No pude conocerle físicamente hasta que hizo su comparecencia en UPL, pero sí conocía su voz por haberla escuchado en una emisora de radio local, donde ejercía de locutor. Y por cierto lo hacía bien. Llegó a Unión del Pueblo Leonés de la mano de José María R. de Francisco, el líder; y ya en el II Congreso, noviembre de 1993, pasaría a formar parte de la Comisión de Cuentas, para empezar a situarse en la “cúpula”. Conchi Farto por aquel entonces figuraba en el Comité Ejecutivo.
Ambos irían en las listas electorales para las Cortes autonómicas en la convocatoria de 1995, y obtendrían un escaño cada uno. Su juramento en ellas “por León”, fue objeto de controversia, por decisión equivocada del presidente señor Estella, lo que supuso propaganda gratuita en todos los medios para Unión del Pueblo Leonés. Era una irrupción política del leonesismo muy rentable, cargada de buenas intenciones, y remarco: consensuadas en origen.
No tardaría en verse empañado el triunfo por los enfrentamientos que entre ellos surgieron. Cuestiones de preponderancia. Hasta el punto de que, rotas las formas, cada uno irá por su lado, favoreciendo así los intereses del ente y diluyendo la victoria leonesista. Nada más había que ver la imagen de ellos en escaños separados, para comprenderlo, verdadera brecha en el leonesismo político más representativo del momento.
A partir de ahí, Otero será el representante único de UPL, y Farto apartada y enfrentada a la formación leonesista; un mal principio en espera de peores cosas que, visto sin apasionamiento y desde fuera, entendemos las marcarán los personalismos, soslayando los convenidos valores leonesistas.
No tardaría en verse empañado el triunfo por los enfrentamientos que entre ellos surgieron. Cuestiones de preponderancia. Hasta el punto de que, rotas las formas, cada uno irá por su lado, favoreciendo así los intereses del ente y diluyendo la victoria leonesista. Nada más había que ver la imagen de ellos en escaños separados, para comprenderlo, verdadera brecha en el leonesismo político más representativo del momento.
A partir de ahí, Otero será el representante único de UPL, y Farto apartada y enfrentada a la formación leonesista; un mal principio en espera de peores cosas que, visto sin apasionamiento y desde fuera, entendemos las marcarán los personalismos, soslayando los convenidos valores leonesistas.
Aquí, en León capital, pudimos ver a Joaquín, en una buena actuación política durante la manifestación popular de rechazo al acto institucional del discurso itinerante, precisamente el día que llamaban de la Comunidad los autonomistas del ente. Era el 23 de abril de 1996 y puede que estuviera ensayando a ser leonesista de cara a los votantes leoneses.
O también en la firma del Acuerdo por la Identidad Leonesa, propuesto por la Asociación Pro Identidad Leonesa. Documento éste recogido por el Procurador del Común para dar fe de su contenido. Otero, unilateralmente, lo llevaría a Fuensaldaña, en cuyas Cortes fue rechazado.
En el Congreso de Unión del Pueblo Leonés, 13 de septiembre de 1997, Otero releva a José María R. de Francisco, pasando a tomar la responsabilidad de Secretario General de la formación política leonesista, precisamente en el mismo acto preparado para consumar la expulsión de un grupo de militantes entendidos como críticos. Etapa en la que, a toro pasado, dice haber sido el hombre de paja del líder.
Al propio tiempo permanece en unas Cortes que siendo totalmente hostiles a la diferenciación leonesa, esto es a negarse a reconocer al pueblo leonés como tal, en las que él, sin solución de continuidad, parece ir integrándose con demasiada naturalidad, compartiendo y departiendo, sin duda olvidando porqué y para qué estaba allí colocado por el voto leonés. Y, según se decía en la sede de UPL, empezaba a dejar de cumplir obligaciones que de todo tipo tenía con la formación.
Los personalismos, a los que antes aludía, y también por que seguramente no había sillas para todos, los “cargos directivos” llevarán a la UPL a unos desequilibrios que encierran el grave peligro de los cismas, y, lo que es fatal, a perder la confianza del votante.
En ese torbellino de errores, de Francisco, a la sazón "dirigiendo" la formación como Secretario de Organización, que venía siendo objeto de críticas entre los miembros de la cúpula leonesista, cesó con el desaire de “ahí os quedáis”, no acudiendo al congreso de Astorga en Mayo del 2004. Otero, antaño su mejor pupilo, hasta donde yo he podido saber no movió un solo dedo para apoyar a su mentor; es más, puede que esgrimiera con agrado también el puñal como Bruto ante “su” Julio César en la historia de UPL.
Siempre he dudado que fuera un leonesista vocacional. Y si, tal como era de suponer, cuando apareció “de la mano” de José María lo suyo era simplemente entrar a formar parte de una opción política, en este caso sustentada por el sentimiento leonesista, se podía valorar como positivo si en él subyaciera la idea de imbuirse de leonesismo y no simplemente aprender a recitar, o representar unos valores leonesistas, modulados con elegante dicción.
Las desavenencias entre los dirigentes de UPL, de marcada rotundidad con Otero, le llevarán a cesar en el cargo de Secretario General pasado el Congreso del 25.11.2007. En esta fase deja de cumplir con la formación, y aquí va incluidas todas las vertientes, por lo que la situación se hace insostenible.
Por aquel entonces no se privaba de hacer declaraciones reconociendo de alguna manera las bondades del ente. Frases como: “a estas alturas ya no procede oponerse a nada en la Comunidad”, “debemos remar todos (castellanos y leoneses) en la misma dirección”, como un claro exponente de su viraje político alejándose del leonesismo reivindicativo de los derechos constitucionales leoneses.
Mas, como las desavenencia en el seno de UPL seguían creciendo, fue apartado incluso de militancia, o si se prefiere expulsado de la formación, pero manteniéndose como procurador independiente en la Cortes autonómicas. La historia se repite. La oficina que montó: “Leonesistas por León”, no iría más allá de una mera justificación personal; pasando a ser el inventor de un supuesto pragmatismo leonesista, que dudo podía defender entonces, y mucho menos ahora, elegido asesor en la institución autonómica Procurador del Común.
Va a ser juez y parte en la institución autonómica. Para recibirle allí, han debido tener claro que nunca fue leonesista o que ha abjurado de tal sentimiento. Solo así puede ser válido para ese puesto en un ente autonómico que nunca hemos querido reconocer los leonesistas, ni los leoneses, en el más amplio concepto, en principio por habernos sido impuesto.
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