31 de diciembre de 2010

Una campana para la Navidad





Las campanadas.


La voz metálica de muchas conciencias.
El lamento de una despida.
El júbilo de un natalicio.

De León en el recuerdo:
El tañido repiqueteado era para los convecinos algo más que una llamada, era una convocatoria formal al más libre de los parlamentos: Concejo Abierto.

Pero cuando cada año llega a su final, las campanadas son doce aldabonazos que marcan una etapa que se agota en sí, pero que abre una ventana a otro ciclo anual, en tanto nos vamos comiendo al ritmo de su son ilusionado las uvas de la esperanza.

Hemos agotado el 2010, recibamos al 2011 y empecemos a moldearlo desde el primer instante, que no nos marque él, que lo marquemos nosotros.

¡Feliz Año Nuevo!

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