El
nombre y la actuación de Rogelio Blanco, un intelectual de la Cepeda que
siempre se ha manejado en la Cultura, quedarán para siempre unidos a la aceptación
de la UNESCO como patrimonio de la humanidad: las “Cortes de 1188, de Alfonso
IX, y los Decretas en ellas elaborados, con la presencia del pueblo como
estamento.
No en
balde él, Blanco, motu proprio, preparó un completo dossier, bien estudiado y
mejor presentado, que llevaría al Tribunal Mundial al reconocimiento de hacer
sido las primeras Cortes y un parlamento con representantes del pueblo, junto
al clero y la nobleza, presididos por un Rey que sabemos se autolimitaba en sus
poderes, en el Reino de León, año 1188.
Sobre
las repercusiones locales que nos han removido por ser las más cercanas,
elaboré el artículo de opinión que se publicó ayer en Diario de León:
El soplo de la UNESCO, moviliza un
pesado silencio
O
lo que viene a ser lo mismo, al fin se
ha podido romper la omertá que pesaba
sobre las Cortes de 1188, al aceptar la UNESCO recoger en el Registro de la
Memoria del Mundo los Decreta que en la Magna Curia del Rey
leonés Alfonso IX, se elaboraron el año 1188.
Con
toda sinceridad debo reconocer que hasta el 7 de marzo de 2013, no tenía idea de que se estaba
promoviendo esta reclamación para las Cortes de 1188, tan justa como puesta en razón. Como leonés
vaya mi agradecimiento al intelectual paisano nuestro: Rogelio Blanco, promotor
y realizador de la propuesta. Su actuación en
silencio o cuando menos dentro de una encomiable discreción, nos habla de un
gesto honroso, desinteresado y amor a lo leonés.
En
mi descargo debo decir que este tema me ha motivado siempre, y desde que los
medios escritos leoneses han recogido y publicado escritos de opinión míos, en
muchos ha habido apuntes alusivos, e incluso
alguno de dedicación plena como: Un
silencio sospechoso, de octubre de 1995.
Los
políticos de León, como casi siempre, hablaron
a última hora de defender, apoyar e incluso acompañar el rumbo de la
propuesta de Rogelio Blanco. Pero poco más. Prada ha dejado dicho:“Ya nadie
puede cuestionar que León es cuna del parlamentarismo”, apuntándose a caballo
ganador, y poniendo en boca del ministro Wert, “la muestra de gran satisfacción
ante el hecho”; vamos, barriendo méritos
para su casa política.
La presidenta de la Diputación Isabel Carrasco, “confía en que el reconocimiento a León como cuna del parlamentarismo sirva «como reclamo turístico»” y ha agradecido las gestiones realizadas por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno y por los parlamentarios leoneses para obtener este reconocimiento para León y para la provincia; ensalza descaradamente a su Partido y se olvida de Rogelio Blanco.
Fernando Arvizu ha dicho recientemente: El acontecer histórico permitió que en León, en ‘Las
primeras Cortes Leonesas ’la representación ciudadana se uniese a la Curia
antes que en ningún otro reino español”.
Sobre este dato, el de la participación del pueblo, ya en 1998 en sus
escritos pudimos entender que le menguaba el verdadero valor, con aquello del
afán recaudatorio del Rey.
En
aquella ocasión de 1988, los historiadores Arbizu y Estepa, lejos
de aportar ideas que reforzaran los momentos históricos evocados, para que
reluciera lo leonés, parecían minimizarlos. Entre tomar los hechos con un punto
de sana libertad interpretativa y obligarnos a coger las cosas históricas
leonesas con la pinzas de la asepsia más rigurosa, esperpéntica a veces, hay un
abismo.
Arbizu,
cuando habla de los buenos hombres, sí
los coloca en la curia de 1188, al parecer unos vocingleros leoneses de la
época que, a las puertas de San Isidoro, en cuyo Claustro tenía lugar aquélla,
proferían gritos, lo que dio opción a que a alguno se le permitiera pasar al
interior y pudiera hablar. No sé si a voz en cuello, ni con qué criterio. Lo he podido escuchar en un documental.
En el ente autonómico como muestra dicen: “La
consejería de Cultura y Turismo aplaude
el reconocimiento que la Unesco ha otorgado…”, y añaden como un don autonómico
para León: “La Junta de Castilla y León ya concedió a la ciudad de León el
título de “Cuna del parlamentarismo en febrero de 2011”. Un lavado de cara
cuando nos han manejado todos los acontecimentos leoneses, como el noveno
Centenario de las Cortes Leonesas en 1998, que trataron de castellanizar y
“olvidaron” el parlamentarismo; y el 1.100 Aniversario del Reino de León, donde
elaboraron el programa que más les convenía desde la Fundación Siglo.
Se hace imprescindible también citar a Juan Pedro
Aparicio, al leonesista, el de las
pugnas, heridas, expolios...del viejo Reino.., que trajo de la mano al
historiador inglés John Keane, y elaboró el Documental “León Cuna del
Parlamentarismo”, todo un aldabonazo
precursor sin duda; si bien, de sus relaciones con la Fundación Siglo
surgió el literato Aparicio contemporizador con el ente, que nos previene hoy
sobre papanatismo y nos exhorta a
practicar pedagogía democrática… ¿autonómica?
Aun
cuando lo de la UNESCO sea una verdadera caja de resonancia escrita y
permanente, no nos engañemos, puede ser soslayado de múltiples maneras
desde la maquinaria pensante y bien engrasada del ente autonómico celoso de la
prevalencia castellana. Una muestra la encontramos en la noticia que en su
particular historia de las Cortes autonómicas, no sin malicia dejan caer:
“Por lo que se refiere al reino de Castilla, la
primera curia, que es el término con el que se designan las asambleas numerosas
o extraordinarias para tratar de los asuntos del reino, es probable que se
celebrara a convocatoria de Alfonso VIII en el año de 1187, en la localidad de
San Esteban de Gormaz, y con la asistencia de los hombres principales de
cincuenta ciudades.” Verdades a medias, engañosas.
En manos leonesas está ahora el que sea conocido el dato, y mostrado de continuo como valor patrimonial, acompañado del permanente agradecimiento a Rogelio Blanco, ese leonés de la Cepeda que lo promovió. En modo alguno podemos permitir a ningún estamento del ente autonómico que lo desluzca, minimice y mucho menos que lo arrincone por estorbar a sus proyectos.
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