaba un acto muy mediático del que todos pudimos ver imágenes generales, panorámicas, y con detalle otras  de particular importancia. Sin voz opinante, pero sí con sonido ambiente, voz popular y de los dirigentes principales, todo en conjunto, puede que por semántica tan sólo, me trajo a la memoria lo de los conjuntos en matemáticas que hube de “estudiar,” años ha, por imperativo auxiliar a mi hijo.

Vistalegre II acabó con el resultado por todos conocido, el triunfo del proyecto de Pablo Iglesias, personalmente muy aclamado. Pero, ¡atención!,  mucho más cuando escenificaba un fuerte brazo con Íñigo Errejón, el aspirante que perdió algo más que “a los puntos”.



Aprovechando este simil pugilístico añadiré que, el vencido,  no levantó el brazo victorioso de Pablo. En su rostro, en ocasiones lívido por la presión y el estupor de su distancia perdedora, nos mostraba cuánto le incomodaba el resultado. Pero si algo más transmitía su joven imagen,  era que, además de fajador, apuntaba maneras de buen encajador; mantener careto impávido es un arte,  la inalterabilidad requiere tablas.



La confrontación Pablo / Íñigo, o viceversa, al menos en días anteriores y en los prolegómenos, si llegó a tener visos de ser “de poder a poder”, en principio hasta podía parecer plausible, pues ambos, por su cargo,  gozaban de él en la formación; pero la fuerza, o el peso del “aparato” del partido estaba del lado del líder principal, señor Iglesias. Dato  que no es novedad en la vida política de los partidos.


En los “tendidos”,  los asistentes, ya desde primera hora, coreaban entre palmas bien acompasadas: ¡unión!, ¡unión!... También los dirigentes. Y aquí me surge una duda, ¿tal solicitud era voceada  por pura convicción de los asistente inscritos, fruto de la cómplice transversalidad tan anunciada?, o ¿los eslóganes a corear estaban estudiados  por los jóvenes profesores dirigentes?  Esto es: ¿Hubo  o no dirigismo al respecto? Porque una respuesta afirmativa a esto último rompería la carga de expectativa emocional que contagiaba.

El público, ellos y ellas como les gusta decir en la formación,  de entrada todos morados por el color de PODEMOS, venían a ser los elementos componentes del conjunto. El gran aro simbólico de la formación, surgiendo del  reminiscente redondel de pasadas glorias taurinas, (Vista Alegre)  englobaba a cuantas personas asistían como miembros de Podemos, llegando a componer el CONJUNTO,  uniforme, por ser personas, y finito, por cuanto  podían  ser contadas.  El esfuerzo para ello no era óbice.

Mas, dentro del gran círculo, había al menos tres subconjuntos, los que aplaudían a Iglesias, los que coreaban Errejón y los más diferenciados anticapitalistas de Urbán. Ya tenemos así la composición matemática asimilable.

Por supuesto todo era más complejo, más allá de las personas movilizadoras y con capacidad de liderazgo, subyacían las propuestas organizativas, políticas, éticas… que por haber fallado el consenso para una puesta en común, cada grupo discrepante defendió las suyas; algo que no llegó a ser el choque de trenes congresual que algunos vaticinaban. No fue así, y creo que no por cuestión tan sólo de saber guardar las formas, que también,  quiero creer que nadie estaba dispuesto a que fallara la democracia interna, ¿o me equivoco?, sin olvidar “la galería”.

La  apreciación, o toque para mi vocación de leonés inamovible, estuvo en la contemplación del abrazo que Pablo Fernández, de León, propinó a Pablo Iglesias, ya triunfador. Quienes me han leído  saben que siempre consideré a Fernández nada proclive a lo leonés diferenciado, sin positividad leonesa, y además ahora por su posicionamiento autonómico, ése que precisamente le otorga cierto grado de fuerza especulativa, y un grado de reconocimiento dentro de la formación, más ausente.

Observe el lector  que le he colocado como “de León, pudiendo haberle citado como leonés. Pero no lo puedo encajar como tal. En las páginas 51/52 de mi libro “La Lenta Agonía de la Identidad Leonesa”,  he dejado escrito un sencillo matiz diferenciador de ambos supuestos, aplicable a muchos, por supuesto.


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