10 de septiembre de 2013

En forzada autonomía con Castilla: Un ciclo que, quieran o no, se ha de romper

Ayer en Diario de León, apareció un artículo de opinión que, en torno a la autonomía que nos aflige, elaboré para mostrar  una situación cada día más asfixiante para León. Hoy propongo su lectura a cuantos me hacen el honor de seguir esta página. 


Paccionar es una cosa y pactar otra.

   El rechazo a la Comunidad mixta que padecemos los leoneses no puede prescribir nunca. Y ello por el grado de imposición que supuso en origen y la persistente actuación de los autonomistas que nos tratan de gobernar, castellanizando hasta las piedras, subsumiendo todo lo que suene a leonés con persistencia dolosa.




   Si bien, y con relación a esto, digamos que muchos leoneses, demasiados,  anteponiendo una mal entendida disciplina ideológica,  hacen dejación de sus derechos identitarios como tales, votando a quienes dicen ser políticos leoneses y han hecho ya clara amortización de nuestro derecho constitucional a tener autonomía propia y diferenciada. Un ciclo que, quieran o no, se ha de romper.

   Tan solo se ha podido frenar, o al menos atemperar, la marcha dañina del ente autonómico desde el movimiento leonesista. Dos frentes no compactos conforman o comparten el sentimiento llamado leonesismo. El político, mediante formaciones que organizadas como partido tratan de llevar la voz y la defensa de lo leonés en todas sus actuaciones, incluso como UPL en el parlamento autonómico. Añadiendo inmediatamente que, en éste, la labor ha de ser siempre reivindicativa; se está allí en plan defensivo, y  nunca asumiendo un papel contemporizador. No compartimos.

   Desprovistas estas formaciones de ideología, es el leonesismo, como sentimiento, el que une a militancia y  dirigentes, apoyados por el empuje dinámico de los votantes, a quienes hay que conservar desde la mejor práctica ad hoc. Y sus actuaciones, dado su carácter sentimental leonesista, deben llevar implícito un claro componente pedagógico de cara a compartir, reforzar y perpetuar vivo el sentimiento. Fallando en esto el declive no tardará en ser notable.
    
   En el otro frente, y no con menor importancia, aunque no goce de poder “ejecutivo”, está el movimiento asociativo cultural leonesista.  En él, muy motivadas y siempre activas, en mayor o menor medida, hay personas perfectamente capacitadas en los distintos ámbitos culturales englobados en las tradiciones que nos alientan y definen a los leoneses.

   Si bien, me atrevo a decir que no todos los que se mueven asociativamente, dentro de la cultura y el costumbrismo, se consideran netamente leonesistas, pues los hay recelosos del  sentido con el que muchas veces se trata de estigmatizar a este sentimiento. Es comprensible. Pero sin duda alguna, ponen su ímpetu de “ser leonés”, en favor de esta tierra: Recuperando o reavivando pasajes históricos, viviendo lo tradicional, acompañando y defendiendo. Sin olvidar a la parte activista de verdadera necesidad como motor de denuncia pública, en ambos frentes.   


   El PSOE de León, no paccionó con los leoneses para adscribirlos a una autonomía con los castellanos, se lo impusieron, olvidando la promesa de un referéndum decisorio. Puede que sí pactaran con otras fuerzas políticas de los territorios leonés y castellano, pues querían ser partícipes en la construcción de  un ente autonómico castellanoleonés, andando el tiempo castellano y leonés, pero tan sólo por presión de los leoneses, y que lejos de objetivar diferenciaciones, se siguen empeñando en la unicidad de lo castellano, como preeminente, y lo leonés, sojuzgado.



Cito claramente al PSOE, por ser el partido que estos momentos hace propuestas de modificación constitucionales y autonómicas para ir claramente hacia un modelo federal.  En el Consejo Territorial, en Granada, 6 de julio de 2013, donde dijeron que apoyaban la pluralidad identitaria, ¡no válido para León!,  emplearon en vez del verbo  pactar otro antiguo: paccionar, que en lo tocante a lo leonés, curiosamente, rebuscándole sinonimias lejanas encontramos una muy bien acoplable: aguantar; perfectamente acoplable a tragar.
En el texto aprobado en el citado Consejo, han escrito: “los socialistas somos partidarios de mantener el actual mapa autonómico sin alterar ninguna de sus delimitaciones geográficas”. Esto es, León, la región leonesa quedará donde la tienen amarrada, y la identidad leonesa secuestrada en favor del embrollo castellanoleonés.  Y como los políticos socialistas de León no han dicho nada en contra, hacen bueno lo del ¡tragar!, y que no nos vayan a venir ahora con cuentos, tal como acostumbran, con aquello de “León ha de tener más peso en la Comunidad”.  Algo ridículo,  que ni satisface, ni cuela ya.

   El PP, haciendo honor a su conservadurismo, no quiere tocar nada, para que todo siga igual, independientemente de que los pueblos de algunas comunidades actuales propongan cambios. Esto es válido para el partido nacional, y en el caso que nos toca, en el autonómico, más aún, pues con mayor firmeza sujetan todo lo que parezca querer moverse en la región leonesa. Todo atado y bien atado.
   
   En uno y otro partido sin duda puede haber votantes leonesistas, llamados por uno de los dos comportamientos ideológicos, sin querer comprender que los políticos de León, votados en sus listas, permiten a los autonomistas que nos gobiernan desde el ente, que se  muestren cicateros en lo socioeconómico leonés,  cierran los ojos al daño identitario, y  no analizan los retrasos olvidos y expolios que nos desmantelan el futuro leonés.
   
Los leoneses, el pueblo leonés,  tenemos la comunidad  autonómica que otros han querido que tengamos. Cuando en 1983 nos aferraron en un Estatuto que rechazábamos, de modo muy especial los leoneses de León,  nos pusieron el yugo de una imposición territorial dominante castellana. 










1 comentario :

  1. Con León se está desarrollando una de las mayores injusticias políticas, históricas y sociales de la actual Europa.
    Pero, lo siento mucho, el problema es causado por los propios leoneses en un 80% y otro 20% por foráneos que han ido, gota o gota, lavando la cabeza a este milenario pueblo que, ojalá, un día se acuerde de quien es, por su bien, por su propia supervivencia.

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