7 de mayo de 2012

24 de abril recuerdo y reivindicación


Coronar de laurel el 24 de abril

Siempre que he estado en León, capital, y la ocupación laboral me lo ha permitido,  he acudido el día 24 de abril al acto reivindicativo leonesista, que en esta fecha recuerda y revitaliza la postura de los leoneses, quienes,  queriéndose liberar del yugo de las tropas francesa, proclamando rey a Fernando VII, en 1808,  se dispusieron a luchar contra la francesada
El acto de la proclamación Real  no era nuevo entre los leoneses, ni el tremolar de su pendón una representación banal, estaba sujeta a una tradición enmarcada en el mejor de los deseos de seguir haciendo nación. Aquella España que sus antecesores generosamente se habían empeñado en  “reconquistar” durante la etapa medieval, y que en 1808 nuevamente invadida necesitaba de colaboración leonesa para recobrar la libertad. 
La autonomía que nos ha sido impuesta, y contra la que nos hemos venido rebelando sin solución de continuidad pero  en plan decadente en atención al esfuerzo reivindicativo que parece agotarse en sí mismo, está siendo ahora el yugo  que el Estatuto de autonomía de 1983 nos supone,  y del que el leonesismo trata de desprender a León, no sé si tal como se dice en los versos de Miguel Hernández, para romperlo sobre las espaldas de quienes nos quieren anexionados a su territorio; o simplemente, cuando lo que pretendemos es seguir pensando como pueblo, y libres en nuestro propio territorio.
No me resisto en este punto a intercalar unos apuntes. Uno, intranscendente hasta donde lo puedan ser las casualidades, cual lo fue de tener una casa mis padres en la calle denominada 24 de Abril, aquélla que partiendo del paso del túnel, hoy desprovisto del hermoso arbolado y transformado en calle  Covadonga, un hito de la Reconquista, nos llevaba a internarnos en una zona extraña que antaño denominábamos el agujero
La prolongación del paseo citado daría lugar a otra calle en connotación con la efeméride, una nueva vía urbana que sería nominada Luis de Sosa.  La primera circunstancia empujo a mi padre a explicarme la razón del nombre, la fecha y los sucesos que lo provocaron. Fue escueto, esa es la verdad, pero abrió un paréntesis que los años acrecentarían, en especial durante mi militancia en UPL, y la búsqueda personal de la fuente del sentimiento leonesista.
Por ello, llegada la ocasión,  y empujado por mi sentimiento leonesista he participado libre y voluntariamente en algunos encuentros, aunque, por más que hago memoria, no puedo recordar más de tres ocasiones; eso sí, en distintos sitios históricos marcados por las controversias político-leonesistas de cada momento.
La primera en el arco de la cárcel, donde de Francisco auxiliado por el eficaz Toni colocaba en lo más alto de arco peatonal la corona de laurel. Otra en el Corral de San Guisán, allí fue a desembocar la marcha iniciada en Botines; Chamorro, entonces conducente de UPL, allí estaba, y éramos más bien pocos los asistentes, un dato preocupante.
Y la más reciente en Botines/plaza Mayor, lejos de la pancarta que rompía  marcha. En esta ocasión además de a Javier Chamorro pude saludar a Iglesia Carreño y al socialista José María Fernández Cardo.  Y en todas ellas al incansable leonesista Cheva. Por supuesto en cada ocasión, he dado al acto conmemorado más valor,  si cabe, que un alzamiento “militar” de nuestros paisanos de la época. 
Para nada me ha sorprendido ver en la foto de 2012 a Hermenegildo López, ataviado a la antigua usanza y portando una bandera leonesa, un leonesista del que yo siempre he admirado su permanente ejercicio de leonesidad.
Compartiendo lo de la heroicidad de los leoneses de entonces, no puedo menos que preguntarme qué signos hacen colocar tal título a los leoneses de hoy, según he podido leer, acaso por el hecho de no estar conformes con la autonomía y defender esta tierra leonesa. Esto puede ser una pasada, y cuidado con la inercia del frenado.






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