20 de diciembre de 2017

Un relato para la navidad 2017

La frase: “… y es que a veces las escuelas las carga el diablo”, la escribió  Javier  Callado a propósito del asunto de Cataluña y el adoctrinamiento, y me trajo a la memoria que tenía pensado un apunte de relato tocando el tema, que bien podría darlo a conocer en la Navidad 2017. Y a ello voy.

                                                Gentileza de Raigañu.... Navidad 2017 
      

Una estelada en el sentimiento


Robert, en fase infantil de integración de facto en la cultura catalana, cuando lo suyo era sencillamente  un dejarse llevar, regresaba ufano a casa portando algo en la mano.
Traía  lo que podría ser un mapa,  que el colegial tal vez tendría que iluminar, o algo por el estilo, fue la impresión que le causó a su padre.

-¡Mira papá!,  es un poster
Soltó eufórico en tanto con mayor cuidado de lo habitual, trataba de sacar la goma que aprisionaba al bien enrollado secreto. Cuando ya iba poco menos que a la mitad de la operación empezó a aclararse el misterio para su progenitor. Se trataba de un cartel de diseño político,  en vigor para el movimiento pro referéndum e independencia.

-Para mi cuarto…es para mi cuarto…
Repetía de forma emotiva,  en tanto liberaba el rollo de la  simbólica “cadena”, ésa que el Jordi había dicho: “nos quiere poner España a los catalanes”.
Se podría definir como un gran SÍ de letras negras en un círculo blanco sobre  un rectangular fondo  de “inocente” color rosa, que en la parte inferior llevaba escrito: Il·lusió.
 
Ya en su  habitación, Robert, afanado en extender bien su poster sobre la mesa de estudio,  tardó  en contestar a la pregunta formulada por su padre:

--¿Quién te proporcionó el  cartelón?
Y cuando lo hizo, puso en el aire un nuevo dato: su participación en lo cultural catalán.

-Fue el Jordi, nuestro monitor en la actividad preparativa de casteller
Y complementó…
-Quiere que forme parte del tronc, como doso, y ¡dice que lo hago bien!

--Me alegro mucho. Pero ahora lo que me interesa saber es  qué os dijo al entregaros los carteles.

-Tenía muchos (empezó diciendo) y mientras los iba repartiendo hablaba de Cataluña como nación, que en España no querían aceptar.
- Y para despedirnos dijo bien claro: La próxima vez que hagamos una demostración casteller el año que viene, por  Sant Miquel, nuestra fiesta,  ya seremos independientes. ¡Y habrá que lucirse!…

La respuesta le hizo comprender el aleccionamiento. No le sorprendió, pero su indagación hoy era otra,  y así desde  la puerta, con un gesto que ni “Colombo”, el detective, hubiera mejorado, con tono mesurado apuntó…

--¡Ah!... parece que la agilidad para trepar te fue útil el otro día, el del mitin político en la plaza.

- Si te refieres a lo de colocar l’stelada  en el alto del poste que sostenía una batería de luces… pues sí.
De sobra sabía que, su padre,  no se refería al hecho de subir trepando, sino al de colocar la enseña independentita y no la senyera.

Pausadamente, el padre, se sentó en el borde de la cama,  creía que la ocasión merecía explicarle un poco la situación, tal vez para borrar ideas confusas, o  hacérselas comprensibles desde otra perspectiva. Y así comenzó:

--A los abuelos, mis padres, los conociste cuando eras muy pequeño, por ello hoy quiero con su recuerdo entrar  en el tema.
En el Col·legi, al que asistes diariamente, la enseñanza se imparte en catalán, si bien en nuestra casa somos más bien castellanoparlantes, de ahí que, acostumbrado a ello, no te  supone especial esfuerzo el compás bilingüe de cada día,   tal como le sucedía al abuelo Lázaro, funcionario público en Correos,  donde tenía que usar los dos idiomas cooficiales.
  
Tras una breve pausa siguió…
--Lázaro y María, tus abuelos, llegaron aquí, a Cataluña, procedentes  de la, muchos años atrás,  conocida  como Extremadura Leonesa. ¡Así le gustaba citar su origen al abuelo! Y lo hacía, porque  su antecesor, tu bisabuelo paterno, Manuel, nacido en la provincia de Salamanca, le había hecho siempre partícipe de la historia del  Reino de León.

Con especial énfasis le facilitó a continuación una cita histórica leonesa…
--Era Alcantara, donde nacieron, una parte de territorio cacereño que el rey Leonés Alfonso IX   había  empezado a reconquistar, allá por el año 1213
  
Soltado el dato continuó:
--Cuando llegamos aquí,  a  Vilafranca, yo era un joven estudiante de 12 años. Sabía que lo de venir a vivir  a Cataluña,  tenía que ver con la condición de cartero rural del abuelo, y ciertas connotaciones políticas de republicano y antifranquista, que para nada en este momento te deben preocupar.
Con tal profusión de detalles, cómo no prestar atención; por ello Robert  se mantenía muy atento, el ramillete de recuerdos que entrelazaba su padre así se lo reclamaban.

--No me resultó fácil el asentamiento, tampoco a los abuelos,  pero cuando apura el sobrevivir, todo se ha de superar. Nos comprendían en castellano al hablar, y poco a poco, tu abuelo y yo, empezamos a expresarnos en catalán, la abuela siempre fue un poco más reticente.  En un par de largos años nos empezamos a sentir como “en casa”.

Hizo una breve pausa, antes de entrar en lo más directo y personal.
--Aquí en la comarca del  Alt Penedés,  pasados los años y los estudios, conseguí emplearme en la Caixa, oficina que ya conoces, y me casé con una noia catalana, Núria, tu mamá, muy comprometida con la tierra pero que  el independentismo la quedaba lejano, no así el seny catalanista.
Como colofón un dato de afianzamiento…

--¡Y ya ves!,  hemos arraigado en esta tierra como las  fructíferas cepas de los viñedos propiciadores del Cava de la comarca.

Robert, en plan confidencia por confidencia,  quiso dar a su padre la versión de la colocación de la bandera en el alto de aquel  poste, al pie de la tribuna para oradores políticos sobre el referéndum  y  república. Y apuntó:

-Pasaba por allí y dejándome llevar por el afán de enxaneta, decidí, ante los amigos, mostrar mi destreza para trepar.

-Casi todos  tienen la estelada.  Intercaló el niño, cual idea fija.

Algo que no sorprendió a su padre. El sentimiento de ser catalán, sabían bien cultivarlo en las escuelas.  Y el independentismo también jugaba sus bazas.

Precisamente semanas  después, el domingo 29 de octubre, a hora temprana, instalados en el coche familiar, los tres  emprendieron viaje  hacia Barcelona, se trataba de acudir a la concentración promovida por SCC, para vindicar Espanya som tots. A ellos, a sus padres, les iba bien el eslogán: “Todos somos Cataluña”. La madre  y Robert portaban una señera, al padre le hubiera gustado llevar una purpurada del reino de León, pero, ni era el momento, ni la tenía a mano. La concordia familiar, Cataluña/España,  armonizaba entre los participantes al acto. 


En el fondo de su mochila de colegial, Robert guardaba en secreto, por el momento, una bien plegada  estelada.  ¡Sí!,  la había ganado en la peripecia de la plaza. Puede que, sin tardar mucho, la colocara en su habitación junto al cartel del gran SÍ a la Ilu·sió.

Un impulso interno le  había llevado a elegir la de la estrella roja sobre fondo amarillo;  puede que, conservar  los colores de la vieja senyera que siempre había visto a su madre, fuera la motivación; o… ¿había algo más?


Pronto surgió una ocasión inmejorable para colocarla, sus padres lo comprenderían, sería días antes de la Navidad  2017, precisamente cuando las urnas de las elecciones autonómicas estuvieran a punto de empezar a poner las cosas en su sitio. Esto sería del ágrafo de  Jordi, su entrenador… 


Como cada año. Con mis mejores deseos para todos los que nos intercomunicamos. O  como lectores  simplemente acceden a estas páginas.  

¡Felices Fiestas!



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