Probablemente siguiendo las anotaciones de los científicos empeñados en
el estudio de los esqueletos hallados en
la cueva de Arintero, tal parece que
vamos a empezar a llamarlos con cierta familiaridad: Braña,
y un ordinal que les diferencia I y II, pues de un par de ejemplares se trata.
Sin banalizar el tema, de forma
respetuosa nos atrevemos a considerar la
noticia, importantísima a todas luces, como un culebrón de verano que nos
proponen dos profesionales del periodismo, que nos empuja a especular con la
idea de que los leoneses tenemos antecesores únicos y distintos, “conocidos” ya
desde el 2006, año del hallazgo.
Lo redactado como información, en Diario
de León, por C. Fanjul y E. Gancedo, incardinados sus artículos en lo cultural
leonés, nos viene a situar a los leoneses
en este caso, no sin fundamento, en unos
orígenes tan asombrosos como diferenciadores que, seguro, hubieran hecho
empalidecer a Sabino Arana, y sonrojar hoy a Arzallus y su apoyatura Rh negativo como factor
diferenciador de un pueblo… desde la
prehistoria. Para éste, los vascos eran los más antiguos
habitantes de Europa.
Cargadas mis pilas sentimentales
con ampuloso orgullo identificador, que
parece desprenderse de la noticia que
nos afecta, resulta interesante preguntar: Qué es el Rh, como factor sanguíneo que parece
soportar un 40% de los vascos, enarbolado por Arzallus como “pureza de raza” o
motivo de identidad diferenciada de los vascos, ante el genoma humano, y el ADN en la célula humana, que ha permitido
a los científicos determinar que “Braña" I y II, vivieron en el Mesolítico, hace
7.000 años, en territorio hoy leonés, y
en cuya tierra fueron enterrados.
Nada importa que fueran unos “leoneses”
más bien bajos, 1,65 de talla media en bipedestación, que murieran muy jóvenes,
no más de 40 años, todo valorable por el
estudio de estos dos antepasados, lo que ahora cuenta es que llegado su fin individual iban siendo colocados
allí donde sus cadáveres quedaran protegidos y no sin un cierto rigor funerario, en este caso
suelo leonés.
Si el individuo humano se hace allí donde “pace”, y en el caso que nos ocupa el modus vivendi les definía, toda vez que eran recolectores, nos puede llevar a colegir que los braña eran leoneses, pues vivían en libertad en estos pagos, y a su muerte eran tratados con toda dignidad. ¿O acaso voy con interesada prisa?
Esperemos para ver que aporta el
estudio final del genoma completo de los
esqueletos encontrados, algo más que osamenta de unos antepasados fuente de información en manos científicas del
investigador Carles Lalueza-Fox, para poder compararlo al de los humanos
modernos, entre los que, por obvio que sea, añadimos, nos encontramos los leoneses, y por razón de
vecindad nos debe afectar más.
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