9 de febrero de 2015

¿Quién se empodera?


Desde hace un tiempo, he venido haciendo un seguimiento de PODEMOS, digamos mediático como método elemental, por cuanto se trataba de una nueva formación política. Me parecía muy interesante como conjunción popular, el pueblo por el pueblo, de círculos ciudadanos que me recordaban nuestro Concejos, modelo de participación vecinal democrática. Muy útiles para la vida comunal.

En los Círculos, como forma participativa ciudadana, disconforme con la trayectoria política (plural) de España, a la clase política dirigente se empezó a denominarla “la casta”, o para ser más exacto a otorgarla así un cierto tufillo peyorativo. Se cuestionada su proceder, a la par que se hablaba de poner un especial empeño en frenarla. Pero a todos por igual, sin matices.

En los círculos más entrenados  llegó a primar un valor específico, o las voces a sonar más conjuntadas, la gran diversidad se posicionaba por tonos de voz: Círculo Sectorial Estatal, Empleados Públicos, Claro que Podemos (Pablo Iglesias), Círculo de Enfermeras…

Y empezaron a tomar posiciones,  o si se prefiere a liderarlos, mujeres y hombres, ciudadanos, cuyos nombre son ya conocidos, y que surgieron primero como candidatos y luego por haber sido elegidos en las “urnas”.  Y empezaron desde sus puestos a lanzar su voz,  pues ciudadanos interesados en ello emitieron su parecer en forma de voto electrónico.  Y ahí tenemos a PODEMOS, con el líder supremo Pablo Iglesias, como estadio nacional, con personas que accedieron al CC, al mando central,  desde distintos lugares. Muy esquemático pero creo que suficiente, a modo de entradilla.

En León, capital y provincia, no faltaron quienes de forma decidida se incorporaron al movimiento Podemos, y eso llevaron como mérito en su haber; pero sin tener en cuenta lo que debió significar, ya en origen, su representatividad como miembros de un pueblo, Pueblo Leonés, maltratado  políticamente desde los inicios autonómicos, tanto en lo social como en lo económico, sin olvidar el intento de anulación identitaria. ¿Acaso el sentimiento del “ser leonés”, no ha formado nunca parte de su motivación?   ¿O es que ni una brizna del sentimiento leonesista  les ha alcanzado?, ése que está fuertemente arraigado en los leoneses, como es natu ral dado el origen. ¿O no conocen la leonesidad?,  la que “imprime carácter”.

Si su respuesta era no a estas últimas dudas, mal empezábamos.  Tal como se ha podido comprobar, unilateralmente, de forma insensible, no han sabido  captar el sentir leonés, nada de cuanto ha sucedido aquí negativamente, fácilmente de asimilar leyendo y escuchando, lo han querido plantear en CC de Madrid, en el que  “tenemos” los leoneses un representante generalista, ciudadano global al parecer, o de amplio espectro, que deja diluir su origen y sentimiento de pertenencia al terruño, sin abrazar al ciudadano más próximo, para enlazarse supuestamente con el extraño.
 
La frase empoderarse (el ciudadano) vale para todos menos para los leoneses, que han de ser condenados a la despersonalización diluida en la castellanidad, o como apéndice de ella. 

Y en ésas estamos cuando se anuncian los procesos municipal y autonómico. Si no se sienten leoneses, o no les importa ser castellanoleoneses por imposición política, su encaje en el ente que promociona esto, puede ser perfecto con visión autonomista castellana, pero eso sí, pasaran a engrosar la lista de los  que pretenden sojuzgar al pueblo leonés. Así lo proclamamos ¡luego existimos!
 
Pablo y Sofía, en las elecciones internas de Podemos, Municipales y Autonómicas que se avecinan, figuran en los primeros puestos, de modo que la aceptación de lo castellanoleonés está asegurada. Otro daño a  lo leonés se cierne sobre nosotros. Si no han sabido, o querido escuchar a sus conciudadanos hoy, están situándose en el lugar idóneo para  no escucharlos mañana;  pero eso sí, llegado el momento, con gran osadía,  nos pedirán el voto.

Ninguno de los tres candidatos a una supuesta Secretaría General de Castilla y León, en los comicios internos, ha hecho la más mínima alusión a esta Comunidad como impuesta, cuando, precisamente, desde el más alto estamento nacional en su día, ocupado por el muy bien “encastado” político Martín Villa, se forzó la misma.


Pablo, el de León,  bien arraigado en Podemos, al lado de su tocayo, el gran líder, parte como favorito; se pone como meta en las elecciones autonómicas venideras echar al PP,  lo que viene a sonarnos como un “quítate tú que me pongo yo”, todo un programa de intenciones. La “casta” ignora a los leoneses con identidad diferenciada, y ellos, los Podemos de León intentan sentenciarlo sempiternum.

“Reconstruir y Reconquistar” ha dicho Pablo Fernández, tal como si fuera a asumir el papel de nuestros monarcas “reconquistadores y repobladores”; y  reconstruir lo podemos asimilar a repoblar, lo que bajo su ingrato planteamiento sería: ¡Ea!, todos castellanoleoneses.

El salmantino,  Fernando Gil, también quiere reconquistar, en su caso derechos ciudadanos, tirando de “sensatez y sentido común” y “de respeto a la libertades”. Ignoro si dentro de su condición de salmantino incluye el más general o “global” de leonés; y lo de libertad es para otros, los que nos quieren fagocitar; la nuestra, la de los leoneses, es tolerar amortización u olvido, lo podemos deducir de la consideración final en su “programa”: Acabar con la situación tan negativa en la que se encuentra el Pueblo CASTELLANO-LEONÉS. El guión parece que diferencia, pero el singular de pueblo unifica.  Progre, para “acabar con la situación negativa”, ¿cuál,  la de los ciudadanos a los que el ente no es capaz de fusionar? ¿O la de los leoneses en particular malmetiéndoles en una identidad autonómica?  Ambiguo, cuando coloca el guión. Y conservador para mantener un solo Pueblo, no importa que sea impuesto. Toca todos los palos, como se puede ver, ¡menos salvar lo leonés!

José Alberto Rodríguez es vallisoletano, estoy casi seguro que, como castellano, no encajará para sí la condición impuesta por el ente, ésa de castellanoleonés; pero que, en todo caso, sí  la dedicará a los de León como enlace y amarre. Cosa curiosa  habla de reflejar en su candidatura, “la diversidad de la Comunidad con presencia de todas las provincias, y los candidatos como representantes del ámbito rural en cada una de ellas”. ¿Una transversalidad castellanoleonesa señor Rodríguez, sin matices, a la pata la llana?

Pablo, el de León, intentará conseguir, bien avalado por el estamento central y  una vez ratificada su candidatura interna,  que Podemos sea en Castilla y León “la bandera de cambio de este país para iniciar una regeneración democrática”. Algo así como que  la “cuartelada” bajo la que el ente se asienta, con él o ellos  sea manejada cual símbolo nacional, la etérea Castilla, nominación con la que más de uno ha pretendido largos lustros representar a España.


Así las cosas, aparte de que los leoneses somos nada más que moneda de cambio, o nos tratan como la falsa moneda, fácilmente se llega a una conclusión: son éstos, los nuevos asimilados a políticos,  ¡quienes buscan empoderarse!

1 comentario :

  1. No se puede hablar mas claro, lastima de pueblo nuestro siempre sometido por políticos que solo buscan el sillón.

    ResponderEliminar