25 de julio de 2013

La UNESCO y las Cortes de 1188

El nombre y la actuación de Rogelio Blanco, un intelectual de la Cepeda que siempre se ha manejado en la Cultura, quedarán para siempre unidos a la aceptación de la UNESCO como patrimonio de la humanidad: las “Cortes de 1188, de Alfonso IX, y los Decretas en ellas elaborados, con la presencia del pueblo como estamento.

No en balde él, Blanco, motu proprio, preparó un completo dossier, bien estudiado y mejor presentado, que llevaría al Tribunal Mundial al reconocimiento de hacer sido las primeras Cortes y un parlamento con representantes del pueblo, junto al clero y la nobleza, presididos por un Rey que sabemos se autolimitaba en sus poderes, en el Reino de León, año 1188.


Sobre las repercusiones locales que nos han removido por ser las más cercanas, elaboré el artículo de opinión que se publicó ayer en Diario de León:


El soplo de la UNESCO, moviliza un pesado silencio

O lo que viene a ser  lo mismo, al fin se ha podido romper la omertá  que pesaba sobre las Cortes de 1188, al aceptar la UNESCO recoger en el Registro de la Memoria  del Mundo  los Decreta que en la Magna Curia del Rey leonés Alfonso IX, se elaboraron el año 1188. 

Con toda sinceridad debo reconocer que hasta el 7 de marzo de 2013, no tenía idea de que se estaba promoviendo esta reclamación para las Cortes de 1188,  tan justa como puesta en razón. Como leonés vaya mi agradecimiento al intelectual paisano nuestro: Rogelio Blanco, promotor y realizador de la propuesta. Su actuación en silencio o cuando menos dentro de una encomiable discreción, nos habla de un gesto honroso, desinteresado y amor a lo leonés. 
En mi descargo debo decir que este tema me ha motivado siempre, y desde que los medios escritos leoneses han recogido y publicado escritos de opinión míos, en muchos ha habido apuntes alusivos, e incluso  alguno de dedicación plena como: Un silencio sospechoso, de octubre de 1995.  

Los políticos de León, como casi siempre, hablaron  a última hora de defender, apoyar e incluso acompañar el rumbo de la propuesta de Rogelio Blanco. Pero poco más. Prada ha dejado dicho:“Ya nadie puede cuestionar que León es cuna del parlamentarismo”, apuntándose a caballo ganador, y poniendo en boca del ministro Wert, “la muestra de gran satisfacción ante el hecho”; vamos, barriendo  méritos para su casa política.


La presidenta de la Diputación Isabel Carrasco, “confía en que el reconocimiento a León como cuna del parlamentarismo sirva «como reclamo turístico»” y ha agradecido las gestiones realizadas por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno y por los parlamentarios leoneses para obtener este reconocimiento para León y para la provincia; ensalza descaradamente a su Partido y se olvida de Rogelio Blanco.


 Fernando Arvizu ha dicho recientemente: El acontecer histórico permitió que en León, en ‘Las primeras Cortes Leonesas ’la representación ciudadana se uniese a la Curia antes que en ningún otro reino español”.  Sobre este dato, el de la participación del pueblo, ya en 1998 en sus escritos pudimos entender que le menguaba el verdadero valor, con aquello del afán recaudatorio del Rey.

 En aquella ocasión de 1988, los historiadores Arbizu y Estepa, lejos de aportar ideas que reforzaran los momentos históricos evocados, para que reluciera lo leonés, parecían minimizarlos. Entre tomar los hechos con un punto de sana libertad interpretativa y obligarnos a coger las cosas históricas leonesas con la pinzas de la asepsia más rigurosa, esperpéntica a veces, hay un abismo.

Arbizu, cuando habla de los buenos hombres,  sí los coloca en la curia de 1188, al parecer unos vocingleros leoneses de la época que, a las puertas de San Isidoro, en cuyo Claustro tenía lugar aquélla, proferían gritos, lo que dio opción a que a alguno se le permitiera pasar al interior y pudiera hablar. No sé si a voz en cuello, ni con qué criterio.  Lo he podido escuchar en un documental.

En el ente autonómico como muestra dicen: “La consejería de Cultura y Turismo  aplaude el reconocimiento que la Unesco ha otorgado…”, y añaden como un don autonómico para León: “La Junta de Castilla y León ya concedió a la ciudad de León el título de “Cuna del parlamentarismo en febrero de 2011”. Un lavado de cara cuando nos han manejado todos los acontecimentos leoneses, como el noveno Centenario de las Cortes Leonesas en 1998, que trataron de castellanizar y “olvidaron” el parlamentarismo; y el 1.100 Aniversario del Reino de León, donde elaboraron el programa que más les convenía desde la Fundación Siglo.

Se hace imprescindible también citar a Juan Pedro Aparicio, al leonesista, el de las pugnas, heridas, expolios...del viejo Reino.., que trajo de la mano al historiador inglés John Keane, y elaboró el Documental “León Cuna del Parlamentarismo”, todo un aldabonazo  precursor sin duda; si bien, de sus relaciones con la Fundación Siglo surgió el literato Aparicio contemporizador con el ente, que nos previene hoy sobre papanatismo y nos exhorta  a practicar pedagogía democrática… ¿autonómica? 

Aun cuando lo de la UNESCO sea una verdadera caja de resonancia escrita y permanente,  no nos engañemos,  puede ser soslayado de múltiples maneras desde la maquinaria pensante y bien engrasada del ente autonómico celoso de la prevalencia castellana. Una muestra la encontramos en la noticia que en su particular historia de las Cortes autonómicas, no sin malicia dejan caer: 
“Por lo que se refiere al reino de Castilla, la primera curia, que es el término con el que se designan las asambleas numerosas o extraordinarias para tratar de los asuntos del reino, es probable que se celebrara a convocatoria de Alfonso VIII en el año de 1187, en la localidad de San Esteban de Gormaz, y con la asistencia de los hombres principales de cincuenta ciudades.” Verdades a medias, engañosas.


En manos leonesas está ahora el que sea conocido el dato, y mostrado de continuo como valor patrimonial, acompañado del permanente agradecimiento a Rogelio Blanco, ese leonés de la Cepeda que lo promovió. En modo alguno podemos permitir a ningún estamento del ente autonómico que lo desluzca, minimice y mucho menos que lo arrincone por estorbar a sus proyectos.

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