La
reflexión que hoy propongo al lector no debe pasar por ser una especie de rasgado de vestiduras,
si acaso un bien intencionado análisis de porqué la pulcritud en lo tradicional debe ser una constante, y que, desafiarla, romperla o alterarla no puede ser
gratuito. Innovar en temas de profundo arraigo requiere un gran
consenso, dentro de una justificada conveniencia, y aún así, en puridad, lo
mejor es persistir en lo que culturalmente, cual testigo, nos hemos venido
entregando los leoneses.
Cuando
apenas está iniciada la segunda década de siglo y milenio, las mujeres y
hombres de la Sobarriba consiguieron
traer a la Virgen del Camino a su tierra. Los dos Ayuntamientos del Voto,
hubieron de emplearse a fondo para conseguirlo, todo un mérito sin duda; pero
no sin tomar una decisión que chocaba con la tradición que marcó la Hermandad
de la Sobarriba mediante Ordenanzas y compromisos organizativos procesional y
romero.
Veamos
y valoremos como en tal coyuntura se daban dos circunstancias contrapuestas en
cuanto a poder vanagloriarse de ellas en el futuro, por más que una suponga un
hito, y la otra alcanzará distinta calificación.
Era
la primera y más importante: Traer a la Virgen del Camino a la tierra para
la que siempre pidieron su protección.
Puede que su humildad le hiciera ver al pueblo sobarribano como una intromisión
en su buen quehacer romero para el traslado de la Madre Dolorosa del Camino hacia
la capital, hasta el mejor de los templos, a la Catedral, pedir ahora ellos, hombres y mujeres de esta parte de los pagos de Tierra de León, traerla
a sus propios lares.
Y la
segunda: Romper la tradición secular de
bajar a la Virgen del Camino a hombros, en marcha romera, con los pendones
al viento, rezos y cánticos. Todo un costumbrista y documentado acontecimiento
al que no se debió renunciar. Y así, al tiempo que se cumplía aquél deseo anhelado siempre, a todas luces
merecido, con la mejor de las
intenciones caían en el error de romper
sus antiguas Normas, al traer a la Madre Dolorosa del Camino en un furgón, escondida a los ojos de todos los leoneses por
el tradicional Camino, hasta el momento de alcanzar esta tierra, justo en la pequeña localidad de Valdelafuente.
Mas,
hay otro dato añadido con el que no contaban, seguro, y que lo
coloco en el “haber” de la jerarquía eclesial de esta diócesis de León:
La imagen de la Virgen del Camino traída a
la Sobarriba el día 9 de junio de 2013, no ha sido a la que La Hermandad de la
Sobarriba primero, y luego los depositarios del compromiso de aquélla, los dos
Ayuntamientos del Voto, han hecho siempre sus ofrendas, y traída a León en rogativas; ¡NO!, ha sido una copia conocida como La Peregrina que también custodian, en
sus dependencias, los PP Dominicos.
¿Cómo
interpretar la negativa de acceso de los sobarribanos a la imagen de la Virgen del Camino de siempre,
la que presidiendo el altar mayor del retablo de su Santuario ha recibido sus
ofrendas seculares? Yo lo interpreto como una rebaja en el rango que al proceso
de traerla a la Sobarriba se le otorgaba a los Ayuntamientos del Voto, desde
“altas instancias eclesiales leonesas”.
¿Acaso
la Virgen del Camino iba a esconderse para quienes han suplicado, arropado y
procesionado su imagen, siempre? ¡Siempre! Al tomar tal decisión, en bien poco se ha estimado el valor del
secular esfuerzo de la Sobarriba en tan hermoso menester.
Si como
he creído entender se ha alegado un cierto mal estado en la “estructura”
corporal de la propia imagen, no sé qué tipo de restauración la hicieron poco
tiempo atrás. Podemos entender que es una imagen del siglo XVI, que se ha de
cuidar con esmero, pero la ocasión de traerla hacia la Sobarriba, para
cumplimentar un deseo, y agradecer la fidelidad sobarribana a la Madre Dolorosa
del Camino, fe tan antigua como la imagen tallada, la petición debió haber sido
atendida como la mejor de las gracias, en
honor a méritos contraídos.
Y que
no nos hablen del valor del empeño espiritual, que también, y así lo valoramos,
pero los gestos cuentan, y mucho, pues elevan el ánimo de la feligresía al tiempo que refuerzan la tradición. Los Ayuntamientos del
Voto, entiendo yo en razón a lo expuesto, no
debieron aceptar traer una copia de la Virgen, ni mucho menos tomar la decisión de traerla en un furgón, máxime
cuando, ambas cosas, significaban la ruptura de una tradición
secular leonesa. En su descargo debo añadir, empleando palabras que parten
del corazón, que aceptando traer una imagen de “La Señora de la Sobarriba”, que
en el Santuario les ofrecieron, daban muestra una vez más de su humildad como
pueblo en tal menester.
De lo
que pude ver en Valdelafuente, cuyos pagos mejor he conocido y paseado, en la llegada,
una vez que ya estuvo a hombros de ambas corporaciones municipales la imagen de la Virgen del Camino, “La
Peregrina”, sin baldaquino, destacaré:
La sencilla
ceremonia, pero de gran emotividad ante la iglesia, dónde en andas y a hombros locales esperaba el titular San Juan Bautista.
El
pueblo congregado cantando el himno a la Reina del Pueblo Leonés. La imposición
de la Insignia de la Sobarriba a Santa María del Camino, por los Ayuntamientos
del Voto, acompañada de una bella, emocionada y alusiva lectura por el gran
sobarribano, Antonio Barreñada.
Los pendones al aire poniendo su mejor nota de color. Las cruces parroquiales refulgentes como
nunca. Las capas pardas de Paradilla recordando
su valor cofrade. Más la Banda de Música de la Cofradía de Angustias y Soledad
acompañando el gran momento para la historia de esta tierra, con sus cuidados
sones, sencillamente admirable.
Mi felicitación
a todos los organizadores, algunos de ellos amigos, a los que pude transmitírselo con un efusivo abrazo.
En este enlace se puede ver el vídeo
No hay comentarios :
Publicar un comentario