Desde hace un tiempo, he venido haciendo un seguimiento de
PODEMOS, digamos mediático como método elemental, por cuanto se trataba de una
nueva formación política. Me parecía muy interesante como conjunción popular,
el pueblo por el pueblo, de círculos ciudadanos que me recordaban nuestro
Concejos, modelo de participación vecinal democrática. Muy útiles para la vida
comunal.
En los Círculos, como forma participativa ciudadana,
disconforme con la trayectoria política (plural) de España, a la clase política
dirigente se empezó a denominarla “la casta”, o para ser más exacto a otorgarla
así un cierto tufillo peyorativo. Se cuestionada su proceder, a la par que se
hablaba de poner un especial empeño en frenarla. Pero a todos por igual, sin matices.
En los círculos más entrenados llegó a primar un valor específico, o las
voces a sonar más conjuntadas, la gran diversidad se posicionaba por tonos de
voz: Círculo Sectorial Estatal, Empleados Públicos, Claro que Podemos (Pablo
Iglesias), Círculo de Enfermeras…
Y empezaron a tomar posiciones, o si se prefiere a liderarlos, mujeres y
hombres, ciudadanos, cuyos nombre son ya conocidos, y que surgieron primero
como candidatos y luego por haber sido elegidos en las “urnas”. Y empezaron desde sus puestos a lanzar su
voz, pues ciudadanos interesados en ello
emitieron su parecer en forma de voto electrónico. Y ahí tenemos a PODEMOS, con el líder supremo
Pablo Iglesias, como estadio nacional, con personas que accedieron al CC, al
mando central, desde distintos lugares.
Muy esquemático pero creo que suficiente, a modo de entradilla.
En León, capital y provincia, no faltaron quienes de forma
decidida se incorporaron al movimiento Podemos, y eso llevaron como mérito en
su haber; pero sin tener en cuenta lo que debió significar, ya en origen, su
representatividad como miembros de un pueblo, Pueblo Leonés, maltratado políticamente desde los inicios autonómicos,
tanto en lo social como en lo económico, sin olvidar el intento de anulación
identitaria. ¿Acaso el sentimiento del
“ser leonés”, no ha formado nunca parte de su motivación? ¿O es que ni una brizna del sentimiento
leonesista les ha alcanzado?, ése que
está fuertemente arraigado en los leoneses, como es natu ral dado el origen. ¿O
no conocen la leonesidad?, la que
“imprime carácter”.
Si su respuesta era no a estas últimas dudas, mal
empezábamos. Tal como se ha podido
comprobar, unilateralmente, de forma insensible, no han sabido captar el sentir leonés, nada de cuanto ha
sucedido aquí negativamente, fácilmente de asimilar leyendo y escuchando, lo han
querido plantear en CC de Madrid, en el que
“tenemos” los leoneses un representante generalista, ciudadano global al
parecer, o de amplio espectro, que deja diluir su origen y sentimiento de
pertenencia al terruño, sin abrazar al ciudadano más próximo, para enlazarse supuestamente
con el extraño.
La frase empoderarse (el ciudadano) vale para todos menos
para los leoneses, que han de ser condenados a la despersonalización diluida en
la castellanidad, o como apéndice de ella.
Y en ésas estamos cuando se anuncian los procesos municipal
y autonómico. Si no se sienten leoneses, o no les importa ser
castellanoleoneses por imposición política, su encaje en el ente que promociona
esto, puede ser perfecto con visión autonomista castellana, pero eso sí,
pasaran a engrosar la lista de los que
pretenden sojuzgar al pueblo leonés. Así lo proclamamos ¡luego existimos!
Pablo y Sofía, en las elecciones internas de Podemos,
Municipales y Autonómicas que se avecinan, figuran en los primeros puestos, de
modo que la aceptación de lo castellanoleonés está asegurada. Otro daño a lo leonés se cierne sobre nosotros. Si no han
sabido, o querido escuchar a sus conciudadanos hoy, están situándose en el
lugar idóneo para no escucharlos
mañana; pero eso sí, llegado el momento,
con gran osadía, nos pedirán el voto.
Ninguno de los tres candidatos a una supuesta Secretaría
General de Castilla y León, en los
comicios internos, ha hecho la más mínima alusión a esta Comunidad como impuesta,
cuando, precisamente, desde el más alto estamento nacional en su día, ocupado
por el muy bien “encastado” político Martín Villa, se forzó la misma.
Pablo, el de León, bien arraigado en Podemos, al lado de su tocayo,
el gran líder, parte como favorito; se pone como meta en las elecciones
autonómicas venideras echar al PP, lo
que viene a sonarnos como un “quítate tú que me pongo yo”, todo un programa de
intenciones. La “casta” ignora a los leoneses con identidad diferenciada, y
ellos, los Podemos de León intentan sentenciarlo sempiternum.
“Reconstruir y Reconquistar” ha dicho Pablo Fernández, tal como si fuera a asumir el papel de nuestros monarcas
“reconquistadores y repobladores”; y reconstruir
lo podemos asimilar a repoblar, lo que bajo su ingrato planteamiento sería:
¡Ea!, todos castellanoleoneses.
El salmantino, Fernando
Gil, también quiere reconquistar, en su caso derechos ciudadanos, tirando de
“sensatez y sentido común” y “de respeto a la libertades”. Ignoro si dentro de
su condición de salmantino incluye el más general o “global” de leonés; y lo de
libertad es para otros, los que nos quieren fagocitar; la nuestra, la de los
leoneses, es tolerar amortización u olvido, lo podemos deducir de la consideración
final en su “programa”: Acabar con la situación tan negativa en la que se
encuentra el Pueblo CASTELLANO-LEONÉS. El guión parece que diferencia, pero el
singular de pueblo unifica. Progre, para
“acabar con la situación negativa”, ¿cuál, la de los ciudadanos a los que el ente no es
capaz de fusionar? ¿O la de los leoneses en particular malmetiéndoles en una
identidad autonómica? Ambiguo, cuando
coloca el guión. Y conservador para mantener un solo Pueblo, no importa que sea
impuesto. Toca todos los palos, como se puede ver, ¡menos salvar lo leonés!
José Alberto Rodríguez es vallisoletano, estoy casi seguro
que, como castellano, no encajará para sí la condición impuesta por el ente,
ésa de castellanoleonés; pero que, en todo caso, sí la dedicará a los de León como enlace y
amarre. Cosa curiosa habla de reflejar
en su candidatura, “la diversidad de la Comunidad con presencia de todas las
provincias, y los candidatos como representantes del ámbito rural en cada una
de ellas”. ¿Una transversalidad castellanoleonesa señor Rodríguez, sin matices,
a la pata la llana?
Pablo, el de León, intentará conseguir, bien avalado por el
estamento central y una vez ratificada
su candidatura interna, que Podemos sea
en Castilla y León “la bandera de cambio de este país para iniciar una
regeneración democrática”. Algo así como que
la “cuartelada” bajo la que el ente se asienta, con él o ellos sea manejada cual símbolo nacional, la etérea
Castilla, nominación con la que más de uno ha pretendido largos lustros
representar a España.
Así las cosas, aparte de que los leoneses somos nada más que
moneda de cambio, o nos tratan como la falsa moneda, fácilmente se llega a una
conclusión: son éstos, los nuevos asimilados a políticos, ¡quienes buscan empoderarse!
No se puede hablar mas claro, lastima de pueblo nuestro siempre sometido por políticos que solo buscan el sillón.
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