29 de junio de 2012

Unos leoneses llamados " Braña"


Probablemente siguiendo las  anotaciones de los científicos empeñados en el estudio de los esqueletos hallados en  la cueva de Arintero, tal parece que  vamos a empezar a llamarlos con cierta familiaridad: Braña,  y un ordinal que les diferencia I y II, pues  de un par de ejemplares se trata.

Sin banalizar el tema, de forma respetuosa nos atrevemos  a considerar la noticia, importantísima a todas luces, como un culebrón de verano que nos proponen dos profesionales del periodismo, que nos empuja a especular con la idea de que los leoneses tenemos antecesores únicos y distintos, “conocidos” ya desde el 2006, año del hallazgo.

Lo redactado como información, en Diario de León,  por  C. Fanjul y E. Gancedo, incardinados sus artículos en lo cultural leonés,  nos viene a situar a los leoneses en este caso, no sin fundamento,  en unos orígenes tan asombrosos como diferenciadores que, seguro, hubieran hecho empalidecer a Sabino Arana,  y  sonrojar hoy a Arzallus  y su apoyatura Rh negativo como factor diferenciador  de un pueblo… desde la prehistoria. Para éste, los vascos eran los más antiguos habitantes de Europa. 

Cargadas mis pilas sentimentales con  ampuloso orgullo identificador, que parece desprenderse de  la noticia que nos afecta, resulta interesante preguntar:  Qué es el Rh, como factor sanguíneo que parece soportar un 40% de los vascos, enarbolado por Arzallus como “pureza de raza” o motivo de identidad diferenciada de los vascos, ante el genoma humano,  y el ADN en la célula humana, que ha permitido a los científicos  determinar que “Braña" I y II,  vivieron en el Mesolítico, hace 7.000 años,  en territorio hoy leonés, y en cuya tierra fueron enterrados.

Nada importa que fueran unos “leoneses” más bien bajos, 1,65 de talla media en bipedestación, que murieran muy jóvenes, no más de 40 años, todo valorable  por el estudio de estos dos antepasados, lo que ahora cuenta es que  llegado su fin individual iban siendo colocados allí donde sus cadáveres quedaran protegidos y no sin un cierto rigor funerario, en este caso suelo leonés.


Si el individuo humano se hace allí donde “pace”, y en el caso que nos ocupa el modus vivendi les definía, toda vez que eran recolectores, nos puede llevar  a colegir que los braña eran leoneses, pues vivían en libertad en estos pagos, y a su muerte eran tratados con toda dignidad. ¿O acaso voy con interesada prisa?

Esperemos para ver que aporta el estudio  final del genoma completo de los esqueletos encontrados, algo más que osamenta de unos antepasados  fuente de información en manos científicas del  investigador Carles Lalueza-Fox, para poder compararlo al de los humanos modernos, entre los que, por obvio que sea,  añadimos,  nos encontramos los leoneses, y por razón de vecindad nos debe afectar más. 



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