10 de febrero de 2017

Plaza del Grano, destruir el pasado...

...Puerta Obispo, un espejo.

La histórica Plaza del Grano está en peligro. Lo estuvo la emblemática casa porticada, esquinada y bella, que si hoy perdura es gracias a la movilización defensiva popular, consiguiendo que su figura exterior siguiera resultándonos familiar, acogedora  y parte vital de la misma plaza.


Viene de años el empeño por modificar el suelo empedrado. Hoy, ayer mejor, alguien desde el Ayuntamiento capitalino volvió a la carga. Se iba a mantener la misma superficie en metros cuadrados, pero al suelo, decían para tranquilizar, al canto rodado que tapizándola recuerda el mejor de los acabados de su época, ése que el tiempo con su pátina de verdín nos habla de vida y da vistosidad a cualquier fotografía,  pretendían levantarlo, y, toscamente dicho, pero con intención, hormigonando con canto a continuación para “modenizar” la plaza.

Ante la repulsa, se habla de drenaje, como si nunca hubiera llovido sobre ella. También de facilitar el tránsito por aceras más anchas, de hasta tres metros, y ahora ante el impacto y oposición vecinal, hablan, y muestran planos, para dejarlas en 1,50 m.

Lo que más me sorprende es el desbordado interés por emplear dinero de todos, y no poco, en una remodelación que alguno desea, a pocos le resulta indiferente y a muchos descoloca e irrita. No en balde es un espacio tan genuinamente medieval que además de disfrutarlo recordando, sorprende al turista y revaloriza un pasado, ése que, la “mano negra” de la que siempre hablamos, al menos los leonesistas, y no es para menos, puede estar en el meollo de la cuestión, aun cuando muchos de “nuestros" políticos se bastan y sobran para ello.

Tengo la dolorosa impresión de que en el Consistorio, nadie ha sabido apreciar la buena disposición ciudadana, el compromiso técnico y dedicación personal ofertándose para la conservación y recuperación, con escaso coste,  mediante el concejil y tradicional sistema leonés, el de “hacendera o facendera” con mano de obra del pueblo. Hay muchos comprometidos a ello,  sin faltar  técnicos y expertos en tales menesteres dispuestos a participar en  tal cometido. 


 Pero no, el Ayuntamiento contrata, los ejecutantes meten maquinaria pesada para las labores de la obra y a su paso van destruyendo pavimento.  No sé qué especie de Patrimonio, institución y expertos, propiciaron el placet,  dieron luz verde semafórica, o sea de paso... ¿para otros coches?

Cuando cito estos vehículos, lo hago con el recuerdo de los veintitantos matriculados en León en la primera década del siglo pasado. Entre ellos  el automóvil de Fernando Merino, del que mucho se ha hablado en connotación con Puerta Obispo. Nadie ignora lo relatado al respecto, cuando al parecer no cabía por el exiguo portón, y no faltaron ediles dispuestos a destruirlo, corría el año 1910, para que el prócer pudiera pasar ufano y entrar en una ciudad que se le rendía. Fuera por él sólo, por otros más,  o por mandato del “progreso”, Puerta Obispo fue destruida. 


Si se hubiera mantenido, cuidada y  visitable, junto al alto pasillo del obispado hacia la Catedral, sin pegotes adyacentes, el tráfico rodado subsiguiente no habría causado el reconocido deterioro,  sumado a los años,  de las inmejorables vidrieras. Después hubo que suprimir la circulación rodada, pero el daño ya estaba hecho,  y nos costó sudor y lágrimas que nuestro vitralista, Zurdo, pudiera recomponerlas, por cuanto tenía la zancadilla de la Junta (Patrimonio) siempre presta a molestar.

Sobre Puerta Obispo, dice Carlos J. Ramírez en un buen trabajo de recolección de datos y fotografías, publicado en iLeón: “Aprovechando que la zona era una especie de Frankenstein patrimonial”, por aquello del adosamiento de construcciones, “el Ayuntamiento se empecinó en ponerle fin a todo. Y utilizó todo tipo de métodos para ir convenciendo a la población”.
Esto último, lo destacado en negritas, que me he permitido, viene a ser como una repetición, un mismo proceder una centuria más adelante, y unos métodos políticos, que hoy nos hacen sonar en los oídos del pueblo quienes están instalados en el Consistorio, con mando unos,  en la oposición otros. Lo que ellos piensan y deciden (sí, ya sé que han consultado a Patrimonio)  a nosotros nos toca asumir sin aspavientos.
Digo aspavientos, por aquello de andar con cuidado al manifestarse en la plaza, en plan guardián, o colocándose ante la maquinara, pues te pueden aplicar la ley “mordaza”,  que el PP ha puesto en vigor. Es el partido del señor alcalde, que en este caso está callado, manda a los ediles y a los técnicos a dar la cara (y poco), y él, puede que tomando nota del proceder de Rajoy, usa el silencio, y deja pasar el tiempo, que, al parecer, todo lo cura.

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