Reconsiderando:Concejo,
UPL. Círculo, PODEMOS
Si aquí, en León, uno se propusiera encontrar
similitudes en las dos formaciones
políticas epigrafiadas, no podría ir más
allá de la hipotética coincidencia: Concejo/Círculo. Aunque no siempre, los elementos dinámicos de estas
reuniones, las personas, en ambos supuestos se dispusieran en círculo para
tratar asuntos que afectaban al común local antaño, y al general
o nacional hoy; tal figura geométrica,
en cuanto a la colocación de los asistentes, así nos lo evoca. Ruego sea
considerada tal cosa como pura anécdota, si bien nos sirve como nexo, y permite cierta intención comparativa desde un fundamento tan
básico.
Por
razón de utilidad puede que, desde sus orígenes, la disposición circular fuera
la más adoptada en los concejos abiertos de las aldeas leonesas, la poca
concurrencia lo permitía y hasta lo aconsejaba, un excelente modo de “verse las
caras” los proponentes y los votantes.
En las reuniones
asamblearias de ciudadanos indignados, en plazas de distintas poblaciones, a imagen y semejanza de las de Puerta del Sol
en Madrid, a partir del 15M, centro y motor
discrepante de los comportamientos de los partidos políticos, surgirían
quienes adoptando como emblema el círculo, lo emplearían como la mejor manera
de presentar, al menos simbólicamente, los conciliábulos ciudadanos.
En éstos, o desde ellos, se trataba de hacer frente a las realidades sociales y
económicas de la nación, agudizadas por
una crisis interminable que azotaba al pueblo, y las élites políticas estaban
muy lejos de saber “controlar”, pero sí, bajo la premisa de austeridad, cargarla sobre
las espaldas de la débil ciudadanía.
En UPL,
la formación política leonesista, nacida después de diferentes ensayos de
otras, siempre opuestas a la integración de la región leonesa en el ente
autonómico, hoy llamado Castilla y León, se habló en sus orígenes de la figura
del Concejo abierto, donde los militantes tuvieran voz y voto. Es bueno
recordar que esas formaciones, cuyos componentes permanecían unidos mediante
una argamasa sentimental llamada leonesismo, hubieron de vestirse con
los ropajes de los partidos ideológicos al uso, para poder concurrir a las
elecciones en busca de poder controlar especialmente el sistema autonómico que
nos afectaba.
Esta
condición, la de partido político, no
dejó de hacerse notar en la vertiente directiva, y así la toma de decisiones de
todo tipo, empezarían a llegar a la militancia cada vez con mayor
asiduidad ya “cocinadas”. Los Estatutos estaban para ser modificados a
voluntad, los Concejos transformados en Congresos partidistas y los
estamentos establecidos constituirían el
llamado ”aparato”.
Sin duda en la
pirámide de éste, en la proximidad del punto todo poderoso, el Secretario General. Si bien no faltaban
quienes eran, por sus actuaciones directivas, “más papistas
que el Papa”, viéndose arropados a su vez por el estamento subyacente ocupado
por los corifeos, que a veces ni a eso llegaban, entrando en la condición de
palmeros. Y todo ello especialmente con el escandallo de lo político. Lo cual,
en verdad, no difería demasiado de los “organigramas” y “dedocracia”
de los grandes partidos.
Los
“militantes” de Podemos, reunidos en células denominadas círculos, donde, dicho
de modo sencillo, poder exponer razones, tomar decisiones, cual plebiscito permanente, creían percibir un
valor individual ciudadano que alguien asimiló a empoderamiento de dignidad
democrática, y que, sumado al de los demás componentes, codo con
codo, podía significar revertir el poder al pueblo. Renovación y
aires de esperanza.
Ilusionante percepción por el momento, hasta que el Gran Círculo, el partido, constituido
por los más avispados y dirigido por los más idóneos “ideólogos”, a quienes no sería justo tratar de escamotear
sus valores para ello, empezaron a tomar
decisiones. Sus planteamientos políticos, éticos, etc., serían asumidos y
nutridos electrónicamente por los ciudadanos; “los del codo con codo” y otros
esperanzados con la idea de ser y estar. Hoy
tengo dudas razonables de que estos últimos puedan sentirse empoderados, si es que en
algún momento lo pretendieron.
No
obstante su aire de renovación democrática ha revolucionado el cotarro, su gran
capacidad de convocatoria y eficacia
mediática son palpables; mantener la sinceridad es su obligación para con los
ciudadanos esperanzados, sean o no votantes suyos. Y la transparencia, no lo
olvidemos. Para satisfacción de los “militantes” espero no se
les bloquee el debate interno de ideas; pasando a servirles directrices y estipulaciones precocinadas
para, simplemente, calentar y tomar.
En León
capital, el círculo Claro que Podemos, en el
que muchos leoneses pusieron su
mejor atención para lo municipal y autonómico,
está encabezado por Pablo Fernández, quien goza del beneplácito del gran jefe. De cara a lo leonés, toma posiciones y
decisiones para no acercarse al sentimiento leonesista, compartir los
castellanoleonés… y no molestar a los castellanos. Las cortísimas incursiones verbales en la asunción de la “cuestión leonesa”, para
volver de inmediato a lo castellanoleonés, fueron todo un ejercicio de
inconsistencia, alejándose del compromiso con lo sociocultural que
nos es inherente como Pueblo Leonés.
A los leoneses nos harán descender un escalón más.
UPL, según trayectoria prolongada en el tiempo,
prestando poca, o, por lo menos, no la debida atención al “ser leonés”, sin hacer
verdadera pedagogía leonesista, incluso con puntuales actuaciones
contraproducentes para una mejor percepción del sentimiento, me duele tener que
admitirlo, como partido político en el plano autonómico corre el peligro de verse
anulado en las próximas urnas, precisamente allí donde al menos
testimonialmente ha cumplido; y su
labor era y sigue siendo imprescindible.
No veo
en el acuerdo alcanzado, conseguido o adoptado, porque de estos matices tiene
la asociación con Ugal-UPA, que ofrezca a los votantes leoneses una mayor apreciación
de la fuerza política; nada que ganar en
el plano leonesista para convencimiento del electorado, más allá de alguna papeleta
volandera de los fieles al sindicato, y para la urna autonómica, pues su dirigente máximo no hace más que decir
que él es sindicalista agrario, lo de leonés que pueda y quiera comprender y
defender sus valores regionales históricos parece dejarle indiferente. Socios
por oportunismo compartido.
En el
plano figurativo propuesto, finalizo: Para
convocar a los concejos el modo más leonés de hacerlo era a “campana tañida”. En Podemos,
la formación política, han dado “la campanada” empoderando, con el favor
popular, a los altos dirigentes, repito,
¡a los dirigentes!, alcanzando también
al de León, que está bastante más que dispuesto a hacerse castellanoleonés. Lo malo no es que así se quiera presentar en
el ente, lo peor es si no subyace en él ni una brizna del “ser leones”. Y poco
importa que, según dicen algunos que
presumen de conocerle, sea capaz de virar el mensaje si la coyuntura
sociopolítica se lo aconseja. Lo postizo, sin convicción, no deja de ser un
perverso mensaje.
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