Las campanadas.
La voz metálica de muchas conciencias.
El lamento de una despida.
El júbilo de un natalicio.
De León en el recuerdo:El tañido repiqueteado era para los convecinos algo más que una llamada, era una convocatoria formal al más libre de los parlamentos: Concejo Abierto.
Pero cuando cada año llega a su final, las campanadas son doce aldabonazos que marcan una etapa que se agota en sí, pero que abre una ventana a otro ciclo anual, en tanto nos vamos comiendo al ritmo de su son ilusionado las uvas de la esperanza.
Hemos agotado el 2010, recibamos al 2011 y empecemos a moldearlo desde el primer instante, que no nos marque él, que lo marquemos nosotros.
¡Feliz Año Nuevo!
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