La JMJ, un multitudinario encuentro de motivación organizativa religiosa, que a la juventud de muy diversos países pareció encandilar, de ahí su afluencia masiva, tuvo también detractores por lo tocante a lo económico, precisamente en estos momentos que hay verdadera hambre, especialmente en el llamado tercer mundo. Sin olvidar el excesivo boato que la jerarquía católica gusta de imprimir a sus actos, que chirría incluso en muy buena parte de la nómina de los creyentes.
Volvamos al Nazareno y a la Cofradía del Dulce Nombre. Precisamente este año 2011, la Hermandad celebraba el IV centenario de su fundación, y se les presentó la enorme posibilidad de que el Nazareno formara parte de los pasos, más representativos, que habrían de participar en el magno Vía Crucis del día 19. Así fue, seguro que no sin el decido empeño de sus dirigentes, dicho así para no significar a nadie en especial, que pusieron de este modo un fabuloso broche a sus actos.
El paso, al decir de las crónicas, resultó muy visitado y admirado en Madrid, y debo decir que me ha sorprendido no escuchar alguna voz citando al Cireneo, como obra de Víctor de los Ríos; sí ya sé, es “personaje secundario”, pero a su autor, al imaginero le debe mucho la Semana Santa leonesa, incardinada de siempre en nuestra cultura, en nuestras tradiciones, y probablemente no supimos agradecérselo en vida.
La figura del Cireneo, fue dotada, en origen, de un sayal de tosca tela marrón franciscano, no era de los Ríos muy amigo de dejar de ajustarse a la verdad de las cosas, pero sería años después sustituido por otro, “adornado” sin necesidad, en terciopelo y bordado ampulosamente. Se puede ver el contraste en ambas fotografías. Si bien el nuevo deja cuello, parte de la espalda y hombros al descubierto, igual que el primitivo, tal vez para no ocultar la parte del torso de un hombre fuerte que el autor trabajó con esmero.
El día 20, en la Vigilia de Oración con los jóvenes peregrinos, más de un millón se dijo, en el aeródromo de Cuatro Vientos, donde el escenario montado, además de caro, parecía suponer un derroche de ingenio, hubo un signo en forma de viento, que se llevó hasta el blanco solideo papal, y la lluvia generosa de una espectacular tormenta lavó a los allí presentes. ¿Fue una señal o un capricho de la naturaleza? Puede que esta elucubración suponga quedarme en lo anecdótico… aunque tal vez no lo sea tanto.
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