Van estas letras llenas de cariño póstumo para un buen amigo, profesor siempre en el noble arte de curar, de modo preferente desde métodos conservadores. No le faltaba nunca una broma a flor de labios. Sabía y quería ayudar al que hasta él acudía para mejorar sus dolencias.
Conocí al Dr. Carlos Santos Pérez, a través de un amigo común, allá por los años 70, y a partir de ese momento, empecé a colaborar con él hasta donde mi formación me permitía. Supo ser amigo y maestro.
No es fácil el camino para los incomprendidos. Puso su mejor saber y leal entender en el colectivo de minusválidos de León, a quienes apoyó en su labor asociativa. Esto le llevó a la elaboración de un libro de contenido médico y estadístico, cuya tarea, me consta, no resultó fácil aunque si gratificante para un estudioso del tema, y con afán de ayudar. Coincidiendo con el Año del Minusválido, 1981, vio la luz éste, que tituló: “Españoles con horizontes inciertos”. Conservo en lugar preferente un ejemplar que me dedicó “con todo afecto”, en enero de 1982.
El 28 de abril de 2010 fue el día último que nos vimos, precisamente en la presentación de un libro mío, no podré olvidar el abrazo que nos dimos, en tanto me decía “tú y yo como hermanos... estoy muy mal Máximo...”
Su sentimiento de leonés comprometido le llevó a ser caballero cofrade de la Orden del Milagroso Pendón de San Isidoro.
Su sentimiento de leonés comprometido le llevó a ser caballero cofrade de la Orden del Milagroso Pendón de San Isidoro.
Aquí queda mi pequeño pero emocionado recuerdo para el Dr. Santos Pérez, fallecido en León el día 17 de enero de 2011.
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